Ariadna entró a su habitación, su esposo estaba recostado sobre la cama y cargaba a su hija sobre su pecho. Se quedó quieta sin hacer ningún ruido para poder disfrutar más tiempo de esa hermosa imagen.Durante los primeros días en casa con su hija, apenas habían dormido. Pero eso no importaba, amaban a su pequeña. Estaban consciente que el ser padres no sería una tarea para nada fácil y que siempre tendrían que estar en alerta y asegurarse de dar lo mejor de ellos. Ahora, dos meses después ya habían aprendido a organizarse mejor para que ambos pudieran descansar un poco más.—¿Piensas quedarte ahí toda la noche? —preguntó Alexander interrumpiendo sus pensamientos.Ella sonrió.—¿Aún hay espacio para mí? —cuestionó divertida mientras se acercaba a él.—No sé por qué preguntas algo así. —Él estiró su brazo derecho y la invitó a que se acomodara a su lado— Sabes perfectamente que este es tu lugar —Ella no lo pensó dos veces, subió a la cama y le dio un beso en su mejilla.—Lo sé —Ariadna
Alexander salió de su oficina a una velocidad impresionante que por poco se estrella contra su asistente. Se disculpó y sin mirar atrás siguió su camino. Él había recibido una llamada de Lillie para avisarle que su esposa iba rumbo al hospital. Ese día solo había ido a la empresa para revisar un asunto importante, y luego volvería al lado de su esposa, ella estaba a punto de dar a luz a su quinto hijo. Bueno, en realidad sería su cuarta hija, ya que habían tenido un varón el cual había nacido solo un año después de su primera hija.Al igual que pasó con sus otros cuatro hijos, esta pequeña a punto de venir al mundo, tampoco había recibido la notificación de cuando debía nacer. Se supone que aún faltaba alrededor de una semana.Algunos lo miraron con curiosidad y otros con diversión. Corrió por el edificio sin detenerse hasta que llegó a su auto. Tomó una respiración profunda antes de encender el motor.El tráfico a esa hora, en esa zona de la ciudad, no le estaba ayudando en nada. Se
SINOPSIS: Jessica Fowler fue una modelo neozelandesa muy reconocida por más de una década, incluso a sus cuarenta años aún era el rostro de algunas marcas importantes. En su vida había amado a un solo hombre, y ese era, el padre de su hija. Con el tiempo ese amor se convirtió en solo un recuerdo. Ella misma se había convertido en una mujer fría que solo vivía por y para su carrera. La única persona que podía sacar lo mejor de ella, era Ariadna, su hija, pero eso no sucedía muy a menudo. Decidida a recuperar el amor de la hija que había dejado atrás hace tantos años, vuelve a Nueva Zelanda. El corazón de su hija dispuesto a tenerla en su vida, no fue lo único que encontró de regreso a su país. Sino también, su propio corazón abriéndose a la posibilidad de volver a sentir lo que es estar enamorada. Sentirse atraída por un hombre de 35 años, de seguro que no era lo que Jessica esperaba. William no era un hombre al que le gustaba comprometerse en una relación, amaba su libertad. A dif
Jessica no pudo ocultar su alegría al recibir la llamada de su hija. Ella casi nunca la llamaba, no, desde aquel trágico accidente. Pero no fue solo el hecho de que la estuviera llamando lo que la sorprendió, sino, el motivo detrás de aquella llamada.Su hija, su pequeña, se iba a casar, por segunda vez.Sabía que ella no tenía el derecho de opinar sobre la vida de su hija, pero no podía evitarlo. Era la única persona que amaba en el mundo, y le importaba más de lo que dejaba ver. A lo largo de su carrera había ganado tantos admiradores, como personas a las que ella no era de su agrado. Y no estaba dispuesta a mostrarle a esas personas su punto débil.—¿Asistirás a su boda? —preguntó Jérémie, su amigo y socio.—Por supuesto. Aunque el aviso me llegara con tan poca antelación —Algo que le sorprendía aún más—, tengo que ir. No sé qué fue lo que pasó en la vida de mi hija para que tomara esta decisión tan precipitada, creo.—Si no me equivoco ya pasaron dos años desde que perdió a su nov
Quizás aquella extraña corriente que sintió al entrar en contacto con su piel, era una clara señal de que debía alejarse. Ella no parecía ser la clase de mujer con la que un hombre como él, pudiera si quiera entablar una conversación. Tampoco podía tener una vaga idea de lo que pasaba por su mente, la mujer era como témpano de hielo. Pero era muy diferente cuando miraba a su hija, su rostro se le iluminaba. Ella retiró su mano más rápido de lo que a él le habría gustado. Ni siquiera dejó que depositara un beso en su dorso a como lo había hecho su hermano y su padre. Sintió que fue desplazado de su sitio por su tía Lauren. Pudo ver una pequeña sonrisa en sus labios por esa acción. —Hola, soy Lauren Green —se presentó su tía. Jessica sonrió con amabilidad y correspondió a su saludo luego se presentó. Después de todo, quizás no sea tan fría. Era obvio que su tía ya sabía de quien se trataba. La tomó del brazo y se la llevó. Su tía era una mujer muy amable, carismática y era muy difí
Dos meses después.París, Francia.—¿Estás segura de esta decisión? —Cuestionó Jérémie. Él no parecía para nada convencido y era obvio que la idea le desagradaba. Pero a ella poco o nada le importaba lo que él opinara. Ya había tomado su decisión, y nada la hará desistir.—Muy segura.—Jessi —él se acercó a ella y la tomó de los hombros— Podrías pensarlo un poco más, estás hablando de dejar atrás todo…—Ya hemos hablado de esto antes —muchas veces diría ella.Desde que volvió de su viaje le había contado sus planes. Además, había contratado a una asistente y le había enseñado todo lo que sabía sobre escoger a modelos nuevos con un gran potencial y llevarlos a las mejores pasarelas de Europa.—No estoy dejando mi trabajo, solo lo estoy llevando a otro continente. Puedo conseguirte a los mejores desde allá. —Pero no dudaría en dejar todo de ser necesario.—Se que podrías, pero sabes que los mejores están aquí.—Bueno, tu madre no pensaba lo mismo cuando me dio la oportunidad de modelar.
Jessica ya no estaba segura de que aceptar aquel paseo con William era buena idea. ¿En qué estaba pensando cuando decidió aceptar? Ella solo quería demostrarle que hiciera lo que hiciera, no iba a enredarse con él, y William tendría que aceptarlo. Ya no podía seguirse escondiendo de él, debía afrontarlo. No necesitaba un romance justo ahora, mucho menos a nadie que estuviera diciéndole todo el tiempo que hacer. Estaba ahí por un solo motivo y ese era cuidar de su hija.El toque en su puerta la hizo dar un respingo.—¿Jessica? —era él— Se sintió tentada a no responder y esconderse todo el día en su habitación— Ni siquiera pienses en echarte para atrás.«Idiota» —Pensó— ¿Es que acaso sabía lo que pasaba por su mente?Se dio una última mirada en el espejo antes de ir a abrir la puerta.—No tenías por qué subir hasta aquí. —dijo en cuanto abrió. Fijó la mirada en él, pero lo encontró recorriéndola con su mirada. Llevaba unos vaqueros ajustados y una blusa de tirantes. En sus manos aún ten
Jessica se quedó debajo del agua por un largo rato. Ni el agua fría podía apagar el fuego que él había dejado en su cuerpo con sus besos y sus manos en cada parte que la tocaron, incluso sus palabras la habían provocado de una manera que nadie había tenido el poder de hacerlo. Se negó a acariciarse ella misma para aliviar un poco el deseo que la estaba consumiendo, nunca lo había hecho y no iba a empezar ahora. Aún tenía el control o al menos eso esperaba.En su vida había tenido algunas aventuras, tomaba todo el placer que podían otorgarle y eso era todo. Ni siquiera le gustaba compartir su cama con nadie mientras dormía. Tampoco tenía la necesidad de ir en busca de una aventura, ellos venían hasta ella, y solo tenía que elegir.«¿Y si solo tenía sexo con él?»—NO —dijo descartando la idea de su mente tan rápido como apareció. Dejó de torturarse y terminó su baño. Bajó a la primera planta, ahí la esperaban Alexander y Ariadna para cenar.—Madre, escuché que recibió un obsequio.—¿Obs