31. Deseo

El tacto embriagador y sensacional de Joshua era exactamente como ella lo recordaba.

Era fuerte, dominante y muy seguro de sí mismo. Sabía exactamente lo que hacía, las sensaciones que provocaba, y parecía experto en ello. Emanuele apenas podía oír la voz de su propia conciencia en medio de aquel revoltijo de sensaciones maravillosas, que la hacían murmurar y gemir.

Una de sus manos se posó en su muslo. Nunca, nunca la habían tocado así. Normalmente soltaba risitas nerviosas y se avergonzaba igualmente. Pero allí, en aquel momento, estaba completamente rendida.

Joshua se llevó a Emanuele a su regazo, sin dejar de besarla.

Ella no sabía adónde iban, aunque por lo que adivinaba y por el olor a madera y canela, estaban en su habitación.

La chica del pelo teñido, o casi, ya que el tinte estaba ligeramente desteñido, sintió su cuerpo apoyado en un mullido colchón. Todavía no tenía valor para decir nada, y su cuello estaba siendo mordisqueado por Joshua, que tampoco podía decir una sola pa
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