NinaEdward se fue y no regresó por mucho tiempo. Me acosté en la cama, atrapada en mis correas, mientras esperaba a que volviera.Al final, la medicina paró de hacerme perder el conocimiento. Sabía que eso significaba que Edward volvería pronto para darme más, y lo ansiaba; sabía que cuanto más tom
NinaPor horas después de vomitar mi medicina, todo lo que pude escuchar eran los sonidos de Edward golpeando a Enzo en la habitación de al lado. Deseaba poder entrar y detenerlo, pero sabía que sería un esfuerzo inútil; tenía que ser inteligente si realmente quería sacarnos a Enzo y a mí de este lu
Nina"Me llamo Nina Harper. Soy estudiante de la Universidad de Montaña Vista. Edward es un mentiroso, y los hombres lobo son reales. Enzo es un buen hombre, y vino a salvarme...".Mientras susurraba este mantra para mí misma, finalmente, lenta pero segura, me dirigí a la puerta de Enzo. Saqué el pa
Nina“Ni-Nina...”.El sonido de la voz de Enzo, en ese momento, fue lo más hermoso que había escuchado jamás. “Estoy aquí, Enzo”, susurré, manteniendo las manos sobre su espalda desgarrada mientras seguía concentrando toda mi energía en curarle. “Estoy aquí”. “Nina... Detente...”. Abrí los ojos y
EnzoAl principio pensé que por fin éramos libres cuando vi a Edward huir con el rabo entre las piernas, pero cuando miré a Nina y vi el charco de sangre que crecía a su alrededor, supe que la verdadera lucha no había hecho más que empezar. Parecía estar en estado de conmoción. Cuando la levanté, m
Al hacerlo, los ojos de Nina se abrieron de golpes, muy abiertos y frenéticos. Empezó a agitarse y a gritar que no quería tomar la medicina. Corrí hacia ella y la agarré por los hombros, empujándola hacia la cama y acercando mi cara a la suya para que pudiera verme. “¡Nina!”. Grité. “¡No pasa nada
NinaDespués de que Enzo me levantara del suelo, sentí que mi visión empezaba a parpadear antes de que todo se volviera negro. Abrí los ojos unos instantes después y me encontré de nuevo en el claro del bosque. Cora ya no estaba sentada frente a mí, pero al hundir los dedos en la manta de suave pel
NinaCuando me desperté, la enfermería estaba poco iluminada y en silencio. Mis ojos tardaron unos largos instantes en adaptarse antes de que por fin me diera cuenta de dónde estaba y de lo que había pasado. Me sentía confusa, aunque no tanto como cuando Edward me dio la medicina. “Nina”, dijo Enzo