(...)
Liz.
Ocho años después de vivir el día a día, llena de sorpresa, amor y aventura, acompañada de mucho amor y de una relación de la que no se compara.
Como ha pasado el tiempo, ya mis niños están creciendo rápido, ambos tienen once años de edad.
Liliam es igual que su padre; tiene esos ojos verdes, su cabello es rubio, y tiene los modos de su padre. Es una niña linda que cuando viene de su colegio me cuenta que muchos niños que les dice que es una niña bonita y que le gusta, pero cuando miran a Dayron se apartan de ella, ya que su hermano es celoso y no le gusta que nadie se le acerque a su hermana, ya que es una misión que su padre le ordenó que haga.
Dylan tiene un lado oscuro en su interior y pasado del cual había dejado atrás, pero las circunstancias hacen que él nuevamente vuelva al mundo de la perversión. Su porte y elegancia hacen que cualquier mujer se derrita ante sus encantos, pero para él no existe el amor hasta que se topa con una chica que hace que él pierda el control de sí mismo, dejando atrás al hombre prepotente y permitiendo al hombre celoso y sádico. El destino le presenta un juego tentador del que ambos se atreven a jugar y de ese mismo juego los llevará a la pasión y a la vida que ambos no pensaban tener. Ambos luchan por las adversidades que se le presentan; dudas y sobre todo la confianza que una pareja debe tener. Para Lizbeth es una tentación aceptar las propuestas que el galán de Dylan le
Liz.(…)Se ha llegado la noche y ahora me encuentro a unos pasos de la entrada del club. Respiro profundo, tomo el valor y entro al lugar donde no deseaba ir porque prefiero mi cama y almohada, que estar aquí para sentir que mis oídos pueden reventar en cualquier momento.Lo primero que hago al entrar al club es buscar con mis ojos biónicos a mis amigas porque una cosa es que vaya a una fiesta por ellas y otra que salgo de mí.¡Bingo! Las chicas están en la barra, ¡wao!, no llevan ni dos horas y ya están en modo de perderse en alcohol.—Wau, que bella que estás Liz —exclama, y corre hacia mí.Pongo mis ojos en
(...)Gracias a Dios que me levante con el pie derecho, me aliste como un rayo y desayune como Dios manda, ahora lista para el trabajo, solo que hoy salgo a las cinco de la tarde. Lo bueno es que ya estoy preparada psicológicamente a la jornada de trabajo.Llegando a la clínica y lo primero que me dicen es que me llama el Dr. Pérez, él es el doctor y jefe de nuestra área, aparte es el dueño de la clínica, es joven y si no me equivoco está por la edad de los treinta años y es mmm...Como soy una niña bien portada, corro hacia la oficina del jefe, dado que no quiero que mi expediente quede manchado.Doy dos toques a la puerta y después de escuchar que el doctor me dice que pase e
(...)Tocan el timbre, dejo el vaso de agua en la encimera y camino hacia la puerta.—¡¡¡Gabriel!!! —me sorprendo al ver a la persona que menos esperaba.Wao… Esto no me lo esperaba, me sorprende su visita inesperada, ¿cómo sabe donde vivo? Ah, mis datos personales, tuvo que revisar mi hoja de vida, dado que no encuentro otra justificación.—Liz ¿cómo estás? —en su rostro se le dibuja una enorme sonrisa—. Puedo pasar.—Sí, claro, pasa, estás en tu casa —tartamudeo de la impresión—, y que te trae por aquí—pregunté con una pizca de curiosidad. (...)Feliz por terminar mi turno, llevo mi mano hacia mi cuello y empiezo a darme un par de masajes. Ah, me siento tensa, creo que no me vendría mal ir un día al spa. Tomo mi cartera y salgo de mi consultorio para ir camino hacia mi apartamento.Cierro la puerta y me dirijo hacia la tabla digital donde pondré mi código y así notificaré que mi turno ha terminado.—Hola, Liz, como te sientes —después de poner mi código en el registro de salida y entrada, volteo a ver y me topo con el rostro de Gabriel—. Ya termino tu turno así que mañana te veré a la misma hora—asiento—. Ve a descansar.—Gracias, Gabriel, ten buen día. (…)Abro mis ojos al escuchar un par de voces por el pasillo, pero al parecer a Liz eso no le afecta, ya que esta cómoda y duerme como un angelito. Sí, me salí con la mía, ya que Liz está en mi habitación y se quedará conmigo hasta que ella lo decida.Ah, es que a mi madre le gustaría que me casara y que le diéramos muchos nietos.Con mucho cuidado me levanto de la cama, no quiero que Liz se despierte, deseo quedarme más tiempo con ella, pero tengo que buscar a mi padre y hablar un par de cosas con él.Me pongo las pantuflas y tomo mi móvil que está sobre la mesita de noche, le doy una última mirada a Liz para luego salir de la habitación.Capítulo 4
Capítulo 5
(...)Abro lentamente mis ojos, pero nuevamente la vuelvo a cerrar porque la iluminación de la habitación o donde quiera que esté ofende mi vista. Pongo mi mano en mis ojos.—Liz, amor… —siento como su mano está sobre la mía.Quito mi mano de mis ojos y puedo ver el rostro preocupado de Dylan para luego percatarme que estoy en una habitación, pero no la habitación de la casa y menos la de mi apartamento, estoy en un cuarto de la clínica.¿Qué me pasó?, no recuerdo nada.—Dylan, que me paso —hablo con temblor en mi voz—, amor, todo me da vueltas.—Te desmayaste &m
—No… quien te crees para decirme que me vaya —me deja a un lado y se va directo hacia Morgan y Carla viene hacia mí—. No te metas en mis asuntos porque si no te irá mal—la amenaza.—Te encuentras bien —Carla me sostiene del brazo y yo intento recuperar el aire.—Vete Gabriel o nos veras obligadas a llamar a la policía —le advierte Morgan—. Estás haciendo las cosas más graves porque esto se le llama acoso, y no amor Gabriel. ¡Escucha, Acoso! —está furiosa e intenta demostrar lo que él está haciendo—. Y no te permitiré que le hagas daño otra vez, ya no.Es que se convirtió en un loco obsesionado porque ha venido solo para alterarme y meterme en miedo, se est&