Zetes

Al pisar Cólquida puedo experimentar la devastación, las casas algunas destruidas y el sitio se ve solitario. Estoy parado en donde vislumbré el cuerpo de Frixo. Las personas que veo en las calles se ven atemorizadas. La esposa de Frixo se acercó con su rostro sumido en el dolor. Se detuvo a unos pasos de mí y los guerreros cubren su espalda. Ella es la hija del rey Eetes de esta región y Frixo al llegar recibió a Calcíope como regalo por su peripecia.

—Hubieran llegado hace media hora y tal vez… —su voz se quebró y cerró sus ojos.

—Necesito darle una mirada al cuerpo —mi pedido logró que abriera sus enormes ojos oscuros y se pusiera toda fiera—. No soy el enemigo, lamento todo lo que está sucediendo.

—Quiero creerlo, sin embargo, si no hubieran aparecido en la vida de mi esposo, quizás, estaría a mi lado —se tambaleó y la sostuve. Los ojos se ven desorientados y me empujó—. Estoy bien. —Se tocó la frente y la solté lentamente.

—Debes cuidarte, un té vendría bien para los ner