El imbécil de Eduard pensaba casarse así sin más… ¿A quién habría elegido como amante? Nadie sabía que hubiera una mujer en su vida. A ella misma la había rechazado sabiendo que era de una familia importante.
—Señorita Victoria si desea saber más es mejor que hable con su prometido. Disculpe.
—Muy bien, eso hare y ahora mismo.
—Lo siento pero no puedo permitir que salga.
—¡Insólito! Retírese de mi habitación.
—Con su permiso.
Ahora se sentía peor que antes, no solo por el desplante de Vince. Enterarse de que Edua
Ella gemía aferrándose a su piel como una tabla salvavidas, lo estaba disfrutando tanto como él. Quien lo diría, la rubia era excitante. Dejo de moverse dentro de ella, ganándose un reclamo por parte de la rubia. Salió de su interior haciéndola poner boca abajo, era fácil de dominar en la cama. Rio de medio lado, seria divertida aquella relación. Una vez de espalda, volvió a penetrarla con rudeza. Ella no se quejo, más bien lo disfruto el sexo entre vampiros es diferente al mundano, de otro nivel distinto al ritual de los mortales. Se inclino hacia ella, y mordió su hombro, dejando que gotas de sangre corrieran por el centro de su espalda.Continuaba dentro de ella, mostrándole las maravillas de sexo. Las sabanas se habían salido de su lugar, l
Esa mujer estaba queriendo decir que era la amante de Eduard, pero que clase de zorra se había metido en su casa pensó Elizabeth al borde de los celos.—Me importa quién carajos seas, no eres recibida aquí. Elizabeth le dio la espalda a la rubia, no tenía ganas de discutir. Luego lo conversaría con Eduard.—Tu a mi no me das la espalda estúpida humana ¿Quién te crees? La rubia jalo por el cabello a Elizabeth haciéndole mucho daño.—Suéltame pedazo de perra ¿Qué rayos haces?—Darte una lección.La giro rápidamente y le dio una bofetada en la cara a Elizabeth tirándola al piso, de su labio colgaba un fino hilo de sangre que esta inmediatamente se limpio. Ahora sí que estaba furiosa. Se levanto como una fiera descontrolada, atacando a la rubia fue
Necesitaba confiar en él, pero de solo pensar que le encajaría los colmillos en el cuello le ponía los vellos de punta. Ya había visto el tamaño y grosos de esos dientes y no eran para nada pequeños. La hizo girar reclamando sus labios en un tórrido beso desenfrenado. Mientras le desgarraba la ropa salvajemente. —Tienes serios problemas con desnudar a una mujer.—Solo contigo los tengo. Respondió metido en el hueco de su cuello.Tomo las nalgas de elizabeth elevándola del suelo, ella estaba completamente desnuda y vulnerable. De su cuerpo en la cama acomodándose en medio de ella. Podía escuchar los latidos de su corazón, cada vez iban en aumento. Su piel ardía en deseo, a pesar de oler e
Antes de entrar dentro de ella, abrió la ventana para que la habitación se llenara del color rojizo y la brisa que traía consigo la noche. Así surtía mejor el efecto del eclipse para los vampiros. Volvió con su amante, y sin esperar más tiempo, la penetro. La chica gimió, mientras arrugaba las sabanas, se encontraba en un trance de excitación que ni ella misma se lo hubiera creído.El orgasmo de la joven rubia no estaba muy lejos, gracias a las embestidas feroces que estaba recibiendo. Vince aprovecho la ocasión para morderla en el hombro. Ella se quejo por lo brusco, pero no dijo una palabra. En pocos segundo exploto como un volcán, sintiendo como se derramaba su esencia femenina por su miembro. Vince termino por acompañarla, plantando su semilla en
Eliza empuño las espadas y apunto a su rival ambas estaban en posición de combate. Se atacaron mutuamente, pero la novata vampiro no recibió ni un solo corte, a diferencia de la rubia que tenia por todos lados. Su ropa estaba rasgada y sangraba a mares, pero sanaba al instante. —¿Qué eres tú? Pregunto mirándola con odio.Elizabeth no respondió se acerco a ella, cegada por una sed de matar que no podía controlar. Desarmo a su contrincante en segundo, para pasar la hoja de su espada y posarla en el cuello de la rubia. Le hizo un pequeño corte.—Una insignificante lección, para que no vuelvas a meterte conmigo.—Sabes bien que no puedes matarme, Eduard no lo conse
—Creo que se te olvida quien soy yo princesa ¡Tu Rey!, y créeme eres a la que menos le temo en este mundo.—Y a ti se te olvida quien soy yo.—No lo olvido, y es por eso que te quiero para mí.—Eso nunca pasara.Paso a un lado de Vince ignorándolo completamente, no iba a permitir que arruinara su relación con Eduard. Ni mucho menos su noche. Ahora más que nunca debía tener los ojos bien abiertos, primero con la rubia y ahora con su cuñado loco. Liza entro en la casa como alma que lleva el diablo, sin percatarse de que alguien se aproximaba, al sentir el choque con aquel duro cuerpo reacciono.
El silencio que reinaba era desconcertante, solo el rugir del viento era lo único que podía escuchar. Estaba sola, o al menos eso pensaba. Trago en seco ¿Cuánto tiempo llevaba en ese lugar? Tenía sed, y eso era un problema, si no se alimentaba se debilitaría. Debía intentar escapar.—Tengo que hacerte unas preguntas Victoria. Eduard entro sin tocar en la habitación de la rubia.—Que sorpresa tenerte en mi cuarto ¿Qué deseas?—Ya debes estar al tanto de la desaparición de mi mujer.<
—Llámame si me necesitas.—¡Espero que no! Respondió el menor.—¡Lo harás! Rio antes de salir.No podía perder la paciencia cada vez que su hermano comentaba idioteces. Pero si, quizás si necesitase de su ayuda.—¿Por qué demonios tenemos que irnos? Preguntaba la rubia empacando sus cosas.—Recoge todo y no preguntes. ¿sueles ser tan fastidiosa?Último capítulo