Celos, esa era la palabra perfecta para describir los instintos asesinos que nacieron en el corazón de Amber. Esa chica era con quien seguramente Thiago había dormido la noche anterior, luego de salir del antro.—¿Se puede saber lo que sucede aquí? —preguntó sin poder evitarlo. No podía por más que quisiera guardar la calma y guardarse sus celos.Thiago elevó una ceja, pero su rostro no dejó de ser frío en ningún momento.—¿Nadie te enseñó a tocar la puerta? —cuestionó Thiago haciendo que Amber se sonrojara, pues la chica había dejado escapar una risita.—No has respondido mi pregunta —dijo con indignación.—Por si no te has dado cuenta, Amber. Estoy ocupado, Lucero debió decírtelo para evitar este incómodo momento —dijo casi con calma.—Necesito hablar contigo —rebatió Amber sin apartar la mirada de la muchacha.—Si es algo relacionado con el trabajo, por favor espera a que termine con Nicky. Si es algo personal, tú y yo no tenemos nada de qué hablar.—Pero, Thiago.—Cierra la puerta
Maggi la miró pensando en las mentiras que podía decirle a Amber para hacer creíble su historia, pero no podía pensar en nada, menos con su padre presente.—¿Por qué? —preguntó Amber.La muchacha miró a su padre y luego a su hermana, no sabía de quién esperar una respuesta, ella misma no sabía a quién de los dos se la había hecho. Si a su padre por el pasado, o a su hermana por el presente.Maggi miró a su padre antes de hablar:—¿Por qué? —Maggi repitió la pregunta de Amber. Le dedicó una furiosa mirada antes de responder—: ¿Qué esperabas que hiciera? —preguntó caminando hacia Amber—. ¿Qué me sentara y me cruzara de brazos para ver cómo te revolcabas con mi marido? No me hagas reír, no iba a permitir jamás, bajo ninguna circunstancia que fueras feliz con él. Thiago ni siquiera me miró una sola vez como mujer, mientras que a ti te llevó a la cama.Amber dio un paso atrás sintiendo aquellas palabras como golpes directos a su estómago. —¿Lo sabías? —preguntó con el corazón latiendo fue
«¿No se ven divinos?»«¿No se ven divinos?»«¿No se ven divinos?»«¡Mierda! ¡Por supuesto que no se miraban bien juntos! ¡Jamás se verían bien juntos!», pensó Amber, mientras le dedicaba una mirada dura a Lucero.—¿Qué pasa? ¿Qué dije? —preguntó la muchacha al ver la cara descompuesta de Amber.—Pues olvidas que Thiago es el esposo de mi hermana —soltó y jamás aquellas palabras le dejaron un sabor amargo en la boca, como en ese momento.—Bueno, tendrás que perdonarme. Pero tu hermana jamás le ha sido fiel, ¿no lo sabes?Amber cerró los ojos con frustración. Al parecer era la única idiota que no se había dado cuenta de la verdad. Se dejó envolver siempre por las cosas que su hermana y madre decían que nunca se atrevió a dudar de ellas, porque pensó que… «Que les importabas»—Iré a contabilidad —dijo Amber para alejarse de Lucero y el lugar que había sido su puesto de trabajo durante aquellos seis meses. ¡Seis meses! El tiempo había pasado volando y ella ni siquiera se había dado cuenta
Amber esperó un par de minutos, en realidad no podía decir si fueron pocos o muchos. Salió del cuarto de baño y caminó hacia la puerta para poner el seguro.Volvió sobre sus pasos y miró a Thiago dormido en el incómodo sillón. La muchacha lo miró por un largo tiempo antes de arrodillarse para verlo más de cerca.Thiago tenía ojeras y solo ahora podía ser capaz de verlo, había estado tan concentrada en querer hablar con él, y luego en su discusión que no había reparado en lo pálido de su rostro. Pero eso no era en realidad lo más importante ahora. ¡Thiago no se había ido con Nicky! Ni siquiera se habían despedido de beso y nada de esas cosas que hacían los amantes.Amber sonrió sin poder evitarlo y antes de que pudiera detenerse, sus dedos recorrían el rostro de Thiago.La muchacha deslizó sus dedos con ternura sobre aquellas duras facciones, mientras lágrimas brotaban de sus ojos. Amber no podía negar que le había hecho daño y que la manera de Thiago de tratarla era justa, pero ella n
Amber entró al piso de Thiago, se sentía terriblemente cansada y deliciosamente dolorida. El problema era que tenía que trabajar y solo le quedaban alrededor de tres a cuatro horas para volver a la oficina… —¿Se puede saber dónde estabas? —Amber pegó un brinco al escuchar la voz de Andy en medio de la oscuridad. —¡Maldita sea, Andy! ¿Quieres matarme? —preguntó. Amber encendió la luz para ver a su amiga sentada en el sillón de la sala. —Estaba preocupada —alegó Andy. —Se nota, ¿Félix está aquí? —preguntó Amber caminando hasta ella. —Se ha marchado desde hace mucho tiempo, pero no es eso lo importante. ¿Dónde estabas? —insistió. —En la oficina. —¿A esta hora? —Andy achicó los ojos y la miró con suspicacia. —Sí, no voy a mentirte, Andy, estuve en la oficina de Thiago. Quería hablar con él sobre su relación con Nicky y sobre nosotros —dijo. —¿Hablaste con él? —preguntó la muchacha acomodándose mejor en el sillón. —Llegó tarde y se quedó dormido —explicó Amber, quería irse a la ca
Amber sonrió ante las palabras de Thiago y no pudo más que sentirse mucho más enamorada y arrepentida por su proceder. Ese mismo día Amber volvió a ocupar su puesto como asistente de Thiago y volvió a perderse en la oficina unas cuantas veces al día. —¿Qué fue lo que pasó aquí? —preguntó Lucero frunciendo el ceño. —¿Qué pasó, de qué? —Amber prestó atención a su compañera. —Nicky fue trasladada a contabilidad y tú estás de regreso con nosotros. ¿El jefe y ella ya no son nada? Amber se puso de pie lentamente y sin apartar la mirada de Lucero dijo: —Nunca fueron nada. De hecho, ya él contrató el servicio de un experto en informática para bajar esas falsas noticias de la red y también llamó a su abogado para interponer una demanda por calumnia. —Entonces, ¿no eran nada? —volvió a preguntar y su rostro era un poema de decepción. —Nada —respondió Amber. —¡No puede ser! —dijo con frustración—. Aunque te confieso que me gustas mucho más para nuestro jefe —soltó Lucero. —¿Qué? —Eres
Thiago se quedó con esa sensación extraña en el cuerpo, pero se olvidó de todo al entrar a su piso y ver a Amber sentada en la sala.—Hola —saludó, mirándola con sospecha, ella estaba vestida para matar dioses.Amber se levantó y caminó hacia él con una sonrisa pícara en los labios.—Te extrañé, no pienso quedarme otro fin de semana sin ti —respondió Amber antes de besar los labios de Thiago con pasión.Aquella noche visitaron El Inframundo y se divirtieron, se olvidaron del mundo y se dedicaron únicamente a ellos.A esa noche le siguieron muchas en las que Félix y Andy también dejaron en claro lo serio que era su relación, pese a los miedos de la joven italiana y a la fama de Félix.Amber se sentía feliz luego de tres meses, no sabía nada de su madre y hermana, y de cierta manera agradecía ese silencio, por supuesto la muchacha no podía imaginarse lo que se cocinaba detrás de aquel silencio sepulcral por parte de las mujeres. El silencio debió ser una advertencia para ella, sin embar
«No»«No estoy lista para esto»Félix miró a Andy y supo que su negativa no tenía nada que ver con él.Quizá el tiempo que llevaban juntos no podía calificarse como suficiente para llegar a conocerla. Sin embargo, Félix podía asegurar que la conocía muy bien y no hablaba de su cuerpo, sino de lo que encerraba su mirada.Andy era una mujer directa y expresaba lo que sentía cómo lo sentía. Pero su negativa de ese momento no estaba impulsada por nada de eso.En su mirada podía leer el miedo y sabía que tampoco él era la causa. Por lo que se puso de pie lentamente, mientras Thiago y Amber permanecían callados.—Andy…—Lo siento, Félix —pronunció antes de abandonar la terraza.Félix la vio caminar a paso lento hacia el pequeño jardín del restaurante.—Hablaré con ella —se ofreció Amber luego de unos minutos.—No, no es necesario, Amber. Lo haré yo mismo, —dijo antes de salir detrás de Andy.Félix no era estúpido y tampoco podía decir que no tenía experiencia en leer a la gente. Era un homb