AlberthTarareando una melodía que siempre me relajaba, salí de la ducha y tomé una toalla para secarme. Me acerqué a la cama y observé a mi esposa dormir plácidamente. No quería despertarla, así que con cuidado, me dirigí al pequeño cuarto donde guardaba mi armario. Las paredes estaban forradas de estanterías llenas de ropa, zapatos, relojes de marcas exclusivas y perfumes.Me decidí por un smoking negro con una camisa de botones blanca y elegante, y un pantalón negro a juego. Me puse unos calcetines de marca y mis zapatos italianos favoritos. Luego, apliqué un poco de mi perfume de lujo antes de volver al dormitorio. Me incliné suavemente y le di un beso en la mejilla a mi esposa. Ella balbuceó algo entre sueños y sonrió.Salí del dormitorio con mi maletín en mano y me encontré con mi tía en el pasillo.—Ya está listo el desayuno, Alberth —mencionó ella con una sonrisa.—Gracias, tía, pero desayunaré en el hospital. Ya es tarde y debo atender a mis pacientes a tiempo —respondí, levan
《Valeria》Una vez lista, estaba decidida a salir para buscar la manera de resolver el problema de mis tíos en mi empresa. Esa mañana, desayuné y me alisté como siempre. Al mirarme en el espejo, me veía radiante; me sentía muy feliz porque las llamadas habían desaparecido y estaba segura en los brazos de mi esposo. Bajé las escaleras y le notifiqué a la tía Gloria que iría a la empresa, pero le pedí que no se lo comentara a mi marido si llegaba.Salí y me dirigí a uno de los chóferes, pidiéndole que me prestara el coche porque quería manejar sola. El chófer, sorprendido, accedió. Manejé hasta la calle, pero me detuve a recibir una llamada. Era un contacto desconocido. Respondí nerviosa, pero al escuchar la voz al otro lado de la línea, sonreí.—¡Jared! ¿Este número es nicaragüense?—Mi querida amiga Valeria, te cuento que estoy en Nicaragua.—¿En serio? ¡Sí, me dijiste que regresarías! Vaya tan rápido, que bien.—Cumplo lo que digo pequeña, me da gusto escucharte. Me gustaría que nos e
《Alberth 》Era difícil de creer todo lo que mis ojos veían. ¿Cómo era posible que Valeria tuviera algo más íntimo con ese supuesto maestro de artes marciales o amigo, el tal Jared? No quería creerlo, pero sin embargo, cuando ella me cortó las llamadas y no quiso decirme dónde estaba, tuve mis dudas. Al llegar a casa, salimos discutiendo. Ella decía que se iría de mi lado, pero se ha equivocado. Su castigo será estar atada a mí. Al parecer no me ama, claro, después de estos tres años, ¿cómo podría amarme si estaba al lado de su supuesto amigo? Si deseaba divorciarse, tendría que esperar a que la cláusula del contrato finalizara. No importa, sé que la amo, pero no puedo seguir así.Dejando escapar un suspiro, salgo del cuarto de baño y la veo ahí, en la cama. No le digo nada más. Ella se me acerca y me dice que me dará una explicación. Sin embargo, niego con la cabeza.—No necesito una explicación. Lo hecho, hecho está. No sé si es verdad o mentira, pero tus acciones dicen más que mil pa
《Valeria》Últimamente, mi vida ha cambiado nuevamente por un malentendido. Mi esposo cree lo peor de mí, y no quiso escuchar una explicación de mi parte. Ahora tendrá que aguantar todo lo que tengo pensado hacer. Esta tarde, iré al gimnasio de Jared para empezar a entrenar. No puedo simplemente relajarme mientras otros están detrás de mí, esperando cazarme. Solo ruego a Dios que nada malo les pase a mis seres queridos. Según me dijo el detective amigo de mi madre, los tipos que me estaban vigilando en Las Vegas aún siguen buscándome en las ciudades pequeñas. Por suerte no se dieron cuenta cuando salí del país.Exhalé el aire fresco de la mañana mientras observaba el jardín. Las flores de cortez adornaban el amplio jardín de esta mansión. Suspiré y cerré la ventana. El aire era gratificante, pero tenía que bajar para el desayuno. Me vi en el espejo mientras peinaba mi cabello. Creo que necesito un corte. Elegí mi ropa: un conjunto de top blanco con un short de jeans corto. Me puse unos
Albeth.Al llegar a la mansión, entré sin decir una sola palabra. Mi tía, al verme, se encogió de hombros y desapareció por el pasillo de la cocina. Exhalé, soltando el aire contenido en mi pecho. El día había sido agitado; la empresa estaba evolucionando rápidamente, especialmente el restaurante en Rivas. Por eso tenía un viaje previsto en estos días. Subí a mi habitación, dejé mi maletín sobre la mesa, entré al cuarto de armario y me quité toda la ropa, dejándola en el cesto de ropa sucia. Me puse un short y fui directo a la sala de ejercicio. Aunque aún me sentía exhausto, necesitaba liberarme del peso del día. Ver el comportamiento de Valeria con ese tipo sinvergüenza no dejaba lugar a dudas sobre lo que sucedía entre ellos. Traté de no pensar en eso, y seguí con mi rutina. Al terminar, recordé que debía revisar el video con Valeria. Entré a la ducha, encendí la regadera y dejé que el agua fluya sobre mi piel cansada.Mientras enjabonaba mi piel, sentí unas pequeñas manos rodear m
ValeriaEstaba entrenando con entusiasmo, siguiendo cada movimiento que Jared me enseñaba. El taekwondo y el boxeo me mantenían concentrada, olvidándome por un momento de los problemas que rondaban mi mente. Cada golpe, cada patada, era una liberación de la tensión acumulada.Después de un rato, mi cuerpo comenzó a exigir una pausa, así que me acerqué a la botella de agua que había dejado al borde del tatami. El líquido frío recorrió mi garganta, refrescándome. Mientras me tomaba un respiro, Jared se acercó con una sonrisa.—Mañana te mostraré otros tipos de defensa, algo más avanzado —me dijo, con esa confianza típica suya.Sacudí la cabeza, sonriendo un poco a pesar de que el tema me pesaba en la mente. —No creo que pueda. Tengo un viaje.—¿Un viaje? —repitió él, sorprendido—. ¿Con tu esposo?—Sí —respondí, apartando la mirada por un segundo antes de volver a verlo—. Es un viaje de negocios.—¿En serio? Pensé que…—¿Pensaste qué? —lo interrumpí, cruzando los brazos.—Bueno, como los
Albeth Cuando llegamos a la casa en Rivas, baje del coche enseguida mi esposa junto a mi tia, los guardias bajaron las cosas. Entré primero, seguido de Valeria, me encontré con los empleados organizando el lugar. Al frente estaba doña katrina, su esposo, Dionisio, junto a ellas su hija y las dos empleadas. Ellos eran los encargados de esta villa.Mi tía fue la primera en saludar. —¡katrina! Qué gusto verte,— saludo con una sonrisa cálida. Luego, se volvió hacia la hija de katrina. —¡Pero qué grande estás, karelia.Karelia, con una sonrisa tímida, respondió: —Hola, ¿cómo están?—Vaya, a crecido rápido.—Hola, señor Alberth— saludó katrina amablemente.—Cuanto tiempo, veo que todo esta tal y como lo he dejado hace años. Y tu, Karelia has crecido mucho. Ya estás mayorcita— le comenté, tratando de recordar la última vez que la había visto. —Sí, ya cumplí 20 años.—¡Vaya, qué bueno!— respondí, genuinamente sorprendido por cómo había pasado el tiempo. —Les presento a mi esposa, Valeria.—
Valeria.Miraba el amanecer con nostalgia. Los primeros rayos de sol acariciaban el horizonte, iluminando la habitación con una luz cálida pero tenue. Sentía un nudo en la garganta al recordar a mi padre. Pronto se cumplirán cuatro años desde su muerte y aún no sabemos quiénes fueron los responsables. Su muerte quedó impune, igual que la de mi padrino Jovanny. La tristeza siempre estaba presente, pero esta vez venía acompañada por el miedo. Me invadía el pánico de perder a Alberth o a mi nana, y esa fue la razón por la que decidí irme, para alejarlos del peligro. Pero el destino quiso que volviera a encontrarme con mi esposo. Ahora, nos enfrentamos a otro problema el cual provoca que desea alejarme, la desconfianza y los celos no traen nada bueno.Suspiré profundamente y bajé a la sala, lista para el día. Mientras caminaba hacia la cocina, escuché una conversación en el pasillo que me detuvo en seco.—Él es muy bueno. Recuerdo cuando venía con sus padres. Siempre me ha gustado y se no