Capítulo 36

Después de la exitosa apertura de "El Refugio Literario", el café-librería rápidamente se convirtió en un punto de encuentro popular en la ciudad. Las personas acudían no solo por el delicioso café y la selección de libros, sino también por la atmósfera acogedora y la calidez que Paul y yo emanábamos.

Una tarde, mientras estaba organizando los libros en las estanterías, un hombre mayor se acercó a mí con una expresión de curiosidad.

—Disculpe, señorita —dijo—, ¿este lugar pertenece a usted y a su esposo?

—Sí, así es —respondí con una sonrisa—, Paul y yo somos los dueños. ¿Le está gustando el café?

—Me encanta —respondió él—, y veo que también tienen una colección impresionante de libros. Me recuerda a la librería de mi infancia. Mi nombre es Don Roberto, y solía ser dueño de una librería hace muchos años.

Nos pusimos a conversar, y Don Roberto compartió historias de su tiempo como librero. Sus ojos brillaban con nostalgia y pasión, y cada relato me inspiraba más. Pronto, se convirtió
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