TENTACIÓN.

Amelia se lamentó el resto de la noche por el beso, Nicolás se había apartado de ella, su indiferencia le dolió tanto que tuvo que resignarse al hecho de saber que él, nunca dejaría de verla como una carga, un simple trabajo. Salió de su habitación enfadada consigo misma, estaba bien, debía estarlo, nadie moría por amor, al menos ella estaba decidida a no morir por Nicolás. Eran las cinco de la mañana, estaba tentada a ensillar su caballo y salir de paseo sola, sin escolta, pero el recuerdo del hombre disparándole le causó escalofríos. No podía ser imprudente, nada le podía garantizar que el tipo o los tipos que intentaron matarla estuvieran lejos.

Volvió a su habitación, cogió una bata de baño y se dirigió a la piscina, el agua debía estar cálida, la ventaja de vivir en una región de la Costa Sur, era el apabullante calor. El chapoteo del agua la hizo detenerse, correr había sido su primer impulso; pero la hacienda era segura. Nadie podría entrar al área sin

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