El plan salió a la perfección y, con el nombre de la amiga de Esmeralda, como supuesta chef que participaría en la primera prueba de cocina, junto con Teressa Bianchi, mi mamá quedó convencida de ayudarme a reunir a la junta directiva para el domingo.
—Me alegra que hayas desistido de incluir a esa mujer que invitaste a mi casa el otro día —dijo mi mamá cuando le planteé la necesidad que tenía de convocar a los miembros de la junta—. Voy a hacer todo lo posible para que todos estén presentes ese día, hijo, a primera hora.
No sé qué métodos emplearía mi madre, pero sé que, si se comprometió a hacerlo, lo haría, así tuviera que mover el cielo y la tierra para lograrlo.
El domingo despertó con un clima agradable, de cielo despejado, un sol que madrugó a calentar las aceras y los autos de la ciudad, a los ciclistas y aficionados al golf, entre los que no estaban, ese día, los miembros de la junta directiva de la cadena hotelera Amazon´s, confinados en la sala de juntas del hotel, desde la que podían ver el espectacular día que se estaban perdiendo por tener sus ojos puestos en una aburrida exposición que entremezclaba números con tablas, gráficas en pastel y en barras, en líneas que subían y ascendían -más esto que lo primero- y que cada cinco minutos los hacía bostezar, pese a las dos tazas de café y croissants que ya se habían servido.—Esto es normal, ¿verdad? —susurré a Efraín cuando tuvo un momento en la presentaci&oacut
No pude dormir la noche anterior y hasta contemplé la idea de que Héctor tuviera dificultades para reunir a la junta, me llamara temprano y me dijera que la prueba se había pospuesto para después, y que ya mi rival no sería Teressa Bianchi, sino cualquier otra cocinera de una cocina corriente de la ciudad. A las seis de la mañana recibí el mensaje de Héctor.»Buenas noticias, Esmeralda. La junta está reunida. Te espero a las tres de la tarde en el hotel ;).El mundo es de los valientes que están decididos a conquistarlo, y yo me consideraba una valiente, pero saber que vas a salir al ruedo, frente a tu sobrina, tu jefe, la persona que te gusta -Victor quedó en pasar-, la persona que más te disgusta -la mamá de Héctor- y la persona a la que no quieres de
El taxi tuvo que dejarnos a dos cuadras del hotel, muy cerca del bistró, porque había una gran aglomeración en las proximidades. Después de bajarnos, tomé de la mano a Verónica y caminamos hasta la entrada, mientras intentaba ver qué era lo que causaba tanto revuelo, un domingo, en las proximidades del lugar al que debía llegar.Cuando me acerqué a la entrada, abriéndome paso entre una multitud agolpada en la puerta, un hombre me detuvo, impidiéndome seguir.—Oye, hay fila, no puedes colarte.—¿Qué? Como que fila, ¿de qué habla?Noté que me miraba de arriba a abajo, fijándose en mi uniforme. Cuando vi las cinco llamadas perdidas de Esmeralda me asusté. Habían pasado casi veinte minutos desde que llamó y pensé en la posibilidad de que se hubiera aterrado, en el último minuto, de tener que enfrentar a Teressa Bianchi y me estuviera intentando contactar para cancelar su participación.—¿Dónde está´pa Gerardo? —Le pregunté a Berta, a quien, lamentablemente, había tenido que llamar a trabajar ese domingo.—Bajó hace unos cinco minutos, señor. Lo vi muy urgido por una llamada que acababa de recibir.Era lo que me suponía. Al no poder contactarme, Esmeralda había llamado a Gerardo. Agradecí a Berta y seguí los pasos de mi secretario privado, esperando Una improvisada sesión de fotografía
De todos los escenarios posibles que llegué a contemplar, nunca me imaginé que este fuera posible. Desde que nos saludamos, sentí que había una energía que me unía con Teressa y que, si por alguna eventualidad nos fuera posible seguir viéndonos, seríamos las mejores amigas. No sé ni cómo empezó la sesión de fotografías, fue algo tan espontáneo que solo sé que lo disfruté mucho y que fue como si conociera a Teressa de toda la vida. Así de intenso fue y, cuando pensaba en que no nos despediríamos sin antes no habernos enfrentado en una competencia de talento culinario, me entristecía.Ya lo había pensado desde que entré en el hotel, después de superar a la muchedumbre agolpada para verla: ¿Cómo puedo atreverme a competir con ella?
Cuando hablé con Efraín sobre la posibilidad de que, después de la improvisada sesión de fotos entre las dos cocineras y los miembros de la junta directiva, no fuera necesario realizar la competencia, me preguntó, con todo respeto, si acaso estaba loco.—Ya todo está preparado y dispuesto, señor —dijo—, esta es la cereza en el pastel, con la que conseguiremos, por unanimidad, la aprobación de la junta, además de que será un evento muy divertido, ya verá.Me puse en sus manos y solo me adelantó, porque ni siquiera yo, como CEO de la cadena hotelera, debía estar al tanto de eso, que en el almuerzo solo se serviría un plato de carne de res, con guarnición de arroz y papas.—Algo muy sen
Después de que Víctor me hubiera saludado, Anura me pidió que hablara con ella. Pensé que ya se había ido a sentar entre el público, así que cuando la volví a ver me acerqué rápido, porque ya estábamos por empezar.—No tengo idea de qué las vayan a hacer preparar, pero como mi cocinera, es mi deber estar de tu lado, pese a la amistad que me une con Teressa —dijo la chef—. ¿Cómo vas con los cortes de jamón?—Cerca a los cincuenta sobres, chef.—Entonces procura preparar algo que implique cortes. Es mi consejo.Incliné la cabeza, como hacíamos en la cocina.—Te de
Consideré que, después del almuerzo con un corte de res, papas y arroz, hacía falta una sopa y un postre. Contaba, para la preparación, con una muy buena vaporera, en la que pondría las caballas, con cortes lo más ligeros posible, de manera que -y esto lo aprendí con Anura- consiguiera extraer el mejor umami al pescado, al que también añadí unas cuentas gotas de soya y limón, lo que extraería aún más su sabor. Para el caldo, puse a hervir agua con las tiras de piel de un pollo amarillo, a más grasiento mejor, junto con menudencias que saqué del refrigerador.Mientras se cocían los ingredientes de la sopa, comencé a preparar el bizcocho de soletilla que utilizaría para hacer un tiramisú. Cuando Teressa me vio haciendo el bizcocho, adivinó de inmediato lo qu