Ella fue la única que estuvo conmigo

—No, necesito que ellos se vayan —respondí cabreada—, entiendan por una vez que necesito estar sola.

—Joder... —farfulló él y a mí me dieron ganas de abrir la puerta—, no sé lo que ocurrió para que te encerraras, pero una cosa te digo mujer y es que si no me sales ahora nosotros no nos vamos y tampoco los empleados porque no es justo de que tú te quedes y ellos se vayan a dormir.

Ese hombre está demente, no tuve otra opción que abrir la puerta, ¡perdí! Me enredé toda y medio dije que los dos estaban dementes.

—Nena, ¿qué te pasó? —Dolores viene a mí con los brazos abiertos—, ¿por qué no me has llamado?

Me detuve, se me hizo un nudo en la garganta, al sentir sus brazos junto a los míos y me suelto a llorar, entre llanto y llanto le digo que soy la culpable de que otras personas tomen malas decisiones.

—No, eso no es cierto, todos somos responsables de nuestros actos y tú no le has metido un cuchillo para que esa persona la embarrara como hacemos con la mantequilla al pan.

No lo hice co
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