Nina “¿Qué pasó?”, preguntó Enzo mientras corría hacia mí. Miró a Justin y luego a mí con una expresión de preocupación en su rostro. Justin gimió y se levantó “Justin no puede meterse en la cabeza que he terminado”, dije, todavía sosteniendo mi muñeca donde él la agarró. “En este punto, es solo u
Enzo La confesión de Nina me golpeó como una tonelada de ladrillos. Tan pronto como describió lo que vio, recordé una conversación que tuve con el decano el día anterior…La decana me llamó a su oficina para decirme algo urgente. Estuve allí en meros momentos; tener la capacidad de teletransportar
Nina La mañana siguiente, a mi paseo en moto con Enzo, me desperté con docenas de notificaciones de Twitter. Todavía con mucho sueño en los ojos, enarqué las cejas mientras encendía el móvil y empezaba a leer todas las notificaciones. “Vayaaaa, @ninaharp1, tiempo a solas con Enzo, ¿eh?”. “¡¡¡Enzo
Los demás alumnos empezaron a cuchichear entre ellos. Lisa, satisfecha de sí misma, se fue dando pisotones a sentarse con su pandilla de amigas zorras. ... Después de la clase, fui la primera en salir del aula para adelantarme a Lisa y sus secuaces. Por suerte, me encontré con Lori en el patio, q
Nina Me desperté a la mañana siguiente sintiéndome algo más descansada que el día anterior, aunque aún me ardían los ojos de tanto llorar la noche anterior. Me arrastré fuera de la cama y, tras una ducha y un poco de café, me sentí mucho mejor. Seguí evitando mirar el móvil por si había más indign
Enzo Los ojos de Nina se abrieron de par en par cuando por fin le dije la verdad. “No”, dijo, caminando de un lado a otro y frotándose la cabeza. “Esto no es real. Los hombres lobo no son reales. Los esqueletos que hablan no son reales”. Suspiré, me levanté y me acerqué a ella. “Mira”, le dije,
Nina No quería creer a Enzo. ¡No podía creer a Enzo! ¿Hombres lobo? ¿Esqueletos parlantes? Nada de eso era real. Seguramente todo era una ensoñación o una alucinación. Solo necesitaba llegar a casa, dormir y desestresarme. Una buena noche de sueño y una ducha caliente me harían sentir mejor y me d
Nina Enzo patinó hasta el borde de la pista y me hizo un gesto para que me acercara. Me sentí extrañamente atraída por él y me acerqué a la barandilla, en la que se apoyó. Cuando se inclinó y me miró con sus brillantes ojos marrones, sentí que el corazón me daba un vuelco. “Patina conmigo”, me dij