Capítulo51
Pero Mateo la apartó de un solo empujón, su ira desbordante se esparció como la oscuridad de la noche, envolviendo todo a su alrededor. Su mirada afilada se dirigió con furia hacia Sebastián, quien casi se desplomó de miedo.

—¡Oye, no eras tú la diosa de las carreras? ¿Qué haces aquí? ¿Dónde está la diosa? —le preguntó Sebastián asustado, se encontraba confundido. Evidentemente, esta no era la misma persona que había estado compitiendo hace un momento. La "diosa" había escapado.

La joven, asustada y a punto de llorar, respondió con voz muy temblorosa:

—Yo… yo tampoco lo sé…

—Mateo, esto en realidad no es culpa mía. Seguro que tu esposa se escapó por miedo a que la descubrieras —se apresuró a justificarse.

—¡Eres todo un genio!

Mateo, sin querer perder más tiempo con él, le lanzó los guantes a la cara y se marchó a grandes zancadas.

—¡Oye! ¡Mateo, ¿a dónde vas?!

Sebastián estaba más que asustado, no se atrevía siquiera a pedirle a Mateo corriera desnudo. Las consecuencias de su ira era
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