Narra René.—Bien ¡así me gusta! —gritaba mi manager de equipo, Wainer.La energía que sentía hace unos horas, justo una semana y media después de lo ocurrido con Marina, me recuerda el verdadero por qué debería dejarla.Bateo con la zurda y la derecha como solo lo sé hacer, y me impresiona que todas den al blanco como los últimos días, porque para ser sincero estaba comenzando a pensar que todo lo que había estado ocurriendo podría afectarme.Mi tiempo para llegar a base es impresionante, nuestro Pitcher ha mencionado esta mañana que me tiene algo de miedo, pues lo observo como si supiera qué movimientos hará, así que supongo que eso también me ha ayudado en el pasado.He sobrepasado mis propios límites en el mundo del deporte. Cada día las personas me reconocen cada vez más, observan cada uno de mis pasos.Mi meta siempre ha sido ser una leyenda. Y juré que mi pensar no lo cambiaría por nada ni por nadie, así que aunque las dudas me maten, agradezco que Marina ni siquiera me haya di
Narra Marina.—¿Notas lo intenso que se volvió todo eso en cuestión de días?Ha pasado poco más de una semana. Justo hoy empezó la pre-temporada. Esta semana he recibido un ramo de flores, con una tarjeta que me hizo finalmente contarle todo a mi mejor amiga, así que ella decidió venirse conmigo del trabajo porque no tuvimos demasiado tiempo para hablar.Me dejo caer en el sillón.—Tengo miedo… —Y no miento.Es muy extraño pero no he dejado de sentir el corazón acelerado desde que él beisbolista me tomó de la mejilla esa noche.—Así que solo te dejó en casa, y tú le dijiste que lo buscarías.—Sí...—Y aun así el hombre te envió esas flores, con esta tarjeta. —Ella la tiene en sus manos, la ha leído dos veces ya—. Amiga…Tomo la tarjeta para releerla y es como si la estuviese leyendo por primera vez.“Sí realmente crees que está mal lo que nos pasa, necesitas tiempo o necesitas hablar sobre un mal día, mi buzón siempre estará para ti al igual que estos tulipanes como muestra de una d
Narra Marina.Estos días que han pasado no han sido solo de tratar de convencerme de que no hay nada malo en que yo realmente acepte que él guste de mí o yo de él, sino que me ha hecho recordar cada sesión. La anatomía humana está compuesta por un sistema nervioso bastante complejo, pero yo sé qué puntos debo tocar para no generar reacciones fuera de lugar. Y no creo que René sea el tipo de persona que se estremece con solo una caricia. Es más, si eso alguna vez se salió de control él lo supo ocultar a la perfección.Aunque pensando esto vuelvo a dudar de mis cualidades.Si yo puedo sentirme estúpidamente atraída por su cuerpo de ensueño, ¿por qué él no podría desear tener mis manos encima suyo más allá de lo profesional?Minutos después de que mi amiga se va, las mejillas se me calientan por el pensamiento de mí tocando al sexy beisbolista con descaro.Me preparo para ir a dormir porque sé que mañana será un día agotador, pero doy vueltas en la cama por las imágenes que no todo el t
Narra MarinaInexplicablemente siento su presencia aunque no ha tocado la puerta y la abro tan rápido que hasta él mismo se sorprende.—¿Qué te pasó?Mi preocupación llega cuando lo veo demasiado sudoroso, con su vestimenta usual pero alterado, jadeante y como si... ¿hubiese llorado?—El... —Parece que le falta algo de aire.Mis manos tocan su antebrazo dirigiéndolo al sofá; lo veo colocar su cartera y teléfono sobre la mesita mientras yo voy por agua fría, y cuando le extiendo el vaso me doy cuenta de dos cosas; una, que no me quité la bata de dormir, y dos, que René por alguna razón luce extremadamente abatido como para verme la cara.La última vez que alguien llegó así de desesperado a mi apartamento no fue porque venía caminando. El recuerdo de Taylor furico tomándome por los hombros gritándome el por qué no había respondido sus llamadas, dejándome desconcertada por su loca actitud, me golpea la cara.René no es Taylor. No, no lo es.Me siento a su lado, y suspiro cuando él por f
Narra René.—No creo que sea conveniente que tú... te quedes, René. —Las manos de Karen tocaron mi pecho.—Te respeto, Karen —le dije con seriedad—. Jamás sería capaz de volver a intentar algo; eres mi mejor amiga ahora, y estás casada con mi hermano.Tenía que admitirlo. El hecho de que todo cambiara entre nosotros desde que comenzó a salir con mi hermano, aún me irrita; pero entonces estaba yo allí, en su nueva casa, visitándola después de salir de una reunión con mi equipo tras el inicio de la pre-temporada, porque al tarado de Roberto le llegó una invitación junto a su banda a una boda de algún famoso, y no invitó a su esposa. Así que ella me había llamado para decírmelo, y jamás he tenido corazón para dejarla a un lado. Mucho menos si sufre es por el tonto de mi hermano.Karen estaba mirando fijamente la ventana de su habitación cuando el ama de llaves me dejó entrar a la casa. No pude notar si lloraba, pero conociéndola, seguramente estaba haciéndolo, pero por dentro.Ella sabía
Narra René.Sentí mi pie quemar quitándolo del acelerador y el auto se detuvo. Pronto el vapor salió del capó y supe que no tendría remedio alguno arreglarlo porque no iba a encender.Rápido tomé mis cosas importantes y llamé a una grúa dándole la dirección en donde estaba mientras rápido me enfocaba en trotar para llegar al apartamento de Marina. Estaba algo lejos, pero no vi problema en hacerlo porque además necesitaba sacar la adrenalina que estaba creciendo en mí.La sombra apareció de nuevo, causando que mi piel se erizara.—No me voy a detener.—Es una advertencia.—Estoy consciente de las consecuencias… —Giré mi rostro hacia las voces—. ¡Mierda!Me tambaleé como si estuviese en una cuerda floja cuando la brisa de la noche llegó, y para mi sorpresa, cuando caí en el suelo sentí el dolor interno en mis rodillas pero no hubo señales de que hubiese pasado.Siempre que salía herido, no se mostraba superficialmente, pero por dentro dolía como el mismo infierno.Maldecí jurando que so
Narra Marina.El olor a café llega a mis fosas nasales, recordándome que no comí nada anoche, pero mejor aún: que René sigue aquí.La última vez que me había sentido completamente segura, sin pesadillas y relajada, fue en casa con mis abuelos. Y eso fue hace demasiado tiempo.La liga de sentimientos que me abaten apenas llego a la cocina y lo encuentro dándole un sorbo al café, como asegurándose de que esté bien de azúcar, me hacen verlo con una sonrisa que pronto se transforma en nervios en el centro de mi estómago.Sí, me siento segura en sus brazos, pero por nada del mundo quiero que piense que por darle una oportunidad debemos ir tan...—Buenos días, Marina. —Camina hacia mi, extendiendo una taza de café—. No volveré a quedarme al menos que tú me lo pidas; y si eso pasa, una cosa sí te puedo asegurar. —Sonríe mientras bebe de su taza—. No faltará que te despierte con café porque es una tradición que corre por mis venas. Si no tomo café, soy hombre muerto.Suelto una risita, viéndo
Narra Marina.Una vez le doy su camisa limpia, salimos de la residencia y compartimos el mismo taxi; pero justo antes de que tomáramos la vía hasta mi trabajo, pidió al chófer pasar por comida ya que no comimos al salir; así que compró más café, un par de Bagels, los cuales descubrí que son parte de su desayuno favorito, y también una gran galleta de avena salada y chocolate blanco.Tras guiñarme el ojo al entrar al auto, me dio una pequeña bolsa de papel con uno de los Bagels, la galleta y en mano me entregó el café.Aunque parezca insignificante, eso para mí tomó mucho valor.Ni siquiera hubo tiempo de pensar qué decir en el camino, pues René rápidamente se interesó en saber sobre la clínica y mi tiempo trabajando allí, así como mis amistades dentro, mientras yo cuestionaba sobre sus compañeros en el equipo y cómo había visto su desempeño el día anterior.—¿Hay otra cosa que quieras saber de mí? —Su sonrisa blanca destellaba.—¿Por qué no haces uso de tu dinero como todo buen millo