-Buenos días, Reina Joselinne. ¿Cómo se encuentra el día de hoy?- Sonríe una mujer hermosa, de cabello color oro, piel blanca como la leche, alas de color blanco, vestido que parecía hecha de una seda que solo los dioses pueden lucir y que dejaba ver su figura pero cubría lo demás y ojos de color sangre mientras sujeta la mano de la bruja de la oscuridad. Ella era la bruja de la luz y sabía a qué venían exactamente.

-¿De nuevo aquí? ¿A quién has traído en esta ocasión?- La otra mujer se mantiene sin ninguna expresión mientras sujeta la mano de su hermana mientras mueve sus alas negras, teniendo cabello negro como la misma noche, ojos de color dorados y un vestido negro ajustado al cuerpo que revelaba gran parte de su piel y partes de su cuerpo. Salen juntas del árbol pero solo para estar en el césped, sin alejarse de su hogar.

-Si, he venido a que tenga un guardián. Entiendo y sé que solo debemos tenerlos los de la nobleza o los que sepan cómo invocarlas ante su conjunto compuesto per