Mia caminó hasta la sala y encontró a Giovanni cerca de la ventana. Él estaba hablando a través de su celular y no la notó de inmediato. Aprovechó para observarlo con atención. A diferencia suya, él ya estaba listo. Traía puesto un esmoquin negro y una camisa del mismo color. Le había visto vestirse con ropa formal cuando iba al trabajo y le quedaba igual de bien que sus chaquetas de cuero y jeans.
Él se giró en ese momento y sus ojos se encontraron.
—Te llamaré mañana, Luka. —Él hizo una pausa—. No. Está bien, adiós. —Terminó la llamada y la guardó en el bolsillo interior de su saco.
—¿Todo bien?
Giovanni se limitó a asentir antes de comenzar a caminar hacia ella. Como un cazador que acecha a su presa, dio pasos lentos y no le quitó la vista de encima.
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—En uno de esos anuncios donde contratas a alguien para que te acompañe a algún evento —Hizo un esfuerzo por contener la carcajada que quería escapar de su boca—. Es algo costoso, pero vale la pena y como sabes me pagan bien en el trabajo. ¿Quién iba a decir que trabajar podría traer beneficios? —Sus últimas palabras fueron un ataque directo. Nina nunca había trabajado, pero era muy buena gastando el dinero de su padre. Más de una vez le había dicho, “como alguien que se preocupaba por ella”, que los hombres preferían una mujer bien arreglada y que no había posibilidad de que alguien se fijara en ella. Su prima perdió su sonrisa de suficiencia y le tomó un tiempo recuperarse. —No sabía que estabas tan necesitada como para recurrir a una agencia de ese tipo, si me lo hubieras dicho te habría presentado a alguien. —Sus palabras no le causaron ningún daño. —De hecho, después de ver el catálogo de hombres que tienen, me quedaré con la agencia. Hay algunos otros que me gustaría probar e
Mia estaba feliz, de eso no había duda, su sonrisa podría iluminar todo el lugar sin ningún problema. Y todo por dos pares de pantuflas. Conseguirlos no había sido tan difícil como había creído. Al parecer Mia no era la única persona a la que le gustaba usar aquellas cosas. Particularmente él no le veía su atractivo, pero quién era para juzgar. —Deberíamos ir a descansar —dijo cuando Mia soltó un bostezó. —Está bien —respondió ella recogiendo sus zapatos y el otro par de pantuflas que estaban en el suelo. Mia lo guio hacia el segundo piso mientras él la seguía sin dejar de mirarla. La combinación entre su vestido y aquellas inusuales pantuflas debía de resultar extraño, pero la dueña las usaba con tanta confianza casi parecía que era así como debía de usarse. Verla desenvolverse con la misma actitud durante toda la noche, había sido casi como presenciar un espectáculo. Bastaba su presencia para que se volviera el centro de atención, incluso sin intent
El celular de Mia comenzó a sonar en la mesa interrumpiendo lo que Zinerva le estaba contando. Era su hora de almuerzo y estaban hablando de cosas sin mucha relevancia.Alzó el aparato y el identificador le mostró un número desconocido. Se disculpó con su amiga antes de contestar.—¿Hola?—Mia, soy Dante.—Dante ¿Qué tal? —dijo emocionada—. No sabías que habías cambiado de número. —Estoy bien. Tuve algunos problemas recuperando el anterior.—¿A qué debo el honor de tu llamada?—Quería ver si estás disponible hoy en la noche para reunirnos.—Déjame revisar mi agenda y te aviso —bromeó.Dante se soltó a reír.—No sabía que tuvieras una agenda.—Por supuesto que sí, aunque está tan
Giovanni, con ayuda de Mia, terminó de colocar la cena en la mesa. Los dos se sentaron lado a lado y Dante ocupó el lugar frente a él.Mia le preguntó a su amigo sobre su último viaje. Al parecer él había estado recorriendo algunas ciudades de China, aprendiendo sobre su historia y cultura. Tenía buenas anécdotas y se encontró escuchándolo con atención. Mia parecía emocionada lanzando todas las preguntas que tenía.No dejó de observar en todo el transcurso la interacción entre Mia y Dante. Nadie que los viera podía dudar que había confianza y cariño entre ellos. Debería haberse sentido excluido, pero ella no lo dejó fuera en ningún momento. A veces lo miraba con una sonrisa o se inclinaba para darle un beso en la mejilla. Y lo hacía de una forma tan natural.Dante, en cambio, no dejaba de actuar como si
Mia no dejaba de repasar los hechos sucedidos la noche anterior. A veces podía ser algo despistada, sobre todo cuando se perdía en su curiosidad; sin embargo, no era ninguna tonta. Ya no se trataba solo de un presentimiento, la tensión que había notado entre su amigo y Giovanni, durante la cena, había sido casi papable. Pero, a diferencia de Dante, que le había dado la impresión de querer demostrar algo; su novio, como siempre, había actuado con compostura.¿Qué estaba pasando con su amigo? Lo mejor sería ponerse en contacto con él y preguntárselo directamente. Salió de sus pensamientos al ver a Zinerva. Ella estaba sentada detrás de su escritorio, era como si intentara ser absorbida por la pantalla de la computadora de lo tan cerca que estaba de esta. Pero eso no era lo más extraño, su amiga estaba usando unas gafas de sol.S
La puerta se abrió y Giovanni apareció con algunas bolsas en mano. Se había puesto en contacto con él para decirle lo que estaba sucediendo. Quizás también le había mencionado más de un par de veces que Zinerva y ella estaban teniendo un día exclusivamente de chicas. Él, en lugar de molestarse, se había ofrecido a traerles algunas cosas.—Buenas noches —saludó él caminando hasta la mesita de café para dejar las cosas encima. Parecía demasiado para un par de personas.Giovanni se acercó a ella y le dio un beso en la mejilla.—Hola, Zinerva. Soy Giovanni —se presentó él manteniéndose en su lugar.Giovanni no intentó ofrecerle la mano a su amiga. A Mia no le había pasado desapercibido como su amiga parecía un poco tensa con la presencia de su novio y era probable que Giovanni tambi&e
Mia evaluó sus opciones y cuál sería la mejor manera de ganar. Segundos después comenzó a lanzar algunos puñetazos y también patadas. Giovanni evadió con agilidad la mayoría de sus golpes. En ningún momento atacó, siempre actuó desde la defensiva y eso comenzó a frustrarla. Se las arregló para con algunos movimientos más llevarlo hasta el suelo.Giovanni quedó tendido con ella encima. Hubiera celebrado si no fuera porque había sido demasiado fácil. Podía ser buena luchando, pero no lo suficiente para vencer a Giovanni sin algún truco o juego sucio; sin embargo, no había tenido que usar ninguno de ellos. —Vamos, gruñón, puedes hacerlo mejor que eso —se quejó.Era la segunda vez que lo intentaban y la segunda que ella ganaba.Se habían reunido con Zinerva y Luka para
Mia tenía el ceño fruncido y parecía triste. Ella estaba tan distraída que parecía no haberse dado cuenta de que llevaba un rato observándola. Había notado el momento en que el cambio había sucedido. La conocía bien y sabía cuándo no estaba siendo ella misma. No importa cuánto se había esforzado por mantenerse sonriente, se había dado cuenta de que algo no iba bien. Quería saber que era y buscarle una solución. —¿Qué pasa? —preguntó. Ella levantó la cabeza y lo miró en silencio por un rato. —¿Estás seguro que es esto lo que quieres? —Su pregunta lo dejó confundido, no entendía a que se refería, pero de todas formas ella no le dio tiempo de responder antes de continuar—. Luka me contó hoy lo de la muerte de tu padre. Giovanni se tensó. De todo lo que esperaba que le dijera, no se le habría ocurrido adivinar que se trataba de eso. —Él no tenía por qué decirte eso. —era consciente que estaba actuando a la defensiva, pero no estaba preparado para hablar sobre ello y quizás nunca lo e