Narra Alondra Ferreyra PérezEstaba que no me podía creer que David me hubiera hecho un regalo cómo ese, ¿Dónde habían quedado los detalles simples? Pensaba para mis adentros cuando David, me besó suavemente recostándome en la cama, a lo que yo simplemente me dejé llevar por sus deliciosos, dulces y tiernos besos, que causaban en mí un estremecimiento total y absoluto, acompañado de sensaciones indescriptibles para mí. Era como si las olas del mar me hicieran sucumbir ante su fuerza atrayente, como si me estuviera llevando a lo profundo, arrastrándome en esa inmensa marea de sensaciones. Los besos fueron subiendo de tono, entonces recordé que estábamos en su casa, en su recámara y que Carmen también se encontraba aquí, así que detuve el beso y me incorporé de inmediato.–Alondra, ¿Qué pasa mi amor?, ¿Te sientes mal? – Preguntó David un poco preocupado por mi reacción – Recuerda que no haremos nunca, nada que tú no quieras.Sabía de sobra que él nunca me obligaría a hacer algo, que yo
Narra Alondra Ferreyra PérezAsí nos deshicimos poco a poco de la ropa prenda por prenda en la oscura habitación, dónde sólo nos iluminaba la luz de la luna colándose por la ventana que daba a la calle.David siguió acariciándome con ternura, explorando cada rincón de mí cuerpo cubriéndome de besos, desde mis tobillos hasta mi cuello, mis labios, dónde se detuvo para escucharme jadear en su boca, mientras él entre beso y beso me susurraba que me amaba y yo le correspondía diciéndole que por igual yo lo amaba mucho a él. -Te amo, Alondra.-Y yo te amo a ti, David, mucho.Después de lo que parecía una eternidad, David se colocó un preservativo, me miró volviéndome loca al mirarlo así, tan atractivo, tan viril, tan dispuesto y tan guapo para mí. Obviamente antes de decidirse a hacerme suya, quiso saber mi opinión.-Mi princesa, ¿Estás segura? - Río él mismo al hacerme la pregunta - Sí quieres esperar, yo lo entenderé.-Estoy muy segura, por favor David. Hazme ya el amor, quiero ser tu m
Narra David de MaríaEn la mañana del día siguiente, me despertaron los rayos de sol que se colaban a través de las cortinas abiertas de la ventana. Así me pude dar cuenta que no era un sueño, que había sido la pura realidad, que había hecho el amor en toda regla con mi hermosa Alondra. Me quedé maravillado mirándola, era tan bella, acaricio su brazo desnudo, mientras ella aún dormía sobre mi pecho estando desnuda y relajada. Es tan hermosa, tan diferente de todo lo que me había pasado antes. Me limité a acariciar su cabello hasta que me quedé dormido nuevamente a su lado. La tenía tan pegada a mí, que no quería que nada ni nadie nos separara. Estábamos perdidos en el sueño, hasta que el sonido de mi móvil me hizo despertar abruptamente, siendo mí madre quién me llamaba, me percate que Alondra ni siquiera se había movido de su sitio, así que la dejaría descansar un rato más.–Buenos días hijo, ¿Dónde se han metido toda la noche? Creo tener una idea pero necesito estar segura – Mi ma
Narra David de María–Danos unos diez minutos y nos vemos en la calle afuera del hotel – Pedí a mi madre y corté la llamada.Alondra me miraba un poco extrañada sin soltarse de mi abrazo, poco a poco nos separamos y le pasé su ropa para que se vistiera. Tomé mi ropa e hice lo mismo y termine de vestirme, acomodé todo en la mochila, una vez que Alondra estuvo lista, bajamos a reunirnos con mi madre quién ya nos esperaba afuera del hotel. Llevé a Alondra al auto con mi madre y volví únicamente a entregar la tarjeta de la habitación, enseguida salí, para reunirme con ellas.–Listo madre, ahora si podemos irnos. Muchas gracias por pasar por nosotros – Dije apenas me subí al auto. –Hijo supongo que no le alcanzaste a decir nada aún a Alondra – Afirmó mi madre.–Supones bien madre. No le he dicho nada a Alondra aún, pero prefiero que nos vayamos y le iré contando en el camino.–David, ¿Qué está pasando amor? Me estoy poniendo nerviosa – Me preguntó Alondra asustada – Me da miedo no saber l
Narra Alondra FerreyraCaminamos por todo el centro de Peña de Bernal tomados de la mano y llegamos hasta dónde al parecer, se podía pagar una visita para subir a la Peña, estaban organizando grupos de diez personas y nos formamos en una fila que había mientras, una mujer de ahí, estaba dando indicaciones.–Mi princesa antes de que subamos quiero darte algo – Dijo David sacando una caja de su bolsillo – Espero que te encanten y que los quieras lucir ahora mismo. Los compré pensando en ti y en lo hermosos que se te van a ver puestos.–Muchas gracias David, pero cómo te he dicho antes yo no puedo corresponder a este tipo de cosas – Respondí apenada – Lo siento pero no puedo de ninguna manera aceptar lo que sea, que venga en esa caja.–Alondra, déjame consentirte por favor. Eres mi novia y además es solo un pequeño detalle para que te veas más bella de lo que ya eres – Dijo David mientras avanzábamos en la fila – Por favor, mira que si no los aceptas, harás que se moleste mi madre.– ¿Ca
Narra Alondra FerreyraMe sale la valentía, me molestaba que me retaran en algo, lo que tenía yo era que, en cuanto eso sucedía, mi ego se elevaba y hacia cualquier cosa para salir victoriosa de cualquier situación, es más, yo misma me retaba a ser mejor cada día y me superaba, nadie se podía dar el lujo de decir, que me había ganado ante un reto y eso no iba a suceder nunca y mucho menos hoy, así que si apostaba él en algo, iba a salir perdiendo.–Veo que has encontrado el significado exacto de la palabra. Lo siento mi consentida pero tu reacción sólo indica miedo. Te retaría a que te perfores los oídos pero no soy tan malo, te compraré otra cosa.Más me encendió en la forma en que lo dijo, eso me calentó hasta decir basta; no chiquito, esto no se iba a quedar así, es más si me retaba era capaz hasta de perforarme una ceja, el labio, la nariz, la lengua, lo que se le ocurriera, aunque después tuviera que quitármelo, pero de que lo cumplía, lo cumplía.–No, de eso nada y ¿Sabes qué? T
Narra David De MaríaEstaba esperando en la joyería a que saliera mi princesa, pensando que, si algo malo le pasaba por hacerse eso en los orejas, sólo sería culpa mía. Primero por lo poco observador que había sido al no darme cuenta que ella no llevaba los lóbulos perforados y después por retarla a hacer algo que, seguramente de no ser por mí y por mis comentarios jamás hubiera hecho por ella misma, pues estaba claro que habían pasado 18 años y no se los había hecho, me imaginaba que por algo no los traía perforados.Estaba nervioso y estaba impaciente. No me esperaba que pasara tanto tiempo y aun no salieran. A los pocos minutos, salió al mostrador la chica que se había llevado a Alondra, su cara denotaba preocupación y eso me alertó, algo no muy grato estaba sucediendo ahí en la trastienda, me recriminé de inmediato, por tonto y por insensible.–Joven, me está pidiendo la señorita que si puede pasar con ella, por favor. Generalmente no permitimos eso pero sólo le he podido perforar
Narra David De María–Fue lo que yo le dije justamente, madre – Intervine yo – Voy por hielo para ponerle en los oídos a Alondra.–Quédate con ella, yo se los traigo.–Gracias madre.Me senté con mi novia en la sala, la abracé y la llené de besos. Cuando mi madre me llevó el hielo y se lo puse en ambos lóbulos ella comenzó a sentir alivio, lo noté por la forma en que comenzó a cerrar sus ojos.–Mi princesa, ¿Tienes sueñito?, ¿Quieres que vayamos a descansar un rato?–Si mi amor, por favor – Respondió ella tiernamente.La tomé en mis brazos y la llevé a nuestra recámara, la recosté en la cama y le seguí poniendo hielo, hasta que se quedó plácidamente dormida. Le quité los zapatos y después bajé a hablar con mi madre y a hacer un poco de mi tarea del lunes, más tarde ayudaría a Alondra con la de ella, pensé.–Madre, Alondra se ha quedado dormida y quiero hablar de algo contigo – Dije a mi madre pidiendo un poco de su atención – No quiero volver a Morelia el lunes y que la madre de Alond