Cuando llegamos al salón verde, un auditorio del hotel adecuado para pequeñas reuniones o conferencias, estaban sentados, en las mesas del frente, algunos de los productores del concurso, entre los que reconocí a Efraín Conde, el español que ya había visto como presentador cuando me enfrenté a Teressa, junto con otras caras que también había visto detrás de cámaras, en el set de grabación y deambulando por el hotel. Hacia el centro de la mesa, y acompañado por otras personas que parecían ser bastante importantes, estaba Héctor. Hubiera deseado tener oportunidad de hablar con él antes de esta reunión imprevista pero, por su mirada, pude percatarme de que a él también lo había tomado por sorpresa y, pese a que intenté que me viera para ofrecerme cualquier indicio de lo que estaba pasando, Héctor ni siq
No podía dejar que una situación así se desarrollara sin intervenir, tenía que hacer algo y, al ver a Esmeralda durmiendo, supe que tenía que hacer algo. Me levanté cuando supe que estaba en la etapa más profunda del sueño y, sin hacer el menor ruido, salí de su habitación.Eran casi las tres de la mañana y el hotel también estaba silencioso. No estaba orgulloso de lo que estaba por hacer, pero no veía otra alternativa para proteger la reputación de Esmeralda que, después de que la brasileña nos hubiera visto y si nuestra relación se hacía pública, corría el riesgo de estar siempre sometida a duda, sin importar el resultado del concurso. Incluso si perdía en la siguiente prueba y resultaba eliminada, se diría que había llegado hasta esa etapa por m
Todavía no entendía cómo había sido posible que Bruma saliera del concurso, a solo unas horas de que me hubiera descubierto con Héctor y temía que él estuviera implicado de alguna forma en ese cambio tan repentino de los acontecimientos. Además, había llegado Rubí, a quien llevé a recorrer el hotel en compañía de Verónica, que estaba feliz de poderse encontrar con una cara conocida.Nos hicieron una entrevista especial, en la que contamos cómo nos habíamos conocido y por qué éramos tan buenas amigas. No se mencionó nada sobre el supuesto reemplazo que hice de Rubí, quien debió haber enfrentado a Teressa en la primer prueba preparatoria del concurso y supuse que, quizá, a los de producción ni siquiera le interesaba ese evento, debido a que hab
Al ver los equipos, reunidos en el jardín de un geriátrico, lugar en el que estábamos por realizar la sexta prueba, me estremecí al ver que Rubí era la única junior de su equipo. Los demás eran Clare, Pepe, Toño y Anne, todos ellos chefs master que, sin duda, se desayunarían a mi pobre amiga y usarían sus huesos como palillos para limpiarse los dientes.—Bienvenida, Rubí —dijo Michelle, antes de presentar la prueba. En ese momento, me di cuenta de que mi amiga no llevaba un auricular, lo que significaba que no necesitaba de un traductor al inglés y, dos segundos después, la escuché responder a la presentadora con fluidez—. Hoy vamos a tener una prueba en la que ustedes cocinarán el almuerzo de los abuelitos y abuelitas que residen en este hermoso hogar para personas de la tercera
No logré convencer a Esmeralda de cambiar a la niñera, pese a que le dije que era para evitar cualquier incidente relacionado con el concurso.—Verónica ya está acostumbrada a Nicole, y se llevan muy bien. A mí también me agrada y creo que, si no le damos relevancia a ese tema, incluso ella lo olvidará o tampoco le prestará atención —dijo Esmeralda cuando se lo planteé, durante su tarde libre, en la barra de uno de los bares del hotel. Hablábamos como dos buenos conocidos—. En cambio, si la cambias, puede que sí sospeche algo o quiera usar esa información para desquitarse de alguna forma.Tuve que reconocer que tenía razón en su argumento y se lo concedí.—Bi
Como hubiera anticipado Rubí, para la siguiente prueba debíamos reunirnos en dos equipos: juniors y masters, que se enfrentarían, por primera vez, y en una prueba con la que deberíamos empezar a amoldarnos a las siguientes modalidades del concurso: las pruebas individuales que, tarde o temprano, nos enfrentarían a los mejores chefs, así que era el momento para empezar a entrenarnos. —Ahora que están en sus nuevos equipos —dijo Michelle luego de que nos hubiéramos distribuido—, deberán escoger, como ya es usual, a un chef que los dirija y represente, porque el día de hoy competirán sirviendo comida rápida en la calle.Cuando escuchamos eso, nos sonreímos unos a otros, porque el menú jugaba a nuestro favor. Los Starway estaban acostumbrados a preparar y servir comida de alta cocina, mientras que nosotros, al ser juniors, todavía nos prestábamos a comida más usual y cercana al público. La única, en el equipo rival, era Daniela, que sí viene de trabajar en una pastelería con preparacione
Ninguno de nosotros era bueno para la promoción y la publicidad, así que estábamos varados con el nombre del puesto, los eslóganes que usaríamos y forma en que daríamos a conocer nuestro menú. Ninguno de los cuatro tenía experiencia con su propio negocio, o algún emprendimiento, tema en el que los Starway sí tenían algo más de idea así que teníamos que enviar a un espía. —Y que de peso se entere qué van a ofrecer en el menú —dijo Teressa—. Como yo soy la chef, quedo excluida. —¿Por qué? —pregunté, no queriendo ser yo la espía, porque ya me veía a Rubí confabulada con Teressa y, por obvias razones, a Filip apoyando a su novia— El chef también puede ser espía. —Estoy de acuerdo con Teressa —dijo Rubí—- Si la ven, sabrán que está espiando, pero si ven a cualquiera de nosotros les dará igual. —En ese caso, yo no sé inglés, y deben estar hablando en ese idioma, así que ni modo. Touché. Les di donde era y, por primera -y última- vez en mi vida, me beneficié de no saber un idioma. —¿
Nos enteramos que el equipo rival también escogió la opción del publicista pero, en su caso, el pobre consultor resultó tan atribulado por el menú, las opciones de los chef y sus egos, que no pudo contentarlos a todos y llegó un momento en que casi se pelean, porque cada concursante quería que se diera más relevancia a su plato, o al nombre que había propuesto, es decir, ninguno estaba satisfecho con el trabajo del publicista porque consideraba que le daba prevalencia a los demás y no a lo suyo. Cuando, después de desayunar, salimos a las calles a realizar las ventas, nos dimos cuenta de que los master ni siquiera tenían un nombre para su puesto y, debido a que estábamos en zonas diferentes, no pudimos ver cómo les iba. Solo lo sabríamos hasta el final de la jornada y creo que eso nos benefició, porque pudimos concentrarnos en lo nuestro. Hacia las once de la mañana hicimos nuestra primera venta, cuando ya se acercaba la hora del almuerzo y nuestro menú resultaba más atractivo.
Habían sido los dos días más largos de mi estancia en el hotel y era debido a que, en ningún momento, tuve oportunidad de ver a Esmeralda. Suspiraba de solo pensar en ella y, al no verla siquiera, pensaba en la conveniencia del sacrificio que estábamos haciendo. ¿Estaba justificado? ¿Y si esto no tenía otro resultado distinto al de separarnos? Porque era una opción que, al no estar juntos e incluso asociarnos con tener que estar separados, este amor, que apenas germinaba, podía fallecer antes incluso de haber llegado a su madurez. También pensaba que, debido a esta incómoda situación, ya Esmeralda había descubierto una faceta que incluso yo desconocía de mí mismo y que, hace apenas unas semanas, me habría sentido incapaz de reconocer. Nunca en mi vida me había atrevido a hacer lo que hice, mucho menos llegar a ofrecer dinero a alguien para ocultar una situación que, pese a la recompensa ofrecida, nada me garantizaba que no pudiera descubrirse. Ya en su país, por ejemplo, Bruma podía h