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Deja la ficcion, Bienvenida al mundo real Dra Brown

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—Despierta dormilona — gritan y luego siento el golpe de una almohada.

—No me molesten — protesto.

Mi estado de ánimo hoy no es el mejor y tampoco ayuda que tenga que tratar con Valentina.

Se tiran encima de mí y enseguida sé que es ella cierro los ojos tratando de calmarme y luego le doy un empujón causando que caiga de bruces al suelo.

—Te agradecería que no me tocaras, respeta el espacio íntimo — proclamo irritada.

—Que pasa chicas — pregunta Mar despertándose por nuestra pelea

—No te metas donde no te llaman — la callo

Abre los ojos confundida ante mi tono y hasta puedo ver sus ojos cristalizarse.

—Uno de esos días — ruedo lo ojos.

—¿Uno de esos días? — cuestiona confundida

Miro fijamente a mi compañera para que no hable.

—Uno de esos días donde estas más loca que yo— se carcajeó Valentina

Y entonces como si hubieran abierto un grifo empiezo a llorar, no hallo un motivo en específico solo tengo ganas de llorar, como si me hubieran dado la noticia de una muerte o como si me dijeran que la Nutella está en peligro de extinción " lo sé no es un animal" pero sufriría más por eso. Al final la discusión queda olvidada y las chicas me abrazan hasta que mi llanto cesa y los hipos se calman.

—Ahora me pueden explicar que pasa — susurra Mar

Vale me mira esperando mi afirmación para hablar, pero yo niego y empiezo a hablar.

—La mayoría de los trastornos psicológicos son el resultado de un pasado trágico, doloroso; sin embargo, ese no es mi caso, toda mi vida fue perfecta. Al menos a los ojos de todo el mundo, padres trabajadores y amorosos, una casa familiar y el dinero suficiente para vivir cómodamente, pero hay veces que eso no es suficiente, nada es suficiente y entonces te das cuenta que ese vacío dentro de ti es imposible de llenar, o no has encontrado con que hacerlo.

Suelto un profundo suspiro y las manos de Mar en mi hombro dándome apoyo me animan a seguir.

—Los cambios de ánimo empezaron a los 13 años, al principio decían que era normal, a causa de que estaba dejando de ser una niña, pero no pararon con el tiempo se fueron agravando hasta el punto de que fui enviada a este lugar. Mis padres no querían hacerlo, preferían sufrir las consecuencias a alejar a su única hija, pero fueron obligados cuando estos cambios empezaron a enfocarse no solo en los demás, la auto lesión fue una manera de luchar contra la rabia.

Las miradas de compasión me molestan, nunca me ha gustado que se compadezcan de mí, restándole ignorancia termino de contar.

—Me diagnosticaron Trastorno Bipolar — susurro.

—Eso no es igual que lo de Rochi? — cuestiona confundida.

Niego varios beses con la cabeza.

—No, suelen confundirlas; pero son muy diferentes — miro directamente el techo— El trastorno bipolar es una afección mental en la cual una persona tiene cambios marcados o extremos en el estado de ánimo. Los periodos de sentirse triste o deprimido pueden alternarse con períodos de sentirse muy feliz y activo o malhumorado e irritable.

"Se pueden imaginar cómo se siente eso; no, estoy segura de que no pueden."— pienso, pero no lo digo.

Con todo el pesar del mundo camino hasta la consulta de Tyler; mi médico. Los pasillos me parecen interminables, por fin llego a la puerta y doy dos leves toques con los nudillos.

—Pase! — se escucha desde dentro.

Tomo una gran bocanada de aire y abro la puerta, yendo directo a sentarme.

—Hola Mia como te encuentras — pregunta sin mirarme mientras guarda unos papeles.

—Bien.

El susurro lastimero parece alertarlo por que quita la mirada de los papeles y se levanta apresurado.

—¿Qué pasa? — se para delante de mi

Me encojo de hombros restándole importancia.

—Ya debes saber sobre mi comportamiento, puedes mandarme a castigar — afirmo

Y por mi comportamiento me refiero a que le devolví de manera "no muy amable "las pastillas a la enfermera.

—Hey linda— se pone en cuclillas para estar a mi altura —dime que paso, el tratamiento estaba funcionando, algo tuvo que alterarte?

—¡Nada! — farfullo mirando hacia otro lado, cuando sus hermosos iris verdes me miran directamente pierdo toda fuerza.

— No me mientas, te conozco lo suficiente —me toma de la barbilla y me hace mirarlo, sabe que así no le puedo mentir.

—Recibí una carta de mis padres, mamá está enferma— susurro dejando escapar algunas lágrimas.

—Tranquila hermosa, todo va a estar bien— afirma y me abraza.

Su voz me trasmite una calma y sosiego increíble, me hace sentir por un momento que todo estará bien; aunque sé que no.

Narrado por Mar

Dentro de estas paredes nada es lo que parece, en ciertas ocasiones me recuerda a la escuela, el tiempo pasa lentamente y con ello llega el aburrimiento, llegamos a meternos en muchos problemas.

Comencé a esconder de mi medicina, a salir en la noche a escondidas, es divertido asustar a las enfermeras.

Hoy no me siento mucho ánimo, a pesar de estar en este lugar en ocasiones hacer lo que quiero, el sentimiento de soledad siempre llega.

Tratar de querer entender a mis padres el dejarme acá, él ellos vivir su vida libre mientras estoy encerrada en este lugar, son cosas que me deprimen.

Camino a mi habitación y se puede escuchar de lo lejos a alguien llorar, me acerco y entre más lo hago más se escucha el llanto.

Abro la puerta de la habitación y observó a Mia, la chica más centrada de las tres en posición fetal, abrazado un pequeño oso de felpa que le dio el doctor Tyler, tan solo me siento a su lado en silencio, no sé cuánto tiempo pasa, pero rocío se hace presente ella se sienta en el lado derecho de Mia.

Dejándola a ella en el medio, los segundos parecían eternos, cuando se calma nos mira y sonríe.

—Murió mi abuela, me escribieron en una carta.

—¿Recibes carta?

—Ella mueve el contrabando —Ríe Ro y ambas lo hacemos por su comentario.

—Por lo menos tienes contacto.

—Nunca nos dirás como es tu familia— Me observa rocío y tan solo niego con la cabeza.

Decidimos dejarla sola un rato, me dirijo a mi obligada cita terapéutica, al entrar tan solo me acuesto en ella diván.

— ¿Hoy tampoco hablarás?

—Estoy algo celosa, Tyler.

— ¿De o de quién?

—Mia

— ¿Tu amiga?

—Sí, ella tiene contacto con sus familiares.

— ¿Quieres comunicarte con los tuyo?

—No, no quiero saber de ello, me refiero a que sabe que alguien la quiere como es.

— ¿Cómo es ella?

—Me da rabia cuando te pones tarado que nunca entiendes.

—Es mi trabajo ayudarte.

—No hay nadie que pueda ayudarme, últimamente los pensamientos de muerte llegan a mi mente.

—Hacia ti o a otras personas.

—Ambas.

Él me mira un poco extrañado, pero no dije nada más, tan solo me sentí allí mirando un punto fijo en el techo tratando de no pensar.

Los recuerdos de mi niñez me invaden con un balde de agua fría, ¿Pensar en el futuro? Es algo imposible eso ya.

Mis metas y mis sueños fueron destruidos, me siento como un cascarón vacío, no hay nada en mí.

Al terminar mi sección camino por las instalaciones, no sé por qué estaba caminando en dirección de un sótano, me doy cuenta cundo un enfermero me detiene, era alto, algo relleno, de un color de piel canela, tenía los ojos claros, me observa por un minuto seriamente.

— ¿Qué haces acá?

—Tan solo me perdí

— ¿Te harás la loca ahora? Te aconsejo no volver acá —Escucho unos gritos de ayuda.

—¿Qué pasa acá?

—Vamos a tu habitación.

—No quiero.

Trato de pasar, pero él me detiene, para luego agacharse y poder cargarme sobre sus hombros como un costal de papá, camina en dirección opuesta de las habitaciones, me lleva a un área que se ve deteriorada hay unas enfermeras que le abren la puerta de una habitación y me tira en la cama.

Sus ojos me dan miedo, no dice nada más, tan solo se va dejándome allí, a mi lado puedo ver una chica que está algo pálida.

No sé en qué me acabo de meter, pero no me gusta nada lo que está pasando

Narrado por Mia:

Soy arrastrada “literal” arrastrada por los pasillos hasta las salas de castigo. A pesar de llevar un tiempo aquí nunca había estado en esta área, siempre había conseguido mantenerme en las sombras.

Se detienen de momento cuando me escuchan reír.

—Y a esta que le da risa ahora— susurra una de las enfermeras a la otra.

—Yo qué sé— responde jalándome cuando me siento en el piso.

Sigue tirando de mi brazo sin resultados, sigo sentada.

—Esta niñata loca — se queja y me toma por el pelo obligándome a ponerme de pie.

Me arrastra hasta una de las habitaciones y me tira dentro, luego sierra con llave ¿será esto legal?

—Tendría que estudiar derecho — murmuro y me siento en la cama.

Miro las blancas paredes fijamente, la habitación es mucho más pequeña que la nuestra y en ella solo se encuentra la indispensable, una minúscula cama, una silla, un retrete para que no tengamos que salir al baño y nada más; como si fuéramos presos. ¿Pensándolo bien… sí que debería ser abogada para acusarlos por maltrato y detención ilegal, aunque si mis padres me trajeron no es ilegal, ¿verdad?

¿Porque me encuentro castigada aquí?

Bueno a algún idiota se le ha ocurrido mencionar que tenía comunicación “ilegal “con mis padres y que manejaba el contrabando, como suelen decir; la cuestión es que fui castigada. Es lo que pasa cuando no le caes bien a todo el mundo, en la más mínima oportunidad encuentran algo para hundirte.

Dejo mi libro en mi escritorio me levanto por un vaso de café, al regresar veo a mi amiga en la oficina con una risa de oreja a oreja y mi libro en sus manos, niego con la cabeza y ella se levanta.

—Mañana tienes libres, ya es tu hora de salida no vas a desperdiciar tu cumpleaños leyendo un libro.

—¿Qué tiene de malo la lectura?

—Nada, sin embargo, hay vida lejos de estos libros, que veo que es deprimente.

­—Es interesante solamente

—Arréglate que saldremos te espero afuera.

No dice nada más así que bufo sin embargo sé que habla enserio, así que termino de guardar mis cosas y me suelto el cabello, me maquillo rápidamente y salgo, está esperándome en su auto, ella conduce una distancia algo larga y llega a un club, sé que esta noche será larga.

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