Nicolás respiró profundo, había desplegado varios hombres por seguridad, de haber previsto que la niña solamente estaba jugando con él, se habría ahorrado mover a tanta gente innecesariamente, un helado ¡Ella solo quería un maldito helado! Sintió por un momento la necesidad de matarla y esconder su cuerpo, pero por todos los cielos, era un hombre de treinta años, con experiencia de diez años en el campo, dueño de su propia agencia.
Necesitaba mantener la calma y sobre todo mantener las manos lejos de la chica si quería sobrevivir en esta misión. Aunque la tentación de matarla cada segundo que pasaba se le antojaba como una buena opción.
—Gracias Arredondo. Puedes ir a dormir, disfrute mucho el helado —la sonrisa angelical que le dio Amelia, le dijo claramente que estaba disfrutando de su fechoría, llevaba sin dormir más de veinticuatro horas por culpa de la chiquilla.
Esa maldita chica tenía cara de ángel y corazón de diabla. Pero estaba muy equivocada si creía que se dejaría vencer fácilmente por ella.
—No abuses de tu suerte Amelia Contreras, no soy un santo y la paciencia no es mi mayor virtud —Nicolás giró sobre sus talones, después de dejar la amenaza flotando sobre la cabeza de Ami. Quien sonrió de dientes para fuera porque en el fondo su corazón tembló ante las palabras de su guardaespaldas.
—Si crees, que vas a intimidarme fácilmente Nico. Vas a enterarte, me has ignorado por cinco largos años, has instalado cámaras de seguridad en toda mi casa, muchas más cámaras de lo que tendría el palacio de la Reina Isabel ¡Esto es la guerra!
Sabía que esto solamente era el principio, Ami sonrió, Nicolás Arredondo no tenía otra opción más que cuidar de ella.
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Nicolás cayó rendido sobre su nueva cama. La habitación era básica, estaba acostumbrado, todo lo que necesitaba estaba en su maleta de viaje, preparada para cualquier emergencia.
El resto de sus pertenencias fue puesto en orden en el closet. Se levantó en contra de su voluntad, para darse una ducha, tomó una licra de entrenamiento y una camiseta para sentirse cómodo cuando por fin cuando estuvo listo, volvió a la suave cama, estaba molido.
Ahora entendía por qué Amelia escapaba con facilidad de sus hombres: primero se daba a la tarea de cansarlos y luego desaparecía cuando ellos estaban con la guardia baja, era una chiquilla malcriada acostumbrada a salirse con la suya, pero iba a enterarse de que las cosas ya no serían de la misma manera para ella a partir de ahora.
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Amelia sonrió. El día apenas iniciaba, pero ella estaba lista para salir de la casa y hacer pasar penas a Nicolás, quería fastidiarlo, estaba segura de que él estaba cansado, el día anterior había disfrutado tenerlo despierto por un simple helado, se dispuso a salir de la cosa contenta consigo misma.
Escaparía y haría que Nicolás como sus hombres la buscarán sin descanso. Con eso en mente giró el pomo de la puerta.
—¿Vas a algún lado, Amelia? —la voz fría de Nicolás la dejó congelada en su lugar, soltó una pequeña maldición por lo bajo al verse descubierta “¿Es que el maldito hombre no dormía?” se preguntó.
—¿¡Pretendes matarme de un susto!? —refuto enojada Amelia, al darse cuenta de que no tenía escapatoria. Había sido atrapada con las manos en la puerta.
—Te hice una pregunta Ami —ella tembló al escuchar la voz de Nicolás y sobre todo el tono en el que pronunció el diminutivo de su nombre, pues las pocas veces que lo utilizaba no presagiaba nada bueno.
—Yo… voy a hacer un poco de ejercicio —ella realmente no sabía qué decir, pero por la mirada que Nicolás le estaba dando sabía que no le había creído una sola palabra.
—Piensas hacer ejercicio ¿En tacones? Eres realmente más tonta de lo que creía ¿De verdad crees que voy a caer en tu juego dos veces? —era claro el enojo reflejado en los ojos de su guardaespaldas. Armándose de valor hablo.
—Bien ¿Quieres la verdad?, iré a visitar a mis amigos, te espero en el auto —ella intentó salir de casa nuevamente, tratando de ignorar el miedo que atravesó su espina dorsal.
—No tan rápido, son las siete de la mañana, saldremos cuando sea una hora decente para hacer visitas —Amelia se mostró enojada ante sus palabras. Aunque debía reconocer que solo estaba tratando de provocarlo, quería vengarse de él, por todas las veces que la había despreciado sin razón alguna, pero esto podía salirse de las manos.
—Te están pagando para ser mi niñero Arredondo, así que si quiero salir saldré a la hora que se me antoje y tu deber es acompañarme sin importar el día y la hora. A menos que desees que entable una demanda por incumplimiento de contrato —Amelia estaba enojada. Se odiaba así misma por haberse enamorado de un hombre que era incapaz de verla como mujer. Todo lo contrario, él parecía despreciarla, la molestia en su mirada hablaba por sí sola.
Entretanto Amelia no estaba preparada para la reacción de Nicolás, su espalda chocó contra la pared con fuerza arrancando de su garganta un ligero gemido debido al dolor. Mientras las manos fuertes del hombre apretaron su bello rostro con fuerza, pegando su rostro al suyo, estaba cerca, muy cerca que podía sentir la respiración cálida de Nicolás contra su mejilla.
—No soy tu maldito niñero, Amelia —Nicolás susurró al oído de la chica, haciéndola temblar de pies a cabeza—. Estoy aquí porque prácticamente me has obligado a involucrar a mi madre para que intercediera por ti, por eso y por nada más Amelia es que me ves frente a ti.
—Eres mi guardaespaldas, mi padre te paga para eso. No me estás haciendo ningún favor, si no te sientes preparado para mi ritmo de vida, debiste pensarlo dos veces antes de aceptar el trabajo, así que te aclimatas o te aclimueres, Arredondo —Amelia lo retó.
Mientras la mano de Nicolás bajó sobre su cuello, temía que él la estrangulará y escondiera su cuerpo en el jardín o peor aún la lanzará desde el puente más alto de la ciudad.
—No me gusta repetir las cosas dos veces Amelia, así que te recomiendo no provocarme más de la cuenta. Te pido que llevemos la fiesta en paz, no busques sacar lo peor de mí, porque puedo olvidarme de la amistad que une a nuestros padres, olvidarme que eres una chica y darte de golpes para hacerte entender.
Nicolás soltó el cuello de Amelia con brusquedad. Ella se llevó las manos a su cuello, estaba dolorida mientras se preguntaba “¿Qué le había hecho a Nicolás para que la odiara tanto?” no comprendía pues solo lo había fastidiado algunas veces para llamar su atención.
Nicolás pudo ver el agua cristalina formarse en los bellos ojos de Amelia. Pero no podía evitar alterarse cuando ella lo provocaba, sabía que estaba actuando inapropiadamente con falta incluso de profesionalismo, pero Amelia lo frustraba, no podía olvidar fácilmente lo que ella había hecho dos años atrás, ella parecía no recordarlo o simplemente lo fingía que no había ocurrido.
Amelia salió corriendo hacia su habitación, llena de frustración e ira contenida, Nicolás no tenía ningún derecho a intimidarla de aquella manera. Aunque ella lo provocará, él debía protegerla y no hacerle daño.
Lloro no solamente porque su plan había fracasado sino porque llegó a pensar que el hombre la estrangularía de verdad, había tanto odio en su mirada que su corazón se había paralizado dentro de su pecho, se lanzó sobre la cama y lloró, olvidándose de las cámaras.
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Nicolás apretó el puño al ver a Amelia llorar a través de la pantalla, se maldijo por lo bajo, sabía muy bien que era solamente él quien causaba aquellas lágrimas en ella.
No se sentía nada bien; pero tampoco era capaz de pedir una disculpa, no quería perder autoridad, su equipo no lo vería con buenos ojos, con Amelia Contreras, él necesitaba tener mano de hierro, ella no tenía idea a los peligros que se exponían cada vez que escapaba de los hombres de seguridad. Ella desconocía totalmente sobre el secuestro y asesinato de su madre, años atrás algo que mantenía a don Hidalgo con insomnio.
La policía no había podido resolver el caso y años después lo habían dado por cerrado. Sin encontrar o atrapar a ninguno de los responsables, pese a las sospechas del señor Contreras, todo había quedado en la nada.
Luego de un nuevo atentado contra Amelia, él había decido contratar los servicios de custodia profesional, era el motivo real por el cual estaba ahí, Amelia corría peligro y ella parecía ajena a todo.
Él había tratado por su cuenta de seguir la línea de investigación que había quedado inconclusa. Incluso algunos de los chicos que trabajan para él, hacían lo suyo en las calles, pero sin ningún resultado.
Su trabajo realmente estaba alcanzando niveles de estrés elevados, cuidar de Amelia no era nada fácil. La chica buscaba salir de una manera y otra, a pesar de las advertencias que le había hecho en más de una ocasión había estado tentado en decir los peligros reales a los que se exponía con su comportamiento infantil y caprichoso; pero se lo había prometido a Contreras, guardaría el secreto hasta que pudiera atrapar al responsable y terminar con su misión.
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Sus ojos estaban pesados no sabía en qué momento se había quedado dormida; pero era lo mejor que podía hacer, nunca ganaría contra Nicolás. Así que se había propuesto hacer lo mejor posible, no quería ganarse más el odio del hombre si él no iba a quererla al menos que la viera como amiga, sería mucho más fácil para todos. Ami se levantó, se dio un largo baño, necesitaba algo que aclarará sus pensamientos que aún se sentían embotados, olvidó su ropa sobre la cama así que salió solo con la toalla de baño enrollada en su cuerpo olvidándose de las cámaras en su habitación.
***
Las gotas de agua resbalaban por el pecho desnudo de Amelia, Nicolás trago al ver la escena frente a la pantalla. Ella parecía haberse olvidado de la cámara en su habitación, tomó una toalla pequeña para secar su cabello, antes de colocarse un sostén y una playera negra pegada a su cuerpo.
Se quitó la toalla que cubría su parte baja, para ponerse las bragas, Nicolás trago duro de nuevo, la niña o había olvidado realmente la cámara o todo lo había planeado, apago el bendito aparato, incapaz de continuar viendo tal espectáculo y no reaccionar ante las imágenes.
Nicolás no podía sacarse la imagen de Amelia, su piel tersa y perfecta, era hermosa como un ángel, pero su corazón estaba hecho de algo distinto, él no podía darse el lujo de olvidar el pasado tan fácilmente, Amelia no era una chica buena y debía recordarlo siempre.
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—Señorita Contreras —Martínez el segundo hombre a cargo se levantó cuando vio entrar a Amelia a la habitación. Su semblante era serio.
—Saldré con mis amigos ¿Podrías informarle a tu jefe? Dile que me han invitado a un almuerzo y no puedo faltar —Amelia había dudado un momento, pero llegó a la conclusión que si pedía por favor las cosas quizá fueran mejor entre ellos, no estaba segura, pero valdría la pena intentarlo.
Además, no era tan tonta como Nicolás creía, ella sabía que no había sido solamente la petición de su padre hacia la madre de Nicolás el motivo para aceptar el trabajo, estaba segura de que algo estaba ocurriendo para que él personalmente aceptará custodiarla.
La reunión con sus amigos no había sido como esperaba. Nada era normal en su vida desde que Nicolás llegó. Nicolás había enviado a más de cinco hombres a custodiarla. Para cada esquina que miraba, había uno de los hombres de Arredondo, era molesto, el restaurante era pequeño y sentía que estaba atrapada; pero había decidido portarse bien; además quería saber realmente ¿Cuál era el problema que Nicolás tenía con ella?, creía firmemente que no era solo el asunto de su comportamiento inmaduro. Aunque reconocía que desde que se habían conocido él había evitado relacionarse con ella, pero la cosa empeoró dos años atrás ante de que se viera plantado por su novia. —¡Amelia! ¡Amelia! —su amigo le gritó y tuvo que sacudirla un poco para tener su atención. —Perdona estaba pensando en otros asuntos, ¿Qué decías? —Amelia le sonrió disculpándose por su falta de atención; pero era difícil concentrarse en la plática, cuando sus pensamientos est
El viaje a la haciendo fue largo tanto que, Amelia no pudo evitar quedarse dormida ante el silencio en el auto. Nicolás estaba demasiado serio, más de lo normal. Había querido preguntar qué era lo que le sucedía; pero no quería tener un nuevo enfrentamiento con él innecesariamente. Sobre todo, cuando estarían encerrados demasiadas horas dentro del pequeño auto. Despertó al sentir el dolor recorrer sus piernas, observó el reloj en su muñeca, llevaban cuatro horas viajando. Hasta que por fin divisó la entrada a la hacienda. Suspiró aliviada, por fin pudo estirar las piernas y salir del confinamiento. —¡Amelia! —su padre saludó efusivamente, casi no se veían por vivir en sitios diferentes. Ella se aferró al abrazo de su padre. Amelia se estremeció al pensar que el disparo recibido pudo ser mortal y no habría tenido la oportunidad de volver a ver a su padre. Quiso llorar; pero lo último que deseaba era preocupar a su padre. —¡Papá! —Amelia s
Amelia se lamentó el resto de la noche por el beso, Nicolás se había apartado de ella, su indiferencia le dolió tanto que tuvo que resignarse al hecho de saber que él, nunca dejaría de verla como una carga, un simple trabajo. Salió de su habitación enfadada consigo misma, estaba bien, debía estarlo, nadie moría por amor, al menos ella estaba decidida a no morir por Nicolás. Eran las cinco de la mañana, estaba tentada a ensillar su caballo y salir de paseo sola, sin escolta, pero el recuerdo del hombre disparándole le causó escalofríos. No podía ser imprudente, nada le podía garantizar que el tipo o los tipos que intentaron matarla estuvieran lejos. Volvió a su habitación, cogió una bata de baño y se dirigió a la piscina, el agua debía estar cálida, la ventaja de vivir en una región de la Costa Sur, era el apabullante calor. El chapoteo del agua la hizo detenerse, correr había sido su primer impulso; pero la hacienda era segura. Nadie podría entrar al área sin
Amelia entró a su habitación, después de un largo viaje, Nicolás, no le había dirigido la palabra, se limitó a coordinar su llegada desde la radio, ella escucho su voz y suspiró, él la frustraba, pero no podía dejar de pensar en él, no después de ese beso que le hizo temblar todo el cuerpo.Subió a su habitación, era domingo por la noche, no tendría mucho que hacer, más que descansar, no tenía hambre, pero bajo a la cocina, esperaba no encontrarse con Nicolás, estaba lo suficientemente cansada para lidiar con una discusión de nuevo, bebió un poco de agua y salió rumbo a su habitación.⧓⧓⧓⧓⧓⧓⧓⧓⧓⧓Nicolás, apenas pudo concentrarse durante el viaje, se sentía estresado, cansado, Amelia, definitivamente era una tentación para él, y pensar que hasta hace poco la consideraba totalment
Nicolás, se sentía febril, algo le había causado ese estado, pero no podía pensar menos con García cerca, su cuerpo estaba demasiado cerca del suyo para su gusto.- ¡Arredondo! – Amelia entró a la cocina enojada- ¿Por qué gritas Amelia? – García perdió la formalidad y pregunto de manera irritadaAmelia paso de la mujer, tomó a Nicolás del brazo y lo saco de la cocina, aprovechando que él no había puesto resistencia ya se encargaría de la mujer después, Nicolás realmente se veía mal.La custodio se dio cuenta de su error al hablarle sin ningún respeto a Amelia, pero estaba irritada, porque tenía que volver, porque no se había perdido en la dichosa fiesta y olvidado de Nicolás esa noche.Por favor, Señorita, Nicolás, no se ha sentido bien, déjeme l
Amelia, soltó un bajo gemido, cuando su cuerpo protesto por el dolor, sonrió al recordar el motivo, extendió su brazo para buscar a Nicolás al otro lado de la cama, pero no estaba, su lado se sentía frío, abrió los ojos para darse cuenta que estaba sola en la habitación, no había rastro de Nick, trato de no darle importancia si miraba el reloj debía ser tarde y él madrugaba todos los días sin importar el día que fuera.Se levantó y dirigió sus pasos hacia la ducha, necesitaba un baño de agua caliente para relajar sus músculos y de cierta manera aliviar su dolor. Apenas el agua cayó sobre su cuerpo, se permitió cerrar los ojos y recordar las ardientes imágenes de Nicolás y ella compartiendo la misma cama, tuvo que morderse el labio para no gemir, Amelia quería creer que al fin tendría esperanzas con Nick, despué
Nicolás, estaba gritando a sus hombres de confianza, por no tener resultados eran más de las once de la noche y Amelia, no había dado una sola señal de vida, sus hombres fueron a cada lugar que Ami, solía frecuentar, incluso visitaron a los amigos que había mencionado que tenía estaban vigilados por si alguno de ellos estuviera encubriéndola, pero aun así no había un solo rastro de ella, la frustración estaba casi matándolo y se imaginaba los peores escenario, Amelia debía estar bien, tenía que estar bien.⧓⧓⧓Amelia, había decido volver, sabía que nada ganaba alejándose si al final no podía marcharse, se entretuvo en el estacionamiento antes de recargar combustible, fue a la tienda a comprar algo de comida, no utilizó tarjetas ni nada que pudiera servir para rastrearla, comió lo más lento que pudo estaba cerca de casa, por
Amelia, no podía explicar sus malestares, el dolor en su bajo vientre, aparecía cuando menos lo pensaba y se iba de la misma manera en que llegaba, afortunadamente los dolores ya no le provocaban nauseas como los primeros días y eso fue exactamente hace una semana, por lo que dejo correr, dejo de prestarle atención e importancia, seguramente era problemas de los quistes que había padecido dos años atrás había tenido síntomas parecidos.Bajo a la piscina, había tenido un poco de calambre la noche anterior, asimilo que también era falta de ejercicio así que decidió pasar un rato nadando, tenía reunión con Raquel, Ramiro y Karla por la tarde, tenía tiempo para disfrutar una mañana de sol, le sorprendió no ver hombres en las esquinas, era una rutina en su vida, no verlos era raro, pero tampoco presto atención.Nado por unos