La admiré sin temor alguno, estaba más delgada y se le marcaban algunas ojeras, pero lucía hermosa, ya no era aquella chiquilla que conocí, lo años le habían sentado bien, su pelo ahora castaño estaba recogido y lucía un vestido negro sencillo y formal que le hacían ver cómo toda una reina.- Carlos - mi nombre sonaba maravilloso en su voz.- Elisa - saboreé cada letra al decirla- ¿Se conocen? - la voz de Jaqueline interrumpió cuando estaba a punto de lanzarme a abrazarla sin pensar, Elisa me miró, era una mirada... Retadora, llena de dolor. No hablo esperando a que yo contestara, pero no lo hice, no pude...- sí, fui su... empleada - hablo diciendo lo último con una ceja levantada.- ¿Y tú qué hacías? - los celos eran claros, pero no me importo en lo más mínimo, no tenía derecho.- Era diseñadora-- la mejor que tuvimos - añadí de inmediato, pero ella se vio molesta en vez de halagada- ¿En qué les puedo ayudar? - note que lo costaba hablar- Nos vamos casar - Jaqueline hablo sonri
ElisaAbrí los ojos lentamente encontrándome con un paisaje peculiar, estaba de pie en un círculo de césped muy verde y pequeñas florecillas de colores lo cubrían, los pájaros cantaban hermosas melodías y los árboles se mecían con el viento, comencé a caminar admirando cada flor mientras el sonido de las aves me relajaba, pronto llegue a la orilla del circulo y me di cuenta de que el paisaje iba cambiando de a poco hasta tornarse mucho más escalofriante, me detuve en el círculo mirando la tenebrosa escena, las plantas estaban secas, algunos árboles en fuego que casi se consumía, y el humo no dejaba ver mucho más allá.Una silueta de hombre comenzó a aparecer en medio del humo acercándose y acelerado mi corazón, cuando salió del humo… lo vi…- Carlos - él sonrió de lado mientras seguía caminando, ese gesto lleno mi corazón, sus ojos eran tan grises que parecían un día tormentoso, parecían el humo indicando el fuego, tal como el paisaje tras él, y aun así transmitían tanta paz como no l
Un día después por la tarde me encontraba caminando en un parque con bruno él estaba feliz, le encantaba pasear, todo iba maravilloso hasta que lo vi sentado en el césped a un lado del estanque, su mirada estaba perdida y ni siquiera parecía sentirme, había bastante gente como para concentrarse en mis pasos, eso me hacía pensar que sus sentidos estaban apagados, tonto, cuando te están dando caza por allí es lo último que debiera hacer.Me di la vuelta para salir antes que me notase, pero mi mala suerte se hizo presente, una pelota anaranjada paso volando a un lado de bruno hasta llegar al estanque, bruno salió corriendo de inmediato con todo y cuerda, Carlos se levantó de golpe al ver la pelota estrellarse contra el agua, quizás lo tomo por desprevenido.-¡Bruno no! – Grité antes de que tocara el agua, fue demasiado tarde – No bruno, mírate – Puse una mano en mi frente frustrada mientras bruno salía del agua agitándose con fuerza y la pelota en su hocico. – ¡Bruno! – Se alejó de mi ca
Elisa Miraba frente a mí las hermosas flores que formaban un camino a lo ancho de la casa pegadas a la cerca blanca, eran diferentes flores todas coloridas, en una orilla se encontraba una ruleta blanca que sobre salía, así como las piedras blancas que iban por toda la orilla del camino, no necesitaba más, las flores por si solas eran bellas, a un lado de la casa donde estaba el porche trasero solo había puesto unos sillones colgantes con luces, una mesa pequeña alta con un jarrón de flores artificiales y una banca de madera igual al sillón colgante, era sencillo y bello a Yeni le hubiera gustado, iba bien con la casa, sin dejar de ser colorido como ella. Mire el reloj en mi mano había quedado de almorzar con Nadia y Erick después de una semana que no me paraba por allí, habían aceptado pues no había vuelto a ver Carlos desde el día de la boda. Al llegar Nadia ya tenía la comida preparada una deliciosa pasta y un pastel de carne enorme recién sacado del horno; en un momento ya tenía
Las risas en especial la de Erick sonaban por toda la sala y palomitas volaban de un lado a otro entre Erick y Carlos. Un par de días habían pasado desde que Carlos y yo hablamos, no era fácil, intentaba hablarle como un amigo, pero las mariposas me solían traicionar a cada segundo, hoy nos habíamos reunido como una bella familia a pasar el rato juntos, Nadie y Erick hacían todo lo que podían para vernos bien, claro que discutí con Nadia por lo que hizo, al final terminamos abrazadas cada una tenía una parte de razón. - Como ellos no limpian - hablo Nadia con una sonrisa mientras picaba fruta a gran velocidad y de una manera perfecta, todo el día había estado muy alegre, mucho más que de costumbre, sin mencionar que Bruno estaba pegado a ella cuidando cada paso, la mire detenidamente con una ceja levantada, al darse cuenta colocó un dedo en su boca indicándome silencio y al tiempo me hacía un guiño, definitivamente algo ocurría. - vamos a ver la película, te llevas la fruta y yo las b
Carlos El sol ocultaba su último rayo a lo ancho del paisaje, le brindaba su lugar a la noche, el viento fresco se hacía presente con esta; respire profundo llenando mis pulmones con la fresca brisa. Permanecía allí recostado en lo alto de la montaña contemplando la noche, las estrellas que titilaban a su ritmo hipnotizando. Había pasado un día con ella, después de hablar y aclarar tantas cosas, mi corazón se fracturo al ver que había sufrido tanto y yo no había estado para ella, para brindarle un abrazo, consuelo, y luego... Tuve la oportunidad, de nuevo tuve una oportunidad y elegí no estar con ella, quería pensar que era lo correcto, que era por su bien, que no era egoísta. Estaba agradecido, por lo menos hoy había podido contemplarla como a este cielo, disfrutado de su sonrisa, de su voz, sus bromas tan malas, sonreí, solo ella podía hacer que eso pasara. Cuando el sol empezó a aclarar una parte del cielo anunciando que pronto llegaría regrese a casa, esa casa que no se sentía
Jaqueline El reflejo frente a mi mostraba a una mujer asombrosamente hermosa, era dichosa de poseer un don tan preciado como lo es la belleza, pues en un mundo que se rige solo por lo que los ojos alcanzan a ver, poseer esto era como poseer millones, no necesitaba a hipnotizar a nadie cuando una sonrisa y unos movimientos podían conseguir cualquier cosa y a cualquiera, el hombre acostado en la cama era el mejor para comprobarlo. Terminé de acomodar mi ropa y me giré a él. - Por fin lo encontramos – sonreí dichosa - Siempre estuvo frente a mí- dijo con coraje mientras jugaba con mi anillo en su mano - A mí me hipnotizaron, ¿Tu? ¿Qué excusas tienes? - me burle, se levantó de la cama con mirada malvada, cuanto me hacía sentir esa mirada. Tomo mi cintura con ferocidad y me impacto con la pared - ¿Te gusta hacerme enojar verdad? – bese sus labios con pasión. - ¿Me usarás de carnada? - su mirada fría se clavó en mi - No servirás de nada - el enojo me lleno ¿Cómo se atrevía? - Es mi
Carlos Baje del auto con un ramo de rosas azules, sabía lo mucho que le encantaban a mi Elisa, había pasado menos de una hora desde que me había ido. Sentía el pecho oprimido por alguna causa, dudaba que fuera por haber rechazado a Jaqueline, en ese momento no sentí más que alivio...no había encontrado a Jaqueline por ningún lugar y no contestaba el teléfono, intenté una vez más antes de entrar, en su lugar me envió al buzón. -Jaqueline necesitamos hablar, sé que estas confundida por lo que sucedió, a lo igual que se no lo entenderías aun así quiero hablar… llámame..- colgue Di dos toques a la puerta y ningún ruido se escuchó más que Bruno, abrí la puerta y el corazón se me aceleró lleno de miedo, justo en la entrada un pequeño charco de sangre me dio la bienvenida, estaba fresca… -¡Elisa! – grite fuerte sin despegar la vista de la sangre, agudizando mis sentidos; Nadie contesto -¡Elisa!- entre y revise el lugar, no había señal alguna de ella. Bruno estaba en el suelo respirando