—Esperanza, hace tiempo que no nos vemos, pero mantienes tu maravilloso encanto—el hombre miraba detenidamente el rostro de Esperanza, tan frío como la luna, y sonreía con ligereza.

—Agradezco los elogios, señor—respondió Esperanza con dignidad, sin humillarse ni ser altiva.

—No es en vano que Pol te haya entrenado personalmente durante tantos años. Eres muy gentil, tranquila, elegante y majestuosa. A veces, incluso siento que eres Clara. Esperanza, eres la doble más perfecta que he visto.

Esperanza no mostró emoción alguna al respecto, pero sus ojos reflejaban una profunda melancolía.

La descripción de doble hizo que todos los elogios anteriores del hombre sonaran bastante irónicos.

Pol no intervino en este tema. En cambio, abrió la caja y presentó un antiguo jarrón ante el hombre. —Esto es una antigüedad que compré para usted en la subasta de YEMEN. Es un modesto regalo, espero que no le desagrade, señor.

Odalys levantó asombrada las cejas ligeramente.

Este jarrón antiguo también hab