Elisa Miraba frente a mí las hermosas flores que formaban un camino a lo ancho de la casa pegadas a la cerca blanca, eran diferentes flores todas coloridas, en una orilla se encontraba una ruleta blanca que sobre salía, así como las piedras blancas que iban por toda la orilla del camino, no necesitaba más, las flores por si solas eran bellas, a un lado de la casa donde estaba el porche trasero solo había puesto unos sillones colgantes con luces, una mesa pequeña alta con un jarrón de flores artificiales y una banca de madera igual al sillón colgante, era sencillo y bello a Yeni le hubiera gustado, iba bien con la casa, sin dejar de ser colorido como ella. Mire el reloj en mi mano había quedado de almorzar con Nadia y Erick después de una semana que no me paraba por allí, habían aceptado pues no había vuelto a ver Carlos desde el día de la boda. Al llegar Nadia ya tenía la comida preparada una deliciosa pasta y un pastel de carne enorme recién sacado del horno; en un momento ya tenía
Las risas en especial la de Erick sonaban por toda la sala y palomitas volaban de un lado a otro entre Erick y Carlos. Un par de días habían pasado desde que Carlos y yo hablamos, no era fácil, intentaba hablarle como un amigo, pero las mariposas me solían traicionar a cada segundo, hoy nos habíamos reunido como una bella familia a pasar el rato juntos, Nadie y Erick hacían todo lo que podían para vernos bien, claro que discutí con Nadia por lo que hizo, al final terminamos abrazadas cada una tenía una parte de razón. - Como ellos no limpian - hablo Nadia con una sonrisa mientras picaba fruta a gran velocidad y de una manera perfecta, todo el día había estado muy alegre, mucho más que de costumbre, sin mencionar que Bruno estaba pegado a ella cuidando cada paso, la mire detenidamente con una ceja levantada, al darse cuenta colocó un dedo en su boca indicándome silencio y al tiempo me hacía un guiño, definitivamente algo ocurría. - vamos a ver la película, te llevas la fruta y yo las b
Carlos El sol ocultaba su último rayo a lo ancho del paisaje, le brindaba su lugar a la noche, el viento fresco se hacía presente con esta; respire profundo llenando mis pulmones con la fresca brisa. Permanecía allí recostado en lo alto de la montaña contemplando la noche, las estrellas que titilaban a su ritmo hipnotizando. Había pasado un día con ella, después de hablar y aclarar tantas cosas, mi corazón se fracturo al ver que había sufrido tanto y yo no había estado para ella, para brindarle un abrazo, consuelo, y luego... Tuve la oportunidad, de nuevo tuve una oportunidad y elegí no estar con ella, quería pensar que era lo correcto, que era por su bien, que no era egoísta. Estaba agradecido, por lo menos hoy había podido contemplarla como a este cielo, disfrutado de su sonrisa, de su voz, sus bromas tan malas, sonreí, solo ella podía hacer que eso pasara. Cuando el sol empezó a aclarar una parte del cielo anunciando que pronto llegaría regrese a casa, esa casa que no se sentía
Jaqueline El reflejo frente a mi mostraba a una mujer asombrosamente hermosa, era dichosa de poseer un don tan preciado como lo es la belleza, pues en un mundo que se rige solo por lo que los ojos alcanzan a ver, poseer esto era como poseer millones, no necesitaba a hipnotizar a nadie cuando una sonrisa y unos movimientos podían conseguir cualquier cosa y a cualquiera, el hombre acostado en la cama era el mejor para comprobarlo. Terminé de acomodar mi ropa y me giré a él. - Por fin lo encontramos – sonreí dichosa - Siempre estuvo frente a mí- dijo con coraje mientras jugaba con mi anillo en su mano - A mí me hipnotizaron, ¿Tu? ¿Qué excusas tienes? - me burle, se levantó de la cama con mirada malvada, cuanto me hacía sentir esa mirada. Tomo mi cintura con ferocidad y me impacto con la pared - ¿Te gusta hacerme enojar verdad? – bese sus labios con pasión. - ¿Me usarás de carnada? - su mirada fría se clavó en mi - No servirás de nada - el enojo me lleno ¿Cómo se atrevía? - Es mi
Carlos Baje del auto con un ramo de rosas azules, sabía lo mucho que le encantaban a mi Elisa, había pasado menos de una hora desde que me había ido. Sentía el pecho oprimido por alguna causa, dudaba que fuera por haber rechazado a Jaqueline, en ese momento no sentí más que alivio...no había encontrado a Jaqueline por ningún lugar y no contestaba el teléfono, intenté una vez más antes de entrar, en su lugar me envió al buzón. -Jaqueline necesitamos hablar, sé que estas confundida por lo que sucedió, a lo igual que se no lo entenderías aun así quiero hablar… llámame..- colgue Di dos toques a la puerta y ningún ruido se escuchó más que Bruno, abrí la puerta y el corazón se me aceleró lleno de miedo, justo en la entrada un pequeño charco de sangre me dio la bienvenida, estaba fresca… -¡Elisa! – grite fuerte sin despegar la vista de la sangre, agudizando mis sentidos; Nadie contesto -¡Elisa!- entre y revise el lugar, no había señal alguna de ella. Bruno estaba en el suelo respirando
CarlosIba de un lado a otro buscando cualquier cosa que me guiara, en este momento me dirigía a casa de Jaqueline, no estaba seguro de que ella tuviera algo que ver en esto, pero si estaba involucrada lo sabría.-¡Jaqueline! ¡Jaqueline! – entre desesperado sin importar que su familia me escuchara- Vaya por fin te apareces – salió de su cuarto bajando las escaleras tranquilamente, olía a jabón, acababa de ducharse; imposible saber dónde había estado.-¡¿Dónde está?! ¡si la tienes yo…!-- ¿A quién? ¿A la tonta por la que me cambiaste? – sentí hervir la sangre- ¡Cállate! Mejor dime ¡¿Dónde está?!- me acerqué amenazante a ella, vi su cuerpo temblar ligeramente, fue raro porque solía ser más arrogante no asustadiza.-Yo que voy a saber, lo único que sé es que tú me rechazaste y no me has dado explicación alguna- dijo con coraje-¿La rechazaste?- el padre de Jaqueline salió, no me tomo por sorpresa había sus pasos dirigirse acá y tampoco me importaba.-Exactamente – le mire sin temor alg
Elisa Me acorruque en la esquina que formaban el pequeño cuarto de baño y la pared de cemento buscando algo de paz, eso era imposible en este escalofriante lugar. -Deberías comer algo- escuche a Niko desde la otra reja hablarme- cada día te pones mas pálida, no querrás terminar como nosotros- soltó una risa ronca y débil, a ellos les daban una vez al día de comer, a mí por otra parte me daban tres veces, un par de veces intente repartir mi comida con ellos… cuando los guardias descubrieron esto me golpearon… ellos dejaron de aceptar mi comida, yo deje de ofrecerles e incluso me costaba comer a mi debido a estos golpes y todo el trauma que pasaba aquí; A Niko lo trataban moderadamente bien, tenía ropa limpia, sabanas y nadie le molestaba de gravedad, en cuanto a Melissa… la pasaba peor que nadie, de vez en cuando alguien entraba a su celda la ataba y daban un par de golpes, de modo que jamás su cuerpo se recuperaba, su comida parecían ser sobras de algún tipo, las devoraba sin pensarl
Elisa - ¡Está aquí! - Jaqueline apareció de pronto en otra sesión de hipnosis con cara de preocupación - ya se ha deshecho de más de veinte solo en la entrada – mi corazón latió con más fuerza ¿Qué final nos traería el día de hoy? - Ya era hora, ¡A sus posiciones! - salimos de las celdas a un campo libre allí mismo, Niko no me soltó en ningún momento y me presionaba con fuerza, más personas vestidas de negro entraron al salón, algunas con armas, estaba completamente asustada, ellos se habían preparado por años, siglos. Poco a poco el ruido fue llegando a mis oídos, se acercaba de prisa. Niko se puso frente a mí y me beso por la fuerza, manoteé e intenté quitarlo, pero me resultó imposible, sus manos vagaron por mi cuerpo presionandome a él. - ¡Suéltala! - se apartó sonriendo malicioso, sentía asco en mi cuerpo, aunque lo hubiera besado antes el saber lo que era él causaba estragos - Suéltala y arreglemos esto entre tú y yo, si tienes los pantalones Nicolás Johnson – al escuchar s