Capítulo 35

Alastor lleva días sin pegar un ojo y sus ojeras son visibles para todos pese al cubrebocas. Las semillas que sembró arlo, que ella le había pedido que sembrara empezaron a crecer, él las cuidaba con mucho amor porque pensaba que un día ella iba a regresar, era la mentira que quería creer. El pasto crecía en la manada y algunos insectos empezaban a parecer, pero ya nada causaba emoción como antes.

Los días eran duros para el alfa Alastor y sólo tocaba el trozo de tela del vestido de jade sucio de sangre que sus lobos habían encontrado tirado, perdiendo la esperanza de que siga con vida porque nada encontraban ni restos de su cuerpo mutilado y cada día que pasaba las ganas de buscarla disminuían, pero aunque fuera sólo, no se iba a detener.

Arlo toca su puerta y pasa, el alfa emanaba una aura de tristeza, angustia y poca calma y aunque era extraño por primera vez no había explotado en ira, simplemente estaba neutro.

—alfa, los lobos no encontraron nada otra vez— se da la vuelta para m
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