Después de terminar la llamada con Alexander, Ariadna se recostó en la cama, acarició su vientre y comenzó a hablarle a su bebé. Luego de unos segundos sintió un movimiento apenas perceptible. Aun así, no podía estar tranquila.Se levantó lo más rápido que pudo, salió de la habitación y caminó hasta la habitación de su madre.—William —Llamó antes de llegar a la puerta— William —dijo esta vez al mismo tiempo que tocaba. Volvió a llamarlo a él y luego a su madre. Escuchó sus voces y no tardaron en abrir. Su madre fue la primera en aparecer, vio a William más allá terminando de colocarse su camiseta.—hija, ¿qué sucede?—William, ¿podrías revisar si mi bebé está bien?—¿Qué? ¿Te sientes mal? ¿Estás sangrando o…—No, no. Solo no la he sentido moverse desde hace días. Ella siempre está inquieta.—No tienes de que preocuparte, es algo normal. Pero para estar tranquilos voy a revisarte. Cariño, llévala a su habitación. Estaré con ustedes en un minuto.William se quitó el Estetoscopio, la m
Ariadna miró a Alexander con su ceño fruncido, evidentemente estaba confundido y tenía preguntas al igual que ella. —¿Cariño? —Musitó Alexander. —Aria, vamos —Oliver extendió su mano para que ella la tomara. —Mi amor ¿Qué sucede? ¿Quién es él? Su respiración empezó a dificultársele, era como si el aire no pudiera llegar hasta sus pulmones. Levantó su mano y estiró su brazo hacia el hombre que sabía que jamás la dejaría. En dos largas zancadas Alexander llegó hasta ella, la envolvió en sus brazos y besó su cabeza. —¡Santo cielos! ¿Qué ha pasado? ¿Por qué estás así? —preguntó al sentir el cuerpo de su esposa temblar. —Sácame de aquí —dijo con dificultad. Alexander no dudó en tomarla en sus brazos. Le dio una mirada al hombre antes de comenzar a caminar hacia dentro de la casa. —Volviste —susurró ella acunando su mejilla. —Así es, preciosa. Ariadna se quejó y llevó su mano a un costado de su vientre. —Cariño ¿Qué sucede? ¿Estás bien? —Cuestionó aún más preocupado. Su hija esco
Oliver tocó el timbre y esperó a que le abrieran la puerta. La persona que lo recibió fue Emma.—¿Cómo está, señora?—¿Oliver? —preguntó. Cuando Ariadna les dijo esa mañana que él estaba vivo no podía creerlo. Incluso ahora que lo tenía frente a ella, dudaba.—¿Puedo pasar? —Emma lo dejó entrar, y mandó a llamar a Brian. Él se mostró igual de sorprendido que su esposa.—Señor Kelly —saludó Oliver.—Entonces es verdad. Estás vivo.—Así es señor. Yo…—¿Podrías explicarte? ¿Sabes todo lo que sufrió mi hija por tu culpa?—Lo sé, Brian. Y lamento no haber venido antes. Pero no estaba en condiciones —dijo mientras levantaba la tela de los pantalones de su pierna izquierda haciendo que se mirara la prótesis que llevaba desde hace poco más de un año.—Esa no es ninguna excusa. Pudieron tú y tu familia decírnoslo. No solo Ariadna confiaba en ti, todos nosotros lo hacíamos.—No sé qué decir. Tienen razón, pero en ese momento pensé que era lo mejor. Ahora estoy aquí y necesito hablar con Ariadna
Alexander había salido de la cocina cuando ella le dijo a Oliver que era mejor que se marchara y él se había negado a irse. Lo habría podido detener antes de que él intentara besarla, pero por un momento flaqueó su confianza en ella y pensó que Ariadna no rechazaría a Oliver. Ahora estaba arrepentido de haber dudado de su esposa.—¿Estás bien? —preguntó en cuanto él estuvo a su lado. Rodeó su cintura y tomó una de sus manos.—Sí. Oliver ya se iba.—Entonces, lo acompaño a la salida.—Aún tengo algo que decirles, a ambos.—Oliver…—Es sobre la deuda de Brian con el banco.En ese momento Jessica llegó a la sala, pero nadie notó su presencia.—Eso deberías hablarlo con mi padre.—Ya lo hice, y es por eso que ahora necesito hablarlo con ustedes. Brian me dijo que todo estaba resuelto con el banco. Entonces pensé: Con una deuda tan grande y tú padre enfermo. No pudiste haber pagado esa deuda tan rápido —Le dijo a ella— Por lo que, averigüé un poco, y me di cuenta que fuiste tú quien pagó l
Alexander interpuso su cuerpo entre su esposa y la recién llegada. —¿Qué quieres? —Él recordaba perfectamente el nombre de la mujer que había acosado a su esposa meses atrás. —No estoy aquí para crear problemas, solo quiero hablar contigo. —No estoy segura —dijo Ariadna—, la última vez que hablamos… —Sé que no fue para nada agradable, y me disculpo por ello. Ariadna sintió sinceridad en sus palabras y en su mirada. No está segura de lo que le haya ocurrido, pero parecía alguien diferente. —Está bien —aceptó. Vio a su esposo con la intención de protestar. Pero ella le dio una de esas miradas, como cuando pedía que hiciera algo por ella, y era difícil que él se negara. Además, él estaba a su lado, nada podía pasarle. —Kayla ¿cierto? ¿De qué quieres hablar con mi esposa? —cuestionó cuando estaban en la sala. —Para empezar mi nombre es Chloé. —La sorpresa en los rostros de ellos no se hizo esperar— Kayla se llamaba mi hermana, murió el día del accidente en el que Oliver también mu
—Estaba seguro que llamarías pronto —dijo una voz demasiado conocida para ella.—¿Oliver, que crees que estás haciendo?—¿Te da gusto escucharme princesa?—Dime, dónde está mi madre —pidió ignorando sus palabras. No tenía tiempo para estupideces. Escuchó algunos movimientos y luego la voz de su madre.—Cariño.—¡Madre!—Tranquila hija. Estoy bien. No hagas nada de lo que este idiota…Ariadna escuchó el sonido de una bofetada y a su madre quejarse«¿Pero qué demonios estaba pasando?»—¿Mamá?—Escúchame bien princesa. Si quieres ver nuevamente a tu querida madre, ven a Adventure Helicopters —Oliver le dio la dirección exacta, aunque ella ya tenía una idea de donde quedaba. Ese era uno de los negocios de la familia Palmer— Te estaré esperando en el segundo piso. Y por supuesto, ven sola, de lo contrario no podré asegurar la seguridad de madre.—¿Te volviste loco? ¿Por qué haces esto? ¿Te das cuenta del daño que me haces? —dijo con un nudo en su garganta.—Ya tendremos tiempo suficiente p
Alexander pedía al cielo que todo fuera producto de una pesadilla y que pronto pudiera despertar. La opresión en su pecho le decía sin dudas que todo era real. Ariadna se había ido sola a buscar a su madre. En cuanto Chloé le dijo la verdad, todo dejó de existir para él y actuó en automático, solo tenía en mente una cosa; y era llegar hasta su esposa. Su hermano William, actuó de la misma manera.No saber cómo estaba ella lo estaba volviendo loco.Apenas logró estacionar el vehículo cuando ambos salieron del mismo. Alexander reconoció la camioneta de su esposa y también se percató de la llegada de una mujer de mediana edad, pero ninguno se detuvo a ver de quien se trataba. Estaban a punto de entrar al edificio cuando se escuchó un disparo que los hizo detenerse en seco.Miles de escenarios invadieron su mente y el pánico quiso apoderarse de él, pero no se lo permitió, y se negó a creer que pasaría lo peor. Apretó sus puños, y con la fuerza que emanaba del profundo amor que tenía por s
Ariadna entró a su habitación, su esposo estaba recostado sobre la cama y cargaba a su hija sobre su pecho. Se quedó quieta sin hacer ningún ruido para poder disfrutar más tiempo de esa hermosa imagen.Durante los primeros días en casa con su hija, apenas habían dormido. Pero eso no importaba, amaban a su pequeña. Estaban consciente que el ser padres no sería una tarea para nada fácil y que siempre tendrían que estar en alerta y asegurarse de dar lo mejor de ellos. Ahora, dos meses después ya habían aprendido a organizarse mejor para que ambos pudieran descansar un poco más.—¿Piensas quedarte ahí toda la noche? —preguntó Alexander interrumpiendo sus pensamientos.Ella sonrió.—¿Aún hay espacio para mí? —cuestionó divertida mientras se acercaba a él.—No sé por qué preguntas algo así. —Él estiró su brazo derecho y la invitó a que se acomodara a su lado— Sabes perfectamente que este es tu lugar —Ella no lo pensó dos veces, subió a la cama y le dio un beso en su mejilla.—Lo sé —Ariadna