Las calles ya no estaban silenciosas. La brisa fresca soplaba en el ambiente haciendo que su cabello se ondeara. Los edificios altísimos de la ciudad brillaban con el resplandor dorado del sol mañanero.El suave murmullo de los coches y la gente empezaba a llenar el aire. Las calles que momentos antes estaban en silencio, ahora se habían transformado en un caos ordenado mientras todo el mundo se apresuraba para ir a sus actividades, y ella seguía en la marcha, insegura. Con la vacilación más latente que antes, y amenazada con tener que casarse con un tipo loco, cruzó por su mente escabullirse, apresurarse a huir mientras fuera posible. Y, cuando llegó a casa, su madre le apuntó que irían por el vestido de novia. ***Nicolle caminaba por la calle junto a su madre arrastrando los pies y mirando el suelo. Sabía que hoy no sería un buen día para ella. Su madre insistía en que tenían que ir a escoger un vestido de novia para su boda pero Nicolle no estaba emocionada por la idea. —¿Rea
La fiesta se estaba llevando a cabo en la mansión de los Metternich; se respiraba lujo y un ambiente sofisticado, y ella sentía que se estaba asfixiando allí dentro, lejos de los amplios y hermosos jardines en el exterior, se la pasaba terrible. El espacio estaba decorado con luces elegantes, centros de mesa impresionantes, flores frescas y suntuosos detalles dorados. La música que sonaba era una mezcla de canciones románticas y de moda que animaría a los invitados a bailar toda la noche. Pero ella se sentía tan apagada, queriendo largarse a llorar, escapar de aquel ambiente al que no pertenecía y fue obligada a estar. Era increíble ver a tantas personas que no vio jamás en su vida, a todos los presentes actuando con pretensión.—Endereza la espalda, Nicolle, sonríe y saluda, no seas grosera, todos te están mirando ahora mismo. —Madre, ¿de verdad me estás pidiendo eso? —emitió por lo bajo, incapaz de hacerlo con naturalidad lo que su madre le pedía, solo de forma forzada lo hací
La boda fue un hermoso evento que acaparó la atención de todos los invitados, pero solo una pesadilla para Nicolle. Aunque radiante en su vestido blanco no podía ocultar su nerviosismo mientras se acercaba al altar. Su corazón latía con fuerza y en su cabeza se repetía una y otra vez la idea de huir de allí.Pero a pesar de sus temores la boda siguió adelante. El novio la esperaba sonriendo con la falsa ilusión y el fingido amor, mientras la ceremonia avanzaba. El ambiente era perfectamente cálido y acogedor coronado por la belleza de los detalles que decoraban el lugar.Y finalmente llegó el momento en que el oficiante anunció los votos. — Yo, Serkan Metternich, te quiero a ti, Nicolle White, como esposa y me entrego a ti, y prometo serte fiel en la prosperidad y en la adversidad, en la salud y en la enfermedad, y así amarte y respetarte todos los días de mi vida.Sabía que era su turno, pero se sentía incapaz de decirlo. Ante la expectativa de los presentes, terminó mirando a Serka
Era una locura sentirse en otra dimensión, como a través de su ser corría un millar de emociones que pensó no sentir. Se repetía en cuestión lo de la noche. Atrás quedaron sus temores y su deseo de huir, reemplazados por una pizca de miedo y una dosis de urgencia por ser tomada por el hombre.Serkan la besó con pasión, su boca devorando la de ella sin delicadeza, solo había urgencia. Nicolle cedió a la intensidad del beso, dejándose llevar por la corriente que los unía. Aunque sabía que no era lo correcto, que su instinto advirtiendo le decía que lo evitara, su cuerpo se rendía a la atracción repentina que sentía por él.La presión de su cuerpo contra la suya, la firmeza de sus manos en su cintura, todo era explosivo. Nicolle se sentía arrastrada por una fuerza que no podía controlar, una fuerza que le decía que esto era lo que quería, aunque su mente le gritara lo contrario.Cuando finalmente se separaron, Nicolle se apoyó en la pared, tratando de recuperar el aliento. El lugar par
—¡Te casarás con Nicolle White! Ella debe ser tu esposa, hijo —demandó Serkan estaba sentado frente a su padre mirándolo con frialdad inyectada en sus zafiros tenebrosos, mientras este le explicaba las razones por las cuales debía casarse con Nicolle.Una sonrisa fingida apareció en sus labios y tomó un respiro. Odiaba demasiado estar en una situación como esa, teniendo que aceptar el hecho de que iba a enlazar su vida a una persona, algo que era demasiado lejano a su ser. Él no era igual a los demás, de hecho existía un muro altísimo que lo separaba de lo habitual, de lo "común". Solo dos palabras, aunque fuertes y contundentes: Trastorno Antisocial. —Me niego a casarme con esa joven. ¡No soy un títere al que puedes manipular a tu antojo! —vociferó Serkan golpeando con fuerza la mesa.Su padre lo miró con el ceño fruncido obviamente molesto por la actitud de su hijo. —Deberías tener más cuidado con tus palabras Serkan. Necesitamos que te cases con Nicolle para mantener el secre