Narra Marina.Aunque hubiese querido que la alarma no sonara, lo hizo de forma demasiada insistente.Usualmente los martes me levanto más temprano para hacer ejercicios en la mañana antes de irme a trabajar, pero ahora mismo, mientras dejo que el agua caiga sobre mí para despertarme, sé que debería dejarlo para cuando llegue de la clínica.Anoche me quedé dormida después de intentar pedirle disculpas a mi caliente cliente y me siento completamente patética. Estoy avergonzada de mi comportamiento, de la forma en la que me expuse y sobretodo el cómo le he dejado claro que desde hace tiempo me atrae sexualmente.No creo que nadie pueda de verdad contenerse a sentir cosquillas calientes cuando él toca ciertas partes, e intento no echarme la culpa.¡Pero es imposible! Sabía que iba a ocurrir una locura desde el primer instante en que entró por esa puerta y no me detuve siquiera cuando supe que lo que estaba pasando cambiaría de forma drástica, de la peor manera, la relación profesional.Ay
Roberto hace un gesto verdaderamente decepcionado, y no quiero pararle a ello, pero cuando noto que es verdad su sentimiento me siento algo culpable.—No voy a decirte mentiras; eres una encantadora mujer, y si crees que me gustas también es cierto, pero no soy un tarado, y no voy a estar acosándote. No, porque no soy así, y no porque sé que podrías matarme y quiero vivir muchos años, gracias.Vuelvo a sacar el brazo pero otro taxi pasa, es como si él tuviese un cartel en el pecho que diga "no se detengan", así que no me queda más opción que intentar encontrar en sus ojos malas intenciones, pero no las hay. Él no tiene esa mirada terrorífica que incluso a veces tiene su hermano mayor.—Bien. Solo porque quiero llegar rápido a mi apartamento. Y también me interesa saber qué es lo quiere de mí.Segundos después de haber entrado a su auto, así como de haberle dado mi dirección, no puedo dejar de mirar las flores rojas que tengo en mis manos. Son una especie extraña.—Geranios… —Él dice,
Narra René.Me preocupa que, cuando sienta que estará por irse de verdad, vaya a decirle todo lo que he estado conteniéndome.Tengo la mano puesta en mis bolsillos mientras veo fijamente el teléfono en la mesita de noche.Son las once de la noche y ya no creo que vaya a llamar o dejar un mensaje.Me siento idiota.Debí suponer que el mensaje en la tarjeta más las flores serían la peor forma de hacerle sentir que no tenía por qué sentirse avergonzada de lo que había pasado anoche.Pero tal parece que sí lo hace, o peor aún, piensa que me aproveché de ella.Es para mi difícil admitir que en parte sí lo hice porque sabía que estaba mal y no paré. Como también es difícil entender que ella realmente pueda sentirse tan vulnerable en ese sentido por mí.Aunque debo echarle culpa al alcohol, no soy tan ciego. Puedo sentirlo. Y también sé que es cuestión de tiempo para que ninguno pueda resistirse. Sin embargo, que rompamos esa tensión no es el problema; el problema radica en lo que debe y pue
Narra René.—Casi ni has salido de casa —me dice mamá mientras estamos solo ambos tomando café en la gran mesa—. Deberías aprovechar tus vacaciones, hijo.—Para mí vacaciones últimamente es estar en casa con ustedes, mamá.Y no miento, durante los primeros tres años del éxito en la liga americana estuve completamente ausente en casa, teniendo vacaciones con chicas en cada año que al final resultaron ser solo... diferentes a lo que siempre he buscado.Si alguien piensa que es muy fácil conseguir pareja en medio de la fama, es mentira. Mi hermana Rocío es prueba de ello. Así que los últimos años solo me quedo en casa, saliendo pocas veces, conociendo chicas de verdad.La última fue una compañera de trabajo de Rolando, profesora de secundaria. Todo iba bien hace tres meses, hasta la segunda semana en que conocí a Marina, pues terminó lo que sea que estaba buscando conmigo cuando comentó que volvería con el padre de su hija. Así que pronto estoy pensando en Marina de nuevo.—¿Por qué and
Narra Marina.Es viernes.Hace tres días que no veo, escucho, o sé algo de René.Quizás la tarjeta decía algo como: "Me agradaba pasar tiempo contigo, pero tengo miedo de lo que me puedas hacer así que estás despedida"Tal vez solo estoy exagerando. Pero le encuentro una razón lógica. Tal parece que desde el momento en que admití para mí misma que necesito un descanso, los días han sido totalmente agotadores, los veo más largos, los siento más pesados. Y por lo tanto, cada pequeña cosa, como el hecho de que le haya llevado gelatina amarilla a un paciente y no roja como él me lo había pedido, me hace sentir al borde.Hillary solo dice que me estoy matando sola, por querer, pero eso también tiene una razón explicable.Así que por ello he tomado la decisión esta mañana de mandar a hacer mi guardia con una enfermera del turno de noche. No solo para recordar lo que es dormir en paz, hasta tarde, un día de semana, sino para pensar mejor lo que debo hacer respecto a mi caliente cliente y to
Me siento bien profesionalmente cuando tras una larga hora todo acaba, pues sé de nuevo que he cumplido con las expectativas en cuanto noto que Karen se ha quedado profundamente dormida.Me alejo de la chica sabiendo que no tengo más nada que hacer aquí. Quito mi bata, la meto en mi mochila junto a mis materiales, pero justo cuando me doy vuelta para caminar hacia la puerta corrediza, el perfume de René llega a mis fosas nasales.Levanto el mentón encontrándome con sus ojos verde oscuro.—Le ha gustado —opina en tono sereno, aunque con el rostro aún serio.—Sí, eso me alegra. —Miro de reojo a la mujer, y cuando vuelvo a verlo le sonrío a boca cerrada para seguir mi camino.Siento que tengo el corazón en la boca. Prefiero que me diga lo que piensa ahora de mí a que finja que nada pasó.—Marina.—Dígame, señor Duque.—¿Y mi sesión?—¿Ah?Él se acerca quedando a mi frente, con las manos en los bolsillos de su pantalón deportivo que en lugar de darle un toque fresco solo lo hace lucir más
Narra Marina.—Hey, señor Duque ¿para cuándo con los Dodgers? He escuchado que no pierden la fe en usted… —El mesero se acerca.El castaño me ha traído a un restaurante tan elegante y privado que parece solo disponible para personas importantes como él. Así que ambos estamos aquí, luciendo como si no tenemos un centavo encima por nuestra forma de vestir a comparación de los demás.Me sorprende mucho el hecho de que a René no le importe nada más que estar cómodo, pues ni siquiera tiene una chaqueta puesta encima. Luce como si estuviese listo para ir a trotar.Soy consciente de las miradas que él recibe de varias mujeres. Aunque la mayoría son demasiado distinguidas como para hacer parecer que él realmente destaca entre sus hombres de traje caro.El beisbolista sonríe hasta el mesero, y me quedo aquí detallando eso porque luce demasiado bien.—No creo que vaya a pasar eso; pero si pasa, créeme que lo sabrán primero ustedes que yo —le responde de forma simpática.Justo al entrar, un homb
No puedo creer que él lo considere así, tan a la ligera. Así que eso me hace sentir mucho más patética de lo que me he estado sintiendo. No soy capaz de soportarlo. Si sigo frente a él otros minutos más voy a terminar encima de él exigiéndole que me demuestre que eso no le afecta de verdad. Y después de ello es muy probable que reviva momentos que pensé había superado, hasta este preciso momento.Me levanto de la mesa cuando el mesero llega con la comida, le pido que le diga al hombre que me acompañaba que tuve una urgencia, aunque sé que no creerá que fue así.Camino rápido fuera, y suelto una grosería en baja voz cuando me doy cuenta que no puedo huir tan fácil, pues todas mis cosas, hasta mi teléfono, están dentro de su Ferrari que por supuesto está con las ventanas arriba y con seguro en el estacionamiento.—Qué gran idea, Marina. Huye de él pero pasa la noche en la calle —musito desechando la idea de ir por el estacionamiento, y en cambio, sigo caminando fuera del restaurante.No