Capítulo 4

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ROXANNE.

El tipo sentada enfrente de mí con un traje azul claro y corbata gris.

— Me acompañaría a mi casa.— menciona el tipo y pone su mano en mi pierna, me sentí incómoda y alejé mi pierna de su mano que se movía haciendo masajes en mi piel desnuda.

— la cuenta.— demanda al camarero que se acercó a nuestra mesa.

Este imbécil cree que voy a pasar un roto a su apartamento.

Está muy equivocado.

El camarero trajo su tarjeta junto a su factura, camina casualmente a mí con una brillante sonrisa en su labio, mantiene sus ojos puestos en el escote de mi vestido.

* Este ya se la gano.* reprocha mi mente.

Le doy una cachetada al sentir su aliento muy cerca en mi cara.

— No, soy una puta.— le grito.

— No eres más que una perdida de tiempo y dinero.— me empuja y caigo al suelo, se va dejándome allí.

Estoy furiosa, pido al camarero que por favor me preste el baño, allí entró y me cambio mi vestido por unos pantalones gris y mi camisa azul.

El primer mensaje llega a mi celular, el cual vibra.

JEFA: Roxanne, ya.

YO: Hablamos en el hospital.

Salgo de allí, son la una y cuarenta minutos, voy retrasada a mi trabajo, pues debo estar en el hospital en aproximada mente quince minutos y estoy a diez manzanas de allí.

¡Maldición! Maldigo en mi interior, hoy tenía una cita a ciegas con un tipo, el muy canalla era uno de esos que quieren pasar un rato nada más.

* Eso te pasa por hacerle caso a Lissy.* me recuerda mi conciencia que a veces creo que tiene mente propia.

Corro como una loca esquivando a los turistas que transita la hermosa avenida Champs Elysées no me fijo por donde voy, solo esquive a una pequeña que estaba saltando hasta que mi cuerpo choca contra una pared de músculos callando sobre él, mi teléfono vibra por encima vez.

—•Sil vous plaît excusez, je vais un peu en retard.— me disculpo.

•por favor disculpadme, voy algo tarde.

Y no me fijo en él, me paro y sigo mi camino sin mirar a tras.

Ese hombre tiene los ojos fijos en mí, puedo sentir mirando hasta que me pierdo entre la multitud.

Una media hora después estoy parada frente al hospital, saludo al portero y me dirijo a pediatría.

— Llegas tarde.— me regaña mi jefa. — Nunca en tu vida vuelvas a hacer ir a un lugar con un tipo desconocido.— gruño.

— Estás de mal genio, necesitas sexo, eso te relajará.—

— No, ese tipo era un imbécil.— susurro.

— Debiste probarlo, vas a morir virgen mujer.— grita.

— Cállate, yo no soy virgen.— le recuerdo.

— Hay nena ni siquiera te acuerdas con quien perdiste tu virginidad.— El color rojo sube a mis mejillas.

Le debo la vida a esta mujer, ella me encontró cuando estuve a punto de morir por un golpe en la cabeza y varias heridas en mi cuerpo.

— El nene de la cama, doscientos uno, ha presentado fiebre y convulsiones.— me informa Lissy.

Busco mi carnet profesional y no lo encuentro en mi casillero.

— ¿Pasa algo Roxanne?— Lissy.

— Perdí mi carnet.—

— Busca debe estar en tu casillero.— Ella me aparta y busca en mis cosas.

— Creo que lo perdí cuando choque con la pared de músculos.—

— ¿Con qué?— Lissy.

— con un hombre.—

— Cuéntame.— Lissy. — tal vez más tarde debo visitar al nene.— Salgo en busca de la habitación doscientos uno; allí en la camilla acostado está un nene de aproximadamente seis años, con una intravenosa en su brazo derecho.

El niño ha tenido convulsiones debido a la fiebre, por lo cual mandé hacer exámenes de rutina para descartar cualquier problema más grabe.

Di mi ronda por pediatría revisando a todos mis pacientes y atendiendo consultas, fui a la sala de descanso que comparto con Lissy allí estaba mirando al techo de la habitación.

Me acuesto a su lado y mi cuerpo lo agradece.

— El día estuvo, ¡uf!.— susurro.

— Roxanne.—

— mm.—

— De verdad no recuerdas nada de tu pasado.— me menciona.

— Sabes que no, el médico dijo que podía recuperar o no.—

— Estaba guapo la pared de músculos.— Lissy cambia de tema.

— No me fije en él.— hablo restándole importancia. Sinceramente, ni lo vi, porque estaba de mal genio por el tipejo.

— ya usaste el consolado que te di.— Lissy.

— Por Dios, Lissy, deja de hablar de eso.— Ella se ríe, recuerdo que en mi cumpleaños número veinte y dos me regalo un juguete sexual en forma de un pene.

— Vamos, necesitas que te follen.— Lissy.

— Lissy, perdí mi carnet y esto puede ser algo conflictivo en mi trabajo.— cambio de conversación. Lissy es como mi madre es una mujer de cuarenta y cinco años, su cabello son rubio de ojos marrón claro, alegre, activa y bonita.

Salimos del hospital y las gotas de lluvia golpean el suelo, el frío de la noche se caló en mis huesos, corremos a donde nuestro auto en el parqueo, subimos, Lissy enciende la calefacción y enciende el auto, miro por la ventana, perdida en mis pensamientos observo a las personas que corren bajo la lluvia buscando un lugar donde refugiarse.

Mi vida cambió hace nueve años, en el accidente, buscamos a mi familia durante varios años y como no sabía mi nombre real siempre fue imposible.

Lissy siempre fue un de gran ayuda en el proceso de mi recuperación, ella es mi apoyo incondicional.

Salgo de mis pensamientos cuando el carro estaciona en el parqueo en nuestro departamento, sacó mi bolso y caminamos rumbo al ascensor el cual tiene un cartel blanco con letras negras que dice ▪︎hors service.

▪fuera de servicio.

Este es el peor día de mi vida, tenemos que subir seis pisos caminando por las escaleras, esto nos tomara quince minutos, los cuales si el maldito ascensor funcionará ya estaría metida en mi cama y arropada con mis sábanas.

Pero no estoy en el cuarto piso y aún nos faltan dos pisos y tengo frío. Al llegar a la puerta de nuestro departamento entró y voy a mi habitación.

Minutos después estoy en la sala en el gran sofá gris sentada envuelta en mis sábanas y con una taza de café humeante en mis manos, preparándonos para una maratón de películas en N*****x.

               º✾...✾º

Despierto por el timbre del departamento, hoy es mi día libre y siempre despierto tarde, me pongo de pie, llevo una batola color negro.

Abro sin mirar y dejo la puerta abierta.

— Oye espera, me voy a cepillar mis dientes.— hablo mientras me dirijo a mi habitación recogiendo mi cabello en una cola.

No escucho respuesta, pues es Jenny, mi vecina que nos ayuda en el aseo del departamento.

Cepillo mis dientes y salgo a la sala, mi corazón palpita, busco algo con que defenderme, pues hay un hombre en mi sala.

— Disculpa ¿Qué haces en mi departamento?— Trago saliva.

— Usted me dejo entrar.— responde.

— ¿Qué quiere?— pregunto a la ofensiva.

El hombre frente a mí es guapo, sus ojos son de color verde intenso, su cabello recogido en una cola de caballo y su barba no muy larga le dan esa aura de hombre poderoso.

— Lamento el inconveniente.— me sonríe y mis piernas tiemblan, me entrega una tarjeta blanca, es mi tarjeta profesional.

— la encontré después de que chocamos en la calle, fui al hospital y me dieron tu dirección.— menciona.

— La pared de músculos.— susurro.

— Disculpa.— Maldición no creí que pudiera escuchar.

— perdón, pero el día que chocamos sentí que me golpee contra una pared.— mis mejillas arden.

— soy Enzo.— me extiende su mano, la cual apretó, su piel es cálida y la retiro al sentir una chispa que recorre mi cuerpo y se centra en mi estómago.

— Roxanne.— murmuró afectada por lo sucedido anteriormente.

Mordí mi labio inferior, pues mi cuerpo se siente atraído a él.

— Podríamos tener una conversación más tarde en un café.— menciona.

— Lo siento, tengo que trabajar más tarde.—

— Lissy mencionó que hoy es tu día de descanso.— me guiña un ojo.

¡Te odio Lissy! Grito en mi interior, no puede ser más imprudente, porque le dijo que es mi día libre.

Se puso de pie y me entrega una tarjeta negra.

— si cambias de opinión el segundo número es mi celular personal.— sale de mi departamento cerrando la puerta tras él.

Ahí es donde me doy cuenta de que tenía el aire contenido, pues ese olor de su colonia me tenía aturdida ese mezclas de chocolate, vainilla y bosque; picaban en mi nariz.

Pongo la tarjeta en la mesita junto a mi taza de café.

En la tarde me siento a revisar mi W******p y a responder los mensajes de mis colegas, hasta que veo la tarjeta negra con letras doradas. A.R.M. y asociados.

* Llámalo.* Mi conciencia me anima,

tengo dos opciones, una ignorar al hombre.

* ignorarlo no es opción, querida ese hombre nos causa estragos*

Dos seguir los consejos de Liss y pasar un rato agradable con él.

* En su cama.*

* Cállate, solo es un café.* me regaño y mi misma por mis pensamientos, es la primera vez en nueve años en que un hombre haga estragos en mí.

Marco el número en mi celular y al segundo tono.

— Hola.— su voz es ronca y suave.

— Hola, soy Roxanne.—

— Hola Ross, creí que no me llamarías.— Su voz es agradable y mi corazón se acelera.

— Podemos hablar, en el café, cerca de mi departamento, a las ocho.—

— A las ocho nos vemos allí.— Cuelgo sin antes decir adiós, y dejar escapar una gran suspiro.

No sé que tiene este hombre que hace estragos en mi cuerpo y mente, muevo la cabeza sacando algunos pensamientos, miro la hora y tango una hora para salir a tomar un café con el señor Enzo.

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