No podía creer que, después de todas las vistas e insinuaciones recibidas, Anthony todavía no se percatara de quién era yo, así que lo atribuí al hecho de que mi bikini lo estaba distrayendo demasiado, porque no encontraba otra explicación.
—Estoy participando en unas pruebas de cocina —dije, para no ser directa y darle otra pista a Anthony.
—¿Y todavía vas a quedarte por cuánto tiempo? —preguntó.
Quise evitarlo, pero en serio que la situación ya empezaba a ser muy divertida y me reí, con ganas.
—¿Dije algo muy chistoso o mi español suena tan mal? —preguntó Anthony, sonrojado, al verme reír.
Terminé de vestirme todavía pensando en lo que había visto en la piscina o, mejor dicho, lo que había dejado de ver, porque al pasar de nuevo pensé que vería a Esmeralda, junto con Verónica y, a varios metros de distancia de ella, al hombre que la había estado seduciendo, pero cuando no vi a ninguno de los tres mi imaginación comenzó a elucubrar mil posibilidades, cada una más dolorosa que la anterior.Cómo explicar que, un poco más de una hora después de verla hablando tan animada con ese otro hombre, ya no estuvieran ella ni la pequeña, tampoco él, pero sí sus amigos. ¿Habrían ido a alguno de los restaurantes, o a otra piscina, seguro después de haberme visto pasar y para que no tuviera opción de incomodarla, o a su habitación?
Todavía no podía creer que hubiera logrado ir a la inauguración del restaurante de Ramsay en Las Bahamas y la cara de sorpresa de Rubí y Teressa, cuando me vieron, fue para haberla enmarcado. —¿Pero cómo…? —preguntó Rubí, con las palabras trabadas en su boca. —Digamos que un sudáfricano me invitó —dije mientras señalaba a Anthony, que se había reunido con sus colegas. —Esma, pero… —exclamó Teressa, acercándose a mi oído—. ¿Y Beto? ¿Qué va a imaginarse si se entera? —Ay, es solo un conocido —dije, repitiendo la misma disculpa que me había dado a mí misma cuando decidí bajar al lobby del hotel, faltando un minuto para las ocho—. Igual ya le dejé claro que tengo novio. —Como si eso les importara a los hombres —contestó Teressa—. Tú verás, Esma, solo te digo que no te fíes. Sabía lo que me quería decir Teressa y la alarma que había causado en mis dos amigas, pero yo, más que nadie, estaba segura de que solo había aceptado la invitación de Anthony con el propósito de no perderme l
Nos besamos con pasión, tanta que alcanzamos a golpear algunas de las alacenas del depósito y tuvimos que detenernos para confirmar que nadie nos había escuchado. Después de unos segundos de espera, sonreíamos y nos volvíamos a besar para, de nuevo, volver a golpear alguno de los estantes. —Ya casi van a pasar la transmisión —dije cuando sus fuertes manos me agarraron el trasero—. Te deben estar esperando, ¿no?Héctor miró su reloj.—Sí, tienes razón, pero eso significa que no tenemos mucho tiempo.—¿Mucho tiempo? ¿Para qué? —pregunté, haciéndome la tonta.No contestó y sus manos regresaron a mi trasero. No sé en qué momento lo había hecho, pero Héctor ya había desocupado una de las mesas del depósito y me subió encima, casi levantándome todo el vestido. Debió darse cuenta de eso porque no perdió tiempo y metió su cabeza debajo, entre los pliegues de la falda. —Espera, no, yo todavía estoy muy molesta contigo… olvídalo —suspiré cuando sentí su cara entre mis pantaletas.Tuve que aga
No me lograba siquiera imaginar lo que debía estar sintiendo mi pobre gatita, entre esa multitud de personas, sabiendo que cualquiera de los presentes podía ser la persona que nos vio en el depósito de la cocina del chef Gordon Ramsay. Cuando pasé al frente, para dar una breves palabras introductorias o, más bien, de agradecimiento a los productores, organizadores, director, miembros del equipo de rodaje, jueces, participantes, en fin, a todas las personas que habían hecho posible este proyecto, no quise ni pensar en que, entre alguno de esos pares de ojos que me observaban, podía estar la persona que hacía solo unos minutos me había visto metido en la cocina, con los pantalones abajo, teniendo sexo.—... sin más qué decir, salvo un inmenso gracias —concluía, conteniendo la vergüenza que experimentaba—, quiero dar paso al primer episodio del programa. Espero que lo disfruten.Siguió un gran y bullicioso aplauso, al que poca o ninguna atención presté porque ahora lo que quería era acer
Pese a las señales de Héctor para que me tranquilizara, la verdad era que seguía bastante preocupada por lo que había pasado en el depósito de la cocina. Todavía me parecía increíble que algo así me hubiera sucedido Y Pese a que el primer episodio del reality estaba bastante entretenido, mi cabeza seguía puesta en el Mesón sobre el que estuvimos a solo unos segundos y hacer el amor. No podía dejar de mirar a las personas a mi alrededor, sospechando de cada una de ellas y esperando a que cualquiera se me quedara mirando, o lo hiciera con un brillo diferente en sus ojos, para al menos darme una pista de quién había sido el que nos había vistoPor mi cabeza también rondaban uno y mil nombres, A excepción del de Rubí y Teressa porque estaba segura que de haber sido cualquiera de ellas dos, ya me lo habrían dicho, O al menos sugerido mediante alguna seña, pero parecían tan tranquilas y hasta divertidas con las ocurrencias del primer episodio, que pronto las descarté como sospech
Después de que terminara el primer episodio del programa, vi salir a Esmeralda tomada del brazo de Anthony, el mismo hombre con el que había llegado al restaurante de Ramsay y al evento de inauguración. No sabía que me resultaba más doloroso, si el hecho de verla con otro hombre o saber que no podía hacer nada para evitar y aunque daba mi vida confiando en Esmeralda, que seguía siendo la dulce joven de la que estaba enamorado, me mortificaba el solo hecho de verla sonreír con otro que no fuera yo.—Se hará a continuación un brindis, señor —dijo Gerardo al abordarme—. Después se repartirán algunos pasabocas y unas palabras de agradecimiento de parte del anfitrión, el señor Gordon Ramsay. ¿Se quedará hasta el final, señor, o desea que llame a la limusina antes?—Nos quedaremos hasta el final Gerardo gracias deberías aprovechar lo que nos quedamos aquí para averiguar algo sobre lo que te he mencionado.—De hechom señor —me dijo Gerardo—, ya he averiguado algunas cosas.Me sorprendió
Teníamos, una vez, más día de prueba y yo había pasado una noche terrible con la idea siempre fija en mi cabeza de que en cualquier momento golpearían a la puerta de mi habitación para decirme que ya no seguiría participando en el concurso. Lo peor de todo fue tener que pensar no tanto en mi carrera como chef, sino en el hecho de que mi salida del certamen, al ser deshonrosa, afectaría la promesa que le había hecho a Verónica de permanecer, sino de forma definitiva, sí por lo menos un tiempo más en Las Bahamas.Con el corazón oprimido u después de alistar a Vero para que asistiera al centro educativo, desayuné en el Boca Canoa con Rubí, Teressa y Filip Pese a que consideraba que seguíamos siendo amigos, creo que todos sentíamos el mismo ambiente tenso al pensar que quizá, ese día, tendríamos que enfrentarnos unos contra otros y que del resultado de ese enfrentamiento dependía que alguno de nosotros quedara por fuera del concurso .—¿Saben? —dijo Teresa cuando ya estábamos por termin
El estado de ánimo de un chef siempre se verá reflejado en sus preparaciones. Lo mismo ocurre con cualquier creación, ya sea una pintura, una escultura o un relato escrito, el ánimo del creador quedará plasmado en su obra y ese día, cuando me enfrentaba a la chef Anne, el mío era el peor que jamás hubiera tenido desde que llegué a Las Bahamas.—A continuación, voy a explicarles en qué consistirá la prueba de hoy —dijo Michelle después de que los contendientes hubiesen sido definidos—. Como les había anticipado, el día de hoy también serán juzgados, en primer lugar, por el público que probará sus platos y será con sus votos que se definirá el ganador de cada pareja, igual que el único ganador del trío. —Michelle se tomó una pausa para repasar las reglas y después de algunas consultas con el equipo de producción, continuó—. Hoy tendrán que preparar bocadillos, pasabocas y snacks con un presupuesto de tan solo cuarenta dólares estadounidenses, para un mínimo de cien personas. Si consigue