Capítulo 0254
Celia regresó a la familia Fernández y arrojó su bolso sobre el sofá antes de sentarse con un suspiro.

—¡Elena, estoy muerta de cansancio! ¡Ve a buscarme una toalla caliente! —ordenó Celia, sin ganas de moverse.

—Señorita, ha vuelto. ¿Necesita algo más? —preguntó Elena, mientras traía rápidamente un cubo con agua caliente y toallas, entregándolas respetuosamente a Celia.

Celia tomó la toalla caliente y, justo cuando iba a lavarse la cara, recordó a los niños sucios que había visto antes, aquellos que no podían oír o tenían las piernas cojas, un espectáculo asqueroso. El ambiente del orfanato era un lugar de miseria, con un olor a pobreza que flotaba en el aire.

Un sentimiento de repulsión la invadió y, con una ira súbita, levantó la tapa del cubo con fuerza. El agua caliente se derramó sobre Elena, quien se empapó por completo y retrocedió asustada.

—¿Quieres que me queme? ¡Eres una irresponsable! —gritó Celia, necesitando desahogarse. No podía encontrar a Juan y estaba inquieta.

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