Capítulo 310
—Hazlo —La voz de Leandro era extremadamente fría y baja.

—Está bien —Tomás sacó de su pequeña caja una serie de herramientas y trató de desinfectar lo mejor que pudo.

Yael miraba de vez en cuando por el espejo retrovisor, conduciendo el coche con mucha suavidad, como si estuviera en una carretera plana.

Tomás, sin anestesia, cosió más de diez puntos en la herida de Leandro. Cada vez que la aguja entraba, sentía un escalofrío de miedo. Sin duda, debía doler muchísimo.

Sin embargo, Leandro no emitió ni un quejido. Solo se podía ver cómo apretaba los dedos con fuerza, las venas de su mano marcadas.

Tomás no quería hacerle daño, pero se obligó a terminar. Desinfectó la herida repetidamente, y finalmente la sangre dejó de fluir, lo que le dio un gran alivio.

—Señor Muñoz, las condiciones son limitadas, así que tómate estos antibióticos orales —Después de guardar las herramientas, Tomás le ofreció unas pastillas.

Leandro las aceptó, y Yael rápidamente le pasó una botella de agua. Leandro in
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