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Un desastre en el horizonte pt 2

-Déjame aquí y vete, quiero estar solo- ordenó el piel canela a su mejor amigo y este obedeció, sentado a una distancia prudente, aún podía ver perfectamente la silueta de la joven que se acababa de ganar su rencor, y también algo más de lo que el ojos zafiro no se dio cuenta, un coche llegó hasta el sitio iluminando levemente el rostro de Altair logrando reconocer al hombre de blancos cabellos que lo manejaba, era el sujeto que había cargado en sus brazos a la infame Andrómeda Miracle el día que ellos dos se conocieron.

-Vaya, parece que tú príncipe ha llegado para llevarte princesa, aunque no necesitas de su protección- se dijo Altair así mismo tocando su inflamada nariz.

Observó bajar al peliblanco del vehículo y envolver entre sus brazos, a la joven que parecía ya estarlo esperando, hacia un rato que se encontraba sola en el lugar y noto algo extraño que le forzó a ocultarse fuera de la vista de ambos...Andrómeda parecía estar llorando abrazada al cuello de aquel hombre que se veía notablemente mayor que ella, y este le acariciaba la larga cabellera cobriza en un sutil movimiento que pretendía brindar consuelo.

Lo había decidido, se vengaría de aquella mujer, la volvería loca por él, la enamoraría y después la desecharía como b****a, no le iba a permitir la dicha en brazos de ese hombre, le arrebataría la felicidad, ella le había devuelto sensaciones que creía enterradas y le arrojaban a su doloroso pasado, y eso lo pagaría caro.

Si la mirada pudiera matar, Andrómeda y André ya estarían muertos, aunque ninguno podría ni siquiera imaginar lo que él piel canela de ojos zafiro comenzaba a tramar para ellos.

La elegante velada había llegado a su fin, todos los alumnos de las diferentes universidades del campus se habían retirado, Andrómeda permanecía en silencio mientras las lágrimas se derramaban sobre sus tersas mejillas, aquella noche no había sido el sueño que esperaba que fuera, recuerdos que la herían en lo profundo de su ser la atormentaba, aquel hombre de mirada zafiro que quemaba como fuego infernal la hacía revivir viejas memorias de las que intentaba escapar desesperadamente desde hacía demasiado tiempo.

André observaba a la bella jovencita, apretaba furioso el volante deseando haber sido el quien le rompiera la cara a aquel hombre que la había ofendido, podía imaginar el tipo de pensamientos que atormentaban a la cobriza que amaba, aunque admitía lastimosamente para sus adentros que no había mucho que pudiera hacer para protegerla de sí misma y de aquellos terribles recuerdos que él tiempo no habría logrado borrar… y que quizás nunca podría.

Conduciendo hasta el hogar de la cobriza André se despedía de la melancólica joven en un abrazo que lograba reconfortarla, prometiendo hacia sus adentros protegerla de todo aquel que se atreviera a lastimarla.

Nereida caminaba hacia el lujoso auto de su prometido, había decidido permitir que su mejor amiga se marchará sola junto al hombre que sabía ella amaba, aquella noche había sido arruinada en su totalidad por los egoístas propósitos de Sallow y sabía que André era la única persona que podía brindarle el consuelo que sabía necesitaba.

-Pareces muy pensativa Nereida – puntualizaba Alexandre sin dejar de mirar a su hermosa prometida, sabía bien lo que estaba pasando por su mente, el mismo no podía creer todo lo que había ocurrido apenas un par de horas atrás, presentía para sus adentros un desastre aproximándose, conocía a Altair mejor que nadie y sabía muy bien lo que era capaz de hacer para lograr un objetivo.

- Me siento intranquila, sé que Sallow es un hombre vengativo, me preocupa Andrómeda, pero debes saber que, aunque él sea tu mejor amigo no voy a permitir que la lastime – respondió Nereida mirando fijamente a los ojos azules de su prometido.

- Lo sé, intentaré mediar con él, sé que parece increíble que Altair no es una mala persona… bueno, no tan mala… - respondió el moreno.

Los prometidos se retiraron al igual que todo el mundo, deseando dejar atrás aquella pesada noche.

Un nuevo día daba comienzo, Altair se encontraba sumergido en sus pensamientos, aquella cobriza se había retirado del sitio la noche anterior junto al peliblanco que parecía cuidarla como un tesoro,  había prometido robarle el corazón y destrozarlo sin piedad, la joven menciono es su sermón que el amor era algo que él no podría comprar, y si el dinero no se lo compraría entonces lo robaría, estaba dispuesto a todo para lograr su propósito, después de todo el siempre obtenía lo que quería, y esto no sería la excepción, le demostraría a la piel nívea que el mundo no se movía por estúpidos sentimientos, eso era algo que él tenía claro desde niño.

- ¿Me llamaste Altairie? - una fría voz femenina lo saco de sus pensamientos.

- Así es Amelie, necesito que investigues a alguien- respondió el piel canela a la joven de fría expresión, piel pálida, ojos zafiro y larga cabellera cobriza que tenía frente a él.

- Déjame adivinar primito, quieres que investigue a la mujer que te dejo así la nariz- dijo con burla señalando el rostro del molesto joven.

- tan intuitiva como siempre, sin duda eres una mujer muy astuta- río con sarcasmo el ojos zafiro.

- Te has puesto en ridículo, tu no eres así Altair, dime ¿porque esta vez actuaste como un niño de 6 años y no pusiste en su lugar a la perra Miracle?- dijo severamente molesta la joven de delicada apariencia a su primo sin todavía comprender muy bien el porque actuó de manera tan patética, el era el heredero de su familia.

- Si el abuelo se entera de esto puedes considerarte acabado, tú serás la cabeza de nuestra familia, no puedes dejar que nadie te pase por encima, y menos aún una simple becaria que no tiene dónde caer muerta, nos has deshonrado al verte como te vez y ya estoy cansada de siempre cubrirte el trasero, una cosa es lidiar con las mujerzuelas que te llevas a la cama y otra es permitir que alguien te humille frente a los Gastrell - sentenciaba Amelie a Altair con notable molestia en sus palabras.

- a mí no me interesa lo que piensen los Gastrell de mi, por mí se pueden ir al demonio junto con el abuelo, pero tienes razón en algo, me deje llevar y no cometeré otro error como este, esa chica Miracle me las pagara, necesito que mañana mismo me tengas toda la información de ella - el piel canela había logrado serenarse y ya sabía lo que tenía que hacer.

- Bien, cuenta con ello, también ya me hice cargo de que tu incidente con ella no se esparza como pólvora en la universidad, todos mantendrán la boca cerrada, y lo que sea que tengas en mente será mejor que lo hagas con prudencia, no siempre podré cubrir tus estupideces Altair- dicho esto la chica se retiró del lugar.

Amelie era la prima del piel canela, hija del único hermano que tenía su padre, pero al nacer mujer y ser la hija del menor de los hermanos, no tenía derecho a heredar el título de cabeza de familia, detestaba las costumbres machistas de su familia, sin embargo, ambos primos eran tal para cual, ruines y capaces de toda bajeza, y por eso no había nadie en quien Altair confiara más pues ambos seguían un mismo propósito.

-Bien Miracle, no tienes idea de lo que te espera- el joven se retiraba del lugar con el firme propósito de vengarse de la joven cobriza.

En el departamento de la bella cobriza, Andrómeda se preparaba para marcharse a la universidad, había pasado una parte de la noche llorando con André quien estaba hecho una furia al saber lo que había ocurrido, solo unos pocos sabían lo que aquello había provocado en su hermosa protegida, y se lamentaba de no haber estado allí para defenderla.

Andrómeda miraba con atención sus muñecas, habían quedado moretones por el fuerte agarre de Altair, y reía con tristeza recordando aquello, sin embargo no había tiempo para desperdiciar en ese chico ególatra, recién comenzaba su carrera, estudiar Medicina había sido su sueño desde hacía mucho tiempo atrás y ahora que finalmente lograba ser universitaria no podía permitirse perder el tiempo, tomando sus cosas y un suéter holgado para ocultar aquellas marcas, se dirigió hacia Carrington con la satisfacción de haber logrado partirle la cara a Altair Sallow.

- Buen día Andrómeda- saludaba la castaña a su amiga aún impresionada por lo ocurrido la noche anterior, le habían pedido guardar silencio sobre el tema y se había visto obligada a acatar órdenes junto a los demás testigos, debían de mantener silencio, los Sallow no eran personas con las que meterse y tragando todo su malestar al escuchar el mandato de voto de silencio que le impuso su padre, se sentía mal de no poder hacer más que obedecer.

En ocasiones Nereida sentía envidia de la libertad que gozaba su mejor amiga, jamás atada a tradiciones familiares arcaicas y poder decir y hacer lo que quisiera, sus mundos eran tan distintos que difícilmente podría evitar sentirse del modo en que ocasionalmente se sentía.

-Buen día Nereida – saludaba animada la cobriza.

- ¡Hola Andrómeda! - Saludaba el joven rubio a la cobriza quien le correspondía con una sonrisa.

- ¡Buenos días Edward! – correspondía el saludo la joven.

- Miraba el horario y note que casi todas las clases las tendremos juntos - decía el joven de ojos celestes sin disimular la emoción que aquello le provocaba, Andrómeda le gustaba, y el hecho de compartir varias horas a su lado le brindaba la oportunidad de conocerse.

- Ehh! En serio, que envidia, nosotras solo compartimos un par de clases, que suerte tienes Eddy- contestaba con molestia la castaña notando la emoción del rubios por su querida amiga.

- Bueno no te enojes Nereida tenemos los ratos en la cafetería jaja- reía la cobriza a sus amigos, Edward se parecía mucho a André y no le molestaba la idea de compartir momentos con el, se sentía a gusto con su compañía.

- Por cierto Edward, porque apenas llegas a la universidad?, ya hace más de una semana que comenzamos el semestre - preguntaba Nereida realmente extrañada, sabía bien que el padre del rubios era el hombre más importante de la universidad y que se involucraba bastante en ella.

- Tenía que dejar algunos asuntos terminados, los hospitales de la familia están haciendo algunos cambios, pero ya terminé con aquello y aquí me tienes - el joven se llevó las manos a los bolsillos de los jeans de mezclilla que llevaba y camino junto a las chicas dentro del campus para dirigirse a sus clases.

Los Gastrell eran una de las 5 familias más poderosas de Inglaterra, y eran dueños de empresas variadas aunque su campo principalmente se concentraba en hospitales, Joseph Gastrell, el patriarca de la familia era de un corazón bastante generoso y les había enseñado a sus hijos sobre ser humildes y sencillos, aunque estos rara vez aplicaban sus enseñanzas.

En la oficina del rector el orgulloso piel canela estaba llevando a cabo la primera etapa de su retorcido plan.

- Haré lo que me pide joven Sallow, pero espero no tener ningún problema con el señor Gastrell, la joven es su becaria y tengo entendido que si se mantiene al pendiente de ella - decía abochornado el rector pues no quería tener de enemigo ni al heredero Sallow ni al patriarca de los Gastrell.

- el viejo Gastrell no lo sabrá o si?, Solo revisa las notas de Miracle, no debe tener idea de cómo luce ella, además solo quiero que la dejes bajo mi tutela en los proyectos que te he pedido que le pongas para que siga manteniendo su estúpida beca, eres el jodido rector Darwin, maquilla lo que tengas que maquillar y será mejor que no me estorbe - sentencio el piel canela al asustado hombre que sabía muy bien lo que ese joven era capaz de hacer.

- Será como usted diga joven Sallow- le respondió el anciano al joven que abandonada su oficina.

- Hey Altairie, aquí tienes lo que me pediste, creo que te será muy útil esto- reía con malicia Amelie mientras entregaba un folder a su primo que contenía la información de la joven cobriza.

- Muy bien primita, serás la compañera de Miracle en todas sus clases, lo arregle así, no debes permitir que ese imbécil de Edward Gastrell se acerque demasiado a ella, además se muy bien que ese sarnoso te gusta, espero que aproveches la oportunidad que te estoy dando – dijo con sarcasmo el ojos zafiro.

La joven río con malicia, si bien ambas familias se tenían rencor, siempre le había gustado el menor de los Gastrell y su padre le había encomendado enredar al joven rubios para unir a ambas familias e incrementar el prestigio de la suya.

- no te preocupes Altairie, yo me encargaré de eso- la joven de lacia cabellera se despedía de su primo y el joven de ojos zafiro se retiraba a su departamento a leer el informe que su astuta prima le había proporcionado.

- Vaya que eres una caja de sorpresas Miracle - se dijo a sí mismo al revisar la primera hoja de aquel informe y caminando hacia su auto se retiraba del sitio con una sonrisa de autosatisfacción en sus labios.

Lejos estaba, sin embargo, de saber lo que aquel sobre contenía, destapar una piedra a veces no resultaba la mejor de las ideas y eso Altair Sallow estaba cerca de descubrirlo

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