—Pasa. ¿Dónde está tu equipo?
—Hemos sido emboscados por unos vampiros salieron de la nada. Nos ganaban en números mi señor. Nick me envió con un recado. Dijo que lo llevara al sur de las montañas, en lo más alto. La señorita Elizabeth se encuentra allí.
Eduard no espero más explicaciones, eso le bastaba para organizar otro equipo e ir inmediatamente en busca de su mujer. No había tiempo que perder.
—Ve alimentarte. Partimos en una hora.
—Sí señor.
Salió de
Pero la respuesta que recibió no fue la de su amada, sino la de un completo desconocido.—¡Qué bien que llegas Eduard Dracmantis! Te estaba esperando.Estaba tan concentrado viendo en su amada atada de una manera tan violenta que sinceramente no se percato del hombre que se encontraba a sus espaldas, oculto en las sombras de aquella insípida cabaña.Para cuando este hablo, se dio cuenta que no había tenido tiempo de desatar a su mujer. Se levanto inmediatamente ya que se había arrodillado para poder ver a Elizabeth. Enfrentando a su enemigo quien sea que fuera.
De pronto desapareció de su campo de visión, (eso fue muy rápido) la joven inexperta apareció detrás de Evans, introduciendo la catana en su espalda, atravesando su cuerpo mientras el metal salía por el otro lado. La cantidad de sangre perdida era descomunal. Pero esa simple herida no le haría nada al vampiro.Este cayo arrodillado tocándose la abertura con la mano mientras reía por lo bajo.—Eso no es nada para mi princesa.—Vaya Evans, ya entiendo porque la tenias atada. Es
Después de un letargo sueño, Elizabeth despertó totalmente renovada. Recobro sus fuerzas, y sus heridas estaban curadas y sanadas. Agradecía que todo aquello terminara al fin, aunque sospechaba que la guerra aún no se acababa. De momento reinaba la paz en el castillo y eso, bueno eso era un respiro.Luego de asesinar a Evans y bajar de las montañas había quedado totalmente agotada. Lo único que deseaba al llegar a casa era descansar y no ser molestada bajo ningún concepto. Pero de eso hace un par de días, ya era suficiente por ende era hora de ponerse manos a la obra. Miro por la ventana desde su cómoda cama, era de noche, “perfecto” pensó. Se levanto con pereza pero decida se metio en el cuarto del baño para ducharse, al sentirse satisfecha con su baño se vistió con prendas bastante cómodas, no deseaba ponerse n
El legado continua más poderoso que nunca. Para los inmortales Eduard y Elizabeth la vida les comenzaba a cambiar a medida que su único hijo Axel se convertía en un adulto. Este joven les traería muchos problemas a la pareja, ya que a raíz de la imprudencia de este chico se vieron involucrados en una guerra innecesaria pero a la vez muy necesaria. Eduard junto con su flamante esposa Elizabeth decidieron proteger a su hijo bajo cualquier circunstancia. Toda persona o ser inmortal que pusiera en peligro la vida de Axel ellos lo destruirían. Pero estos padres abnegados no contaban con que su preciado hijo escondía poderes sorprendentes, uno de los que ellos, ni el mismo joven estuvieran al tanto. A sus problemas se les suman muchos más, cuando Axel encuentra la que cree que es su verdadero amor… Darla, una adolescente humana atacada brutalmente por una banda de tipos. Llevándola al filo de la muerte está aparece en su vida inesperadamente. Este aco
Aun era muy temprano, apenas el sol amenazaba con salir de su escondite. Las heladas montañas de Transilvania parecían haber llegado al pueblo para arrazar con el poco calor que les quedaba, estás estaban cubierta por la nieve que muy pronto caería sobre las casas. Y no solo eran las casas, también los alrededores, bosques, árboles, colinas, carretera. Era un crudo invierno el que se avecinaba, Elizabeth contemplaba aquella maravilla desde la ventana de su habitación, le fascinaba ver los amaneceres desde lo alto de su castillo. Se abrazo asi misma, no es que sintiera mucho frío pero necesitaba a una persona a su lado en ese instante.Claro después de tener ese pensamiento no tardó mucho en sentir unos fuertes brazos alrededor de su cuerpo y, por decirlo así su "calor" la envolvió haciéndola estremecer en lo más profundo de su ser. Amaba a su esposo, era su compañero eterno, su guerrero en las batallas, su amigo... Y él lo sabía perfectamente...—¡Hola, hermosa!
Axel caminaba por el bosque cubierto por la nieve, le encantaba ese ambiente frío y blanco. Explorar el bosque se había vuelto una escape para el, estar encerrado en casa lo volvía loco. Ya contaba con dieciocho años y al menos sus padres lo habían inscrito en el colegio. Justamente ese día había terminado sus clases, al fin, no es que le molestara su escuela pero su padre había elegido un colegio de estudiantes "especiales" no quería enviarlo a uno lleno de humanos para ser un estudiante promedio normal. Bueno ya no importaba eso, había terminado con éxito logrando ser un estudiante de elite. Pero algo más le faltaba en su vida ¿pero el que?Sus padres le habían otorgado un poco más de libertad en el transcurso del tiempo, su prima Vannesa lo visitaba con frecuencia, era buena onda, pero no era lo mismo, ya que su tío no era muy permisivo con ella. De pronto escuchó unos pasos detras de él y supo de quien se trataba.—Hola padre, ¿me estas siguiendo?
Unas horas antes...Elizabeth, su esposo, Axel y Brenda contemplaban a la joven moribunda que yacía en la cama de invitados. Los hombres de Eduard habían encontrado a la joven tirada en el suelo de la verja de la entrada bañada en sangre y con grandes cortes y hematomas en su delicado cuerpo.El doctor le había hecho una revisión y descarto la sospecha de todos, la chica no había sido mordida. Simplemente había recibido una gran paliza. Ninguno se pudo explicar como una humana pudo haber llegado hasta lo alto de la mansión, ya que para poder llegar se necesitaba utilizar un coche.Pero allí estaba, casi al filo de la muerte. El doctor no le había dado esperanza alguna, ya que sus heridas eran profundas y la cantidad de sangre que había perdido era descomunal. Era un milagro que aun siguiera con vida. Como ya no podía hacer nada mas por ella, se retiro.—Hijo, Brenda se quedara con ella, no hay nada más
—Lamentamos mucho por lo que tuviste que pasar. Le dijo en tono consolador Elizabeth. Sabía lo que era perder a un familiar.—¿Puedo quedarme aquí con ustedes? Pregunta la joven.—Bueno… Dice Eduard dudoso.—Tendríamos que…—Puedes quedarte Darla, eres bienvenida a nuestra casa.Eduard mira a su esposa de una forma que no aprobaba su decisión, pero discutir con ella delante de todos no era lo ideal. Elizabeth siempre ganaba todas las batallas, literalmente. En eso el doctor hizo entrada en el cuarto. Mirando muy sorprendido a la chica que hacia unas pocas horas estaba al filo de la muerte.Este miro con reproche a Eduard, podía ser el líder de todos los clanes pero eso no le daba derecho de convertir a alguien sin consultarlo con un anciano primero. Las leyes eran claras, y estaban hechas para ser cumplidas no quebradas. Eduard entendió porque el Williams lo miraba de esa manera, y no le gusto para nada se