Nina Dejé caer la silla plegable que tenía en la mano y corrí hacia Enzo mientras el salvaje seguía forcejeando bajo él. Enzo me miró y luego pareció asentir mientras sujetaba con fuerza al salvaje. Respiré hondo y me agaché. El salvaje se retorció bajo el peso de Enzo, pero fue inútil. Este salvaje era un poco más pequeño que el resto, y Enzo era mucho más fuerte, sobre todo teniendo en cuenta que tenía ventaja sobre él. Finalmente solté el aire que tenía atrapado en los pulmones cuando el salvaje giró la cabeza, sus ojos casi suplicantes, como si la persona que una vez fue todavía estuviera atrapada en su interior, rogándome que le ayudara. Pensar que los Crecientes, a propósito estaban convirtiendo a los alumnos en contra de su voluntad me ponía enferma, pero al menos podía ayudar un poco. Sentía que había recuperado un poco de mi fuerza desde el primer salvaje al que había devuelto a su forma humana, y estaba segura de que podría volver a convertir a éste. Extendí mi mano y le
Nina Mientras corría por el campo hacia la hilera de árboles, el corazón me latía con fuerza en el pecho. Mientras tanto, las últimas palabras de Enzo resonaban en mi cabeza.“Corre tan rápido como puedas y vuelve aquí, sana y salva, Nina Harper”.Esas palabras se repetían una y otra vez en mi mente, deseando que mis piernas me empujaran más rápido, deseando que mi corazón bombeara con más fuerza. La hilera de árboles se acercaba a gran velocidad y, por fin, me encontraba en campo abierto sin ser vista. Aún podía escuchar los gritos de la gente del campus, pero ya se habían calmado considerablemente; no me cabía duda de que la mayoría de los alumnos, incluidos mis amigos, se habían convertido en salvajes.Me abrí paso entre los árboles, girando la cabeza a un lado y a otro en busca de salvajes. Mientras corría, sentí que mi loba empezaba a despertarse lentamente y le supliqué que me ayudara a correr más rápido. De algún modo, ella me ayudó. Sentí que su poder se apoderaba de mí, i
Nina “Tres... Dos... ¡Uno!”. A la cuenta de uno, Matt y yo abrimos de un tirón las puertas del armario de suministros. El salvaje saltó, pero Enzo estaba listo en su forma de lobo y lo derribó al suelo. En un instante, Tiffany corrió hacia el salvaje y le clavó la aguja en el cuello. El salvaje chilló y se retorció con más fuerza contra el peso de Enzo. Matt y yo nos lanzamos miradas de recelo, pero Tiffany parecía entusiasmada con su antídoto. Y ella tenía razón. El antídoto parecía funcionar. El salvaje volvió a convertirse lentamente en un chico normal. A petición de Tiffany, Enzo soltó vacilante su agarre sobre el chico, antes de retroceder una vez más y volver a interponerse instintivamente entre él y yo. Verlo ser tan protector conmigo hizo que el corazón me diera saltitos.“Ya está”, dijo Tiffany, dando un paso atrás y mirando al chico, quien volvía lentamente en sí con una expresión de confusión en el rostro. “Ahora solo tenemos que averiguar cómo administrar esto a
Nina En un abrir y cerrar de ojos, Tiffany se acercó a mí y dejó su maletín médico en el suelo. De un tirón, me quitó el cristal de la pierna, me echó un montón de alcohol que me hizo llorar de dolor y luego me lo envolvió con una gasa y un vendaje. “Lo siento”, murmuró cuando terminó, poniéndose de pie y cerrando su maletín médico. “Es mejor terminar rápido”. Asentí con la cabeza, mordiéndome aún el labio por el ardor del alcohol, pero sabía que teníamos que ponernos en marcha; también sabía que la pierna se me curaría sola con bastante rapidez. “En marcha”, dijo Enzo al grupo, y luego se volteó hacia mí con una expresión de preocupación en el rostro mientras Tiffany comenzaba a guiar al grupo de alumnos asustados más adentro de los túneles. “¿Puedes caminar?”. Volví a asentir, luego intenté avanzar cojeando y sentí un dolor punzante que me subió por la pierna que me hizo dar un respingo y tambalearme contra la pared. Sin mediar palabra, Enzo suspiró y se dio la vuelta, agac
Nina “No”, dijo Enzo con sobriedad. “Ahora lo sé. Estaba hablando de ganar una batalla”. Se me formó un nudo en lo más profundo del estómago. Debería haberlo sabido; por supuesto que Ronan seguía tras de mí. Pero era imposible que todo este ataque girara en torno a mí, ¿verdad? Bajé la cabeza y seguí caminando, mordiéndome el labio mientras pensaba en las posibilidades. “¿Entonces todo esto es culpa mía?”, pregunté en voz baja mientras caminábamos. Enzo se detuvo de repente y me agarró por los hombros, volteándome para que quedara frente a él. Su contacto me puso la piel de gallina y sentí un ligero escalofrío. “Claro que no”, dijo él en voz baja. “En última instancia, esto es entre los Luna Llena y los Crecientes. Aunque creo que él vio en esta distracción la oportunidad perfecta para intentar secuestrarte, pero no dejaré que eso ocurra. Te lo prometo”.“¿Y si pasa algo y no puedes protegerme?”, susurré. “¿Y si Ronan me secuestra?”. Tenía miedo, más miedo ahora del que había
Enzo “Vete, Nina,” le dije. “Te prometo que te veré en las cabañas”. Nina me lanzó una mirada dolorida y desesperada. Sabía que ella no quería que me quedara y quería que me fuera con ella. Yo también quería ir con ella. Pero tenía que quedarme porque sabía que si no hacía algo y detenía a los salvajes, seguirían persiguiéndonos y acabarían acorralándonos. Solo eran unos pocos y sabía que podía con ellos. Me tragué el miedo que tenía en el estómago y le di un último empujón a Nina para que subiera por la escalera. Al principio se mostró reacia, pero cedió cuando se dio cuenta de la verdadera urgencia de la situación y de que solo pondría a todos en un mayor peligro si seguía dudando. Una vez que estuvo a salvo fuera de los túneles, cerré de golpe la escotilla, me di la vuelta y me enfrenté al grupo de salvajes que venían a por mí. Aparté de mi mente los sonidos de sus sollozos y súplicas y me transformé, sintiendo cómo me invadía el poder de mi lobo, y bajé la postura para prepar
Nina El sonido de los salvajes se escuchaba cada vez más cerca. Enzo me dio un último empujón para subir la escalera; no tuve elección. Subí el resto de la escalera y me arrastré hasta el suelo del bosque, sollozando mientras Enzo levantaba la mano y cerraba la escotilla tras de mí. Lo último que escuché al cerrarse la escotilla fue el sonido de los salvajes avanzando hacia Enzo y el gruñido grave y profundo que retumbó en su garganta mientras avanzaba. Ese sonido fue sustituido inmediatamente por el de jadeos asustados, chillidos y pasos que corrían por el bosque. Levanté la vista y vi que los alumnos se habían dispersado, porque estábamos rodeados. Ronan y Lisa estaban delante de mí. A ambos lados, estaban flanqueados por sus secuaces en sus formas de lobo; el equipo de hockey de Ronan. “Hola, Nina”, dijo Ronan con una sonrisa, acercándose a mí. De repente, Tiffany saltó frente a mí, con los brazos extendidos. “Aléjate de ella”, gruñó de forma protectora. Ronan se limit
EnzoCuando empecé a caminar hacia las cabañas, algo siniestro me llamó la atención. De repente, me detuve en seco al darme cuenta de dónde venía el olor a sangre. Sentí que se me hundía el corazón cuando lo vi: un rastro de sangre fresca. Iba en dirección contraria a las cabañas; ¿le había pasado algo al grupo antes de llegar? Decidí seguir el rastro. No iba muy lejos -diez o veinte metros como mucho- y acababa detrás de un pequeño grupo de árboles. Sin embargo, cuando vi lo que había al final del sendero, deseé no haberlo hecho. Era Tiffany. Su cuerpo estaba ensangrentado y destrozado. Algo le había atravesado el cuello; algo afilado, como dientes. Podía oler el almizclado aroma de otro lobo macho sobre ella, y supe al instante que no había sido un simple pícaro quien le había hecho esto, sino otro hombre lobo. Caí de rodillas. Un sonido gutural escapó de mis labios, algo que nunca antes había oído salir de mi propia boca. Pura y desenfrenada pena. Golpeé el suelo del bosque