Armando miró las llaves en mi mano sin decir una palabra. No sabía qué estaba pensando en ese momento. Al ver que no tomaba las llaves, las dejé sobre la mesa y arrastré mi maleta hacia la puerta.—Jazmín, terminarás siendo mi mujer por voluntad propia.Justo cuando llegué a la puerta, escuché la voz tranquila de Armando. Me detuve bruscamente y me giré para mirarlo, pero solo pude ver su espalda. No entendía qué quería decir con esas palabras, y no era algo en lo que debía preocuparme ahora.Conteniendo mis emociones, me di la vuelta y me fui.Al llegar a la casa de Gala, la encontré cocinando la cena. Desde su ruptura, era la primera vez que la veía hacer la cena voluntariamente. No sabía si realmente había superado su tristeza o si lo hacía para que yo no me preocupara.Llevé mi maleta a la habitación donde solía quedarme y luego fui a la cocina.—Jazmín, estos días no he salido de casa y ya no tengo casi nada de comida, así que esta noche tendremos que conformarnos con lo que hay,—
Frente a Armando, discutir abiertamente carece de sentido, pues para tratar con este hombre siempre hay que utilizar medidas más suaves y diplomáticas. Es una persona que responde mejor a la amabilidad y la persuasión sutil que a la confrontación directa o la dureza. No importa cuánto debata o lo contradiga, sus esfuerzos serán en vano. Hasta la hora de salida, mi mente permaneció bloqueada, sin poder generar nuevas ideas o soluciones.En el fondo, siento un profundo desprecio hacia Armando, pero él es el gran jefe de la compañía y no puedo hacer nada al respecto. A veces, realmente pienso en renunciar y abandonar este entorno laboral tan tóxico. Sin embargo, al reflexionar con detenimiento, me doy cuenta de que he trabajado arduamente para conseguir este empleo. Si me rindo y huyo ante algunas dificultades que Armando me impone, eso significaría entregarle la victoria, y no pienso ser tan tonta como para caer en su juego.Justo a la hora de salida, mi teléfono sonó. Vi que era una lla
En mi primera ocasión de invitar a Manuel, fue precisamente aquí, en este tipo de lugar. Sentía cierta incomodidad, pero no podría afrontar los costos de esos hoteles de lujo. —Lo siento mucho por tenerte que invitar a comer en este lugar.Miré a Manuel, sintiéndome incómodo, y me disculpé tímidamente.—No te preocupes, creo que este lugar está bien. Cuando estaba en la universidad, solía salir a comer a puestos callejeros con mis compañeros de cuarto. Comer en esos lugares tiene su encanto.Manuel sonrió amablemente, sin mostrar ningún atisbo de desdén o incomodidad por el hecho de que lo hubiera invitado a reunirnos en ese humilde lugar. Su expresión cálida y comprensiva me tranquilizó, disipando cualquier preocupación que pudiera haber tenido sobre si él juzgaría mal mis modestas circunstancias.Aunque no tenía forma de saber con certeza lo que pasaba por su mente, pude percibir una actitud de genuina apertura y aceptación de su parte. A pesar de que nuestra relación no era particu
—Está bien, si te gusta, la próxima vez volveremos.— Vi la sonrisa en el rostro de Gala y realmente sentí que valía la pena gastar este dinero.—Señor Díaz, ¿por qué no estás comiendo? ¿Acaso no te gusta?— Gala miró a Manuel, frunciendo el ceño con cierta confusión al ver que apenas probaba la comida. Esta pregunta también era lo que quería preguntar, pero me daba vergüenza decirlo.—No, no tengo mucha hambre. Si te gusta tanto, come un poco más.— En cualquier momento, Manuel siempre mantenía una sonrisa suave en su rostro.—Si no te gusta, la próxima vez te invitaré a otro lugar.— Después de un día de trabajo, la noche solía ser el momento en que más hambre tenía. Que Manuel dijera que no tenía hambre claramente era una excusa. Supuse que él debía ser como yo y no disfrutar mucho de los mariscos.Si no fuera por mi promesa anterior a Gala, nunca lo habría invitado a comer a un lugar como este.—La próxima vez te invitaré yo. No puedo dejarte siempre que pagues.— Manuel no se negó, per
En sus ojos, Manuel era un hombre verdaderamente perfecto, muy adecuado para mí. Sé que Gala espera que encuentre la felicidad pronto, sé que ella está pensando en mí, solo que entre Manuel y yo parece que falta algo...—Está bien, he captado a la perfección lo que intentas decirme. En este momento me encuentro muchísimo más desesperada que tú por contraer nupcias, date cuenta de que ya no soy precisamente una jovencita, he alcanzado una edad que dista de ser temprana y si no me caso pronto, terminaré convirtiéndome en una solterona empedernida.Exhalé un suspiro cargado de resignación, sin deseos de continuar abordando ese tema espinoso. Yo misma soy plenamente consciente de que mi juventud ha quedado atrás y de que si no logro casarme pronto, inexorablemente terminaré siendo una mujer soltera añeja.Al escucharme expresarme de esa manera, Gala prosiguió comiendo en silencio, sin articular palabra alguna adicional, y fue precisamente en ese instante cuando Manuel se aproximó a nosotra
Manuel ya había partido en su automóvil. Gala, al observar que transcurría un lapso de tiempo considerable y yo aún permanecía ensimismada, sin reaccionar, procedió a tomarme directamente del brazo y a pronunciar aquella frase en tono zumbón.Fue entonces que salí de mi trance y la fulminé con una mirada fulminante, sin saber qué decir, pues no podía confesarle que no experimenté absolutamente ninguna sensación ante la muestra de intimidad por parte de Manuel, que incluso me produjo cierto rechazo interno.En la actualidad, Gala alberga un anhelo tan ferviente de que Manuel y yo consolidemos una relación, que si le revelara mis verdaderos sentimientos, indudablemente no se libraría de intentar “hacerme entrar en razón”, por lo que opté por guardar silencio.—Jazmín, cuando Manuel te besó, pude percibir que incluso se ruborizó. ¡Es realmente sorprendente que un hombre maduro sea más tímido que tú!Mi mutismo no representó un impedimento para que Gala se abstuviera de continuar inmiscuyé
Al acercarme, advertí que aquella mujer lucía un atuendo sumamente provocativo y sensual. Su edad rondaría los treinta y tantos años, claramente no de la misma generación que Damián. No obstante, a juzgar por su vestimenta, parecía ser una dama acaudalada.—¿Por qué habría de temer? Tú eres mi novia, es natural que te bese. No hay motivo para avergonzarse de que otros nos vean.Tras pronunciar esas palabras, Damián intentó besar nuevamente a la mujer, exhibiendo una sonrisa lasciva en su rostro.—¡Qué desagradable!La mujer fingía resistirse, si bien verbalmente expresaba negativa, al mismo tiempo ofrecía sus labios carmesí incitándolo a besarla.Gala presenció la interacción entre ambos, reflejando un gesto de profundo dolor en sus bellos ojos. Apenas separada de Damián, tener que presenciar aquella escena de intimidad debía resultarle sumamente lacerante.—Gala, ¿has terminado ya? Si es así, marchémonos.Comprendía que ver a Damián con otra mujer en ese momento debía estar hiriéndola
Normalmente no suelo proferir palabras malsonantes, incluso cuando Gaspar me traicionó, jamás experimenté una ira tan profunda como la actual. Después de todo, aquel patán de Gaspar nunca llegó a tal nivel de descaro y desfachatez como para buscar confrontaciones deliberadamente.—Damián, ¿quién es esta mujer que habla con tanta desvergüenza?Justo cuando estaba a punto de estallar en un torrente de improperios, la mujer sensual que acompañaba a Damián se aproximó contoneando las caderas, observándome con manifiesta hostilidad.—Es una amiga de mi ex novia, una verdadera furcia. No le hagas caso.Damián me dirigió una mirada cargada de desdén.¿Que me llamara furcia? Este patán realmente no tiene reparos en proferir cualquier insulto.—Incluso si fuera una furcia, seguiría siendo muy superior a un patán como tú, que juega a dos bandas. Y encima, te consigues a una anciana. ¡Damián, tu gusto deja mucho que desear!Eché un vistazo a la mujer que Damián mantenía abrazada. A pesar de su at