DIEGO ÁLVAREZ

Llegamos al hotel, hay gran revuelo en la puerta principal, mucha gente con camisetas azules y banderas, no entiendo qué ocurre.

- ¡No lo puedo creer! ¡Seré la mucama de los jugadores de Universidad de Chile! - grita Anto con emoción.

Vi la excitación en su rostro, aunque no entiendo muy bien por qué, lo que sí recordé es que mi sobrino es hincha número uno de ese equipo, ¿Qué cómo lo sé? Pues cada fin de semana usa la camiseta y se prepara para verlos perder 🤭. La imagen del juego favorito de Benja viene a mi mente, debo hacer algo para compensarlo.

- Quizás si lo traigo a ver a sus jugadores pueda perdonar lo que acabo de hacer! – Pienso en voz alta.

- Andrea, es la mejor idea que has tenido, tráelo y así tenemos la excusa perfecta para acercarnos a ellos – responde mi amiga.

No entiendo la fascinación de Anto por estos tipos, pero de todas maneras seguía siendo una buena idea para mi sobrinito.

Marcamos tarjeta tarde, y nuestro jefe nos espera con la misma cara de enojado de siempre, sólo que esta vez sonríe un poco.

- Mis queridas irresponsables, hoy de castigo estarán sirviendo el desayuno para nuestros huéspedes, tienen que prepararlo todo, en 30 minutos bajan, los cocineros ya hicieron lo suyo – nos comunica Don Jorge.

Anto trata de esconder su emoción, sabe que estarán los jugadores en el comedor y eso la pone eufórica. De camino a los camarines quiero salir de mi curiosidad, necesito saber porque tanta emoción, seguro era hincha del equipo, aunque nunca en todos estos años me ha dicho que va al estadio o algo parecido, ni siquiera habla de fútbol.

- Ahora me vas a decir ¿por qué andas tan contenta? – le pregunté.

- Es que hace unos años, iba muchísimo a fiestas de futbolistas y a verlos a sus cabañas. Tuve relaciones con varios de ellos, sexo del bueno, ni te imaginas lo que pueden llegar a durar estas hermosuras, y para qué hablarte de sus cuerpos – relata Anto.

En ese momento la detuve, me reí y le expresé lo que pensaba, cosas como que es una pervertida y que no me interesa saber nada de ellos, hombres hay en todos lados, ¿qué especial podían tener ellos?

Llegamos al comedor y mientras ordenamos las mesas ingresan los huéspedes, detrás de un par de abuelitos, entran los jugadores de Universidad de Chile. Levanto mi vista y observo a Antonia con la boca abierta 🤤, atiné a tomar su barbilla y cerrársela.

- ¡Se te está notando mucho! - Le susurré.

Un par de futbolistas nos observan con detenimiento, es que mi amiga parece una modelo, su cabello rubio, su cola de caballo perfectamente peinada, alta y delgada, definitivamente llama la atención de cualquiera. A lo lejos veo llegar a uno de ellos, es alto, estilizado, su pantalón ajustado marca sus musculosas piernas y su polerón revela la silueta de sus increíbles brazos. Siento que el tiempo se detiene, ¡es como verlo en cámara lenta!, tal y como en las películas, no puedo creer lo que ven mis ojos, su pelo perfectamente peinado hacia un lado, su rostro recién afeitado, ¡pudo ser esculpido por los ángeles! ¿Pero este tipo de donde salió? ¡no puedo creer que haya un hombre tan hermoso! ¡Ahora soy yo la que tiene la boca abierta!

- ¡Guau!, ¿quién es él? - le pregunto a Antonia.

- Él es Diego Álvarez, delantero y goleador del campeonato, es un bombón, aunque dicen que es gay, no se le ve mucho con mujeres.

La desilusión llegó a mí, claramente un hombre así o estaba casado o era gay, así que aterricé y seguimos organizando las mesas. Constantemente siento una mirada encima de mí, esa sensación de que te siguen con la vista, pero no le tomé mucho asunto.

- Andrea, la mesa 5 necesita agua - me indica uno de los garzones.

Para mi suerte en la mesa 5 estaban sentados cuatro futbolistas. Me pongo nerviosa por lo que busco a Anto para cambiarle la mesa, pero ella está con una sonrisa enorme esperando un pedido para la mesa 9, que también tenía jugadores. Me armé de valor y fui a atenderlos, no quise mirarlos a la cara, al llegar a la mesa los saludo amablemente y sirvo los vasos con agua. Cuando me acerco al último de ellos, puedo sentir su mirada en mí, al levantar la vista me doy cuenta de que es el mismísimo Diego Álvarez que me observa con sus penetrantes ojos color miel. Mientras le sirvo un vaso con agua, él toma mi brazo con un agarre firme pero delicado.

- ¿Puedes traerme leche?, bien caliente – me dice con su voz ronca y sensual.

Su toque me hizo estremecer, siento un escalofrío que recorre todo mi cuerpo, y de los nervios, el vaso que tengo en la mano cae en la mesa y se derrama ¡mojando sus pantalones! 😰.

- ¡Lo siento tanto, no fue mi intención! déjame ayudarte - le digo mientras saco una de las servilletas de género que hay en la mesa.

- Está bien, no es nada – exclama Diego con una voz calma.

Me agacho y froto su pantalón mientras le digo lo mucho que lo lamento. Puedo notar como se tensan sus músculos cuando lo toco, ¡DIOS MÍO! ¡pero que piernas tan criminales tiene! Se queda quieto, hay un gran silencio en la mesa, la escena es de lo más vergonzosa 😳, yo agachada frotando su pierna. Sus compañeros ríen a carcajadas y yo me pongo colorada de la vergüenza, ¡trágame tierra! Me levanto y me dirijo a la cocina y allí me quedo ayudando a lavar los platos para no dirigirme al comedor.

-Andrea, la mesa 5 te llama, necesita que les pases otra servilleta - dice uno de los garzones mientras se ríe.

-ja ja, muy chistoso, de aquí no salgo - digo con vergüenza.

Transcurren las horas entre asear las habitaciones y los quehaceres típicos de las mucamas, durante este tiempo le cuento a mi amiga lo que había ocurrido en el desayuno. Ella obviamente dice que estoy enamorada, que quiero casarme con él y esas tonteras, finalmente reímos de todo y decidí olvidar el mal momento.

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