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CAPÍTULO 3 París, la ciudad del amor.

Callum De Rufus.

A la mañana siguiente no pude aguantar mi emoción por verla, pero al observarla salir corriendo y alejarse de donde estaba con Alex, me hizo entender que la cuestión no salió nada bien, espero que el beta llegue y no dura nada en entrar al carro ya que el otro fue llevado a la mansión para vigilar a Diana y mandarla a Londres con mi padre.

— ¿Qué le hiciste? — pregunto cruzándome de brazos para luego dejar de mirar por la ventana del carro y mirarlo a él.

— Se nota que es una plebeya sin modales, pronunció mal el apellido real e incluso me faltó el respeto esa… — se calla al mirarme a la cara.

— Me vale un bledo el apellido real, Alex, lo que me importa es ella — suspira molesto — Es tan extraño que ella no quisiera tenerme cerca cuando nos vimos en el callejón — Alex me mira sin emoción alguna.

— De seguro no es una mujer lobo creímos, por lo que investigue, no hay manada en Colombia y sus padres fueron normales toda la vida, nadie los conocieron, o sea eran simples humanos y en Latinoamérica hay manadas de lobos solo en las montañas y ella nació en la costa, ¿No te parece extraño? — pregunta — Encima no se ve interesada en conocerte, ni mucho menos quería saber quién eres, así que, claramente no sabe que eres el heredero a la corona, así que olvídate de ella y vámonos a parís — concluyó.

— No me casare con Ava, quiero a Helena — escucho maldecir a Alex.

— Callum, enserio me haces el trabajo bien difícil, si ella no quiere, no hay que interponerse en su vida normal y aburrida, se nota que nunca supo que era de sangre lobuna y su familia era una normal y corriente que ni tenia sangre lobuna, o sea, fue criada por humanos, no es de nuestra clase, recapacita — sigue explicándose y suspiro.

— Entonces, si ella no quiere saber nada de mí, que me rechace, si no lo hace, seguiré buscándola, así que haz tu mejor intento de traerla hacia a mí, ya sabes que no puedo hacer escándalos en público, menos cuando esta chica es una copia de la duquesa Ava — me explique dejando callado a Alex de una vez por toda que solo hacia quejarse en su asiento mientras que el carro arranca hacia la mansión.

París, Francia, 2023.

Termino de abrocharme el botón de la muñeca de la camisa blanca, suspiro mirándome al espejo, no he sabido nada de Helena por parte de Alex, mi lobo ha estado inquieto estos días, se suponía que debía ser un lunes bueno pero empezó mal el inicio de semana, sin luna y con una Ava pegada a mí, por suerte todos piensan que solo estamos en un noviazgo y esta farsa va a 6 años. Debí simplemente terminar ese noviazgo cuando supe que no era mi destinada pero mi padre no lo aprobó y eso solo hizo que todo lo viera de sin sentido.

Pero apareció Helena, la que sí es mi pareja, la que sí está destinada por la diosa a ser mi mujer, aunque antes no me importa tanto conseguir a nadie por el ambiente en el que crecí que es dentro de la realeza, lleno de protocolos que seguir, clases que tomar, fue raro que me dejaran estudiar una carrera en la universidad siendo el siguiente en la línea de sucesión.

— ¿Listo? El desfile ya va a comenzar, la señorita Ava no podrá asistir, en su lugar irá Adela — asiento a las palabras del asistente de Ava, Adela es la hermana mayor de Ava, salgo dando un último vistazo a mi cabello y poner mi cara de hierro delante una multitud de personas tanto lobos como humanos y delante de las cámaras que grabaran y tomaran fotos.

Los lobos comenzamos a convivir con los humanos después de la sucesión del primer rey con sangre de lobo en 1930, donde los hombres y mujeres lobos vivían ocultos de los humanos pero después de ese reinado nos mezclamos con los humanos pero sin sacar a relucir nuestra raza o seriamos cazados como los vampiros y las brujas, aunque ahora las brujas no son mal vista por los humanos.

— ¿Callum? Cuanto tiempo sin verte — escucho mi nombre, no me di cuenta en que momento me senté en primera fila frente a la pasarela, miro a Adela y solo puedo pensar en Helena y eso me frustra porque Adela tiene un cierto parecido con Helena, veo que la castaña de Adela quiere seguir hablando pero la ignoro al oler a mi pareja aunque este lejos.

Aunque sea de lejos… Justamente estaba al otro lado de la pasarela sentada en tercera fila mirando la tablet en su mano, realmente hay una diferencia enorme entre Ava y Helena. Ahora solo quiero levantarme, pasar la pasarela y pararme frente a ella, no la conozco, no sé nada de ella que no sea lo que Alex investigó, no sé cómo es su carácter, lo que le da miedo, sus secretos o como ríe, como llora, como sonríe, no sé nada, es una desconocida que mi lobo quiere reclamar por simple hecho de ser nuestra pareja destina, la mujer por una rara razón casarnos, la madre de nuestros cachorros, la reina, la luna de la manada, mi luna.

— Por cierto, deberíamos adelantar el compromiso entre mi hermana y tú, ya sabes cómo está la salud de…

— Cállate, Adela, no adelantare nada y la salud de mi padre es un secreto del que no se debe hablar a la ligera, menos en este tipo de absurdo evento del que no quería venir pero tu hermanita insistió, así cállate en todo el evento, mi paciencia hoy es corta más ahora que sé que no vino Ava — digo sin dejar de mirar a la chica. Adela solo se dedica a asentir mientras esperamos que el evento comience de una vez por toda.

Apenas inició me concentre en buscar su olor a pesar de haber mucha gente en el lugar abierto al aire libre con la torre Eiffel de fondo, el evento no tiene mi atención, ni las modelos ni la ropa que portaban, solo en ella, en tomarle de la mano y correr de aquí.

Cruzo mi pierna sobre la otra poniendo mis brazos en el regazo mientras intento mirar lo que la castaña del mechón blanco mira con maravilla, al parecer le gusta la moda, por nada trabaja para Monic Belle.

“Mírame, nos volvemos a ver”

Digo telepáticamente hacia la castaña del mechón blanco que se queda tiesa y comienza a mirar a los lados pero no puedo descifrar su emoción.

“Estoy frente a ti, mi luna”

Y justo ahí me mira a los ojos por fin encontrándome entre la multitud, no me di cuenta pero el mundo a nuestro alrededor se paralizó en el tiempo dejándonos solo a nosotros dos en el momento hasta que apartó la mirada haciendo que todo volviera a la normalidad.

(…)

Adela habla en nombre de su  hermana con seriedad con unos de los diseñadores, al ser duquesa de Gales, también lo es duquesa de Alba de España, así es conocida. Entre los diseñadores se encuentra Monic Belle que no es tan reconocida como el diseñador alemán Álvaro pero aquí esta con mucha suerte, no digo nada pero todos intentan querer que diga algo y siempre es así, más cuando soy el príncipe y tengo más reconocimiento que Adela o Ava ya que ellas están etiquetadas, una como mi cuñada y la otra como mi novia por más falso que fuera.

A lo lejos visualizo a Helena que no deja de mirarme fijamente como estuviera juzgándome mientras una morena a su lado le dice cosas que podría escuchar si pongo atención pero no quiero cruzar la privacidad de ambas, luego de un rato Adela y yo nos alejamos para irnos, cuando estamos por entrar al carro decido no entrar en el mismo con ella.

— ¿No vienes? — pregunta confundida y solo cierro la puerta, camino hacia el otro carro y entro encontrándome con Alex que me mira sorprendido, supongo que mañana saldrá alguna noticia, total nosotros los de sangre real no mostramos afecto entre pareja delante del público.

— Llévame a algún lugar sin mucha gente — le digo al chofer mientras me quito el saco junto a la camisa delante de Alex.

— ¿Qué hace aquí? Se suponen que ambos iban a la fiesta que se hace luego del evento, Ava estará allá, la gente tiene que verlos juntos, más ahora que antes para que se comprometan y… — maldice cuando me pongo una camiseta blanca dejándome el pantalón de tela negro — ¿Es por la plebeya, no? — pregunta casi seguro pero con duda — Claro, es por ella — vuelve a maldecir, me cambio los zapatos y desordeno mi cabello para luego mirarlo cuando me pongo unos lentes quitándome las lentillas.

— Bien, no habrá compromiso, Adela me puso de mal humor, Ava no vino y si, intentare encontrarme con mi pareja — el chofer se detiene y me bajo rápido para luego mezclarme entre la gente de parís, la ciudad del amor, ya lo suficientemente lejos como para que Alex no me siga me relajo y miro donde me han dejado, no es mi primera vez en parís, conozco Europa de la cabeza a los pies como para perderme.

Camino hacia el puente de los candados, muchas parejas enamoradas en esta noche, desde aquí la torre Eiffel no se ve muy lejos, espero tener suerte y encontrarla. Sigo caminando hasta sentarme en una banca aliviado de pasar desapercibido entre la gente del puente.  

Siento un olor, el olor de mi pareja demasiado cerca, miro hacia mi derecha y ella ya me está mirando, demasiado casualidad para un humano, es el destino para los que son bendecidos por la diosa.

— Helena… — la escucho maldecir para luego levantarse y ponerse frente a mí.

— Tu supuesto secretario es un dolor en el trasero, así más te vale ser claro y decirme lo que quieres, no estoy para juegos y menos para unirme a su manada — habla con molestia, trago saliva y me levanto haciendo que retrocede un poco, en si es baja, casi del tamaño de Ava solo que esa castaña anda siempre en tacones y no como Helena.

— Bien, hablemos… pero en un lugar sin multitud — digo mirando a mi alrededor, veo que lo piensa un poco y asiente caminando, la sigo, bajamos las escaleras hasta llegar bajo el puente, miro que no hay tantas personas y las que pasan son parejas, nos sentamos en una banca con cierta distancia, distancia que a mi lobo no le parece.

Quedamos un buen rato hasta que ella da la cara y me mira como si yo no tuviera un título al cual respetar como tal.

— ¿En verdad existen los hombres lobos como en esos libros de fantasías? — pregunta con cierta seriedad y no puedo evitar reírme pero carraspeo al ver su poca paciencia.

— Si, siempre existieron como los vampiros y las brujas e brujos — me explico, asiente — Solo que estuvimos escondidos de la humanidad hasta el primer reinado de uno en 1930 — digo lo que en mis 28 años he aprendido.

— ¿Por qué dices que soy “Tu luna”? — pregunta, suspiro y tomo su mano por primera vez, mirándola a los ojos queda confundida.

— ¿Sentiste eso? — pregunto y asiente — La diosa nos bendice con el don de sentir a tu pareja destinada, uno logra saber de su luna cuando el olor se hace fuerte y el corazón late con un simple roce, es algo complicado de explicar pero así se siente… — se queda callado por un momento mirando nuestras manos para luego mirarme a los ojos con sus ojos verdosos como un olivo.

— ¿Y si no quiero saber nada de ti ni de su raza, puedo rechazarte? — su pregunta fue como un cuchillo de plata enterrado en el pecho.

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