Llegamos a casa a la hora del té, mi hermana nos está esperando con un queque recién horneado, es que Fernanda es una maravilla en la cocina y cada vez que llega de su turno en el hospital se relaja haciendo ricos manjares, para Benjamín y para todas nosotras.

- ¡Justo a tiempo! estoy organizando la mesa, ¿quieren ayudarme?, así puedo saludar al hombre de la casa – dice mi hermana mientras se acerca a mi sobrinito para alzarlo y darle un fuerte abrazo y un gran beso.

- Mamá, pasaron muchas cosas emocionantes hoy, pero lo mejor de todo es que mi tía Andy me llevó a conocer a los jugadores de Universidad de Chile – relata Benjamín con mucho entusiasmo.

- ¿No me digas? ¡Pero que maravilloso! Había escuchado que venían a jugar contra Club Deportes La Serena... y por eso ¡COMPRÉ 2 ENTRADAS PARA IR A VERLOS ESTA NOCHE!

Mi sobrino brinca de alegría mientras yo y mis amigas lo observamos con una gran sonrisa, son pocas las cosas que lo hacen realmente feliz. Su mirada cambió desde que su padre engañó a mi hermana y se fue con una mujer más joven y lo abandonó. La última vez que habló con Fernanda, expresó que no quería saber nada más de ellos. Cada momento de alegría para nosotras es algo que nos llena el alma, ver su carita y esos ojitos llenos de felicidad no tiene precio.

Terminamos de tomar el té, las chicas y yo subimos a mi habitación para copuchar sobre las cosas que pasaron en el trabajo durante el día, es casi un ritual, yo sentada en el puf, Antonia acostada en la alfombra mirando las redes sociales y Larissa en mi cama poniendo un poco de música de Brasil, de la cual francamente no entiendo nada, pero me encanta su ritmo.

- No se puede negar que Diego Álvarez es estúpidamente guapo – dice Anto con su mejor cara de excitada a la vez que gira su celular, para que podamos ver una foto de él sin camiseta celebrando un gol.

- ¡Muito gato! - Exclama Larissa.

- No sé si sea un gato, pero debe ser como animal en la cama, mira esa expresión en su rostro ¡por todos los cielos!, con un hombre así me dejo amarrar a la cama y que me dé latigazos – continúa Anto mordiendo sus labios.

- “Muito gato” es una expresión en portugués ¡mensa! – le digo a Anto arrojándole una almohada.

Le quito el teléfono para verlo más de cerca. Al observarlo así tan rudo, tan fuerte, tan guapo, siento cosquillas en mi bajo vientre. No puedo creer que una simple foto pueda lograr eso en mí 🔥, comencé a sonrojarme y me dio mucho calor, mis amigas notaron lo que esa foto había provocado en mí y empezaron a molestarme diciendo lo mucho que me gusta ese hombre. No les tomo atención, me pongo de pie para abrir la ventana y una fría brisa golpea mi rostro, lo que ayuda a refrescarme y alejar esas sensaciones que Diego me hace sentir.

- Andy, ya sé lo que necesitas – Antonia aclaró su garganta y abrió su bolso, buscando un objeto en su interior.

Al encontrar lo que buscaba, dibuja una gran sonrisa en su rostro. Pide que cierre los ojos y estire las manos. Coloca algo sobre mis palmas, al abrir los ojos puedo ver que es una caja blanca con lo que parece ser un micrófono rosado.

- Me gustaría saber qué es, pero me da miedo preguntar – dije con una sonrisa.

Larissa y Anto se ríen de mi a carcajadas, saben que no tengo ni puta idea de lo que hay en el interior de la caja, pero claramente no es un micrófono para cantar karaoke.

- Es un vibrador para tu habichuela miga – dice entre risas Larissa.

- Con esta maravilla vas a regalonear a esa conchita semi virgen que tienes, es lo mejor amiga, tiene 5 velocidades y no hace falta que te introduzcas nada, ya que es para tu clítoris – me señala Antonia, cual vendedora intenta convencer a su cliente.

Abro la caja para ver el contenido, el vibrador es de color fucsia y de un material bastante suave, trae un manual de instrucciones en el que se especifica cómo limpiarlo, el lugar de instalación de las baterías, los tipos de velocidades que posee, entre otras cosas. Lo miro con algo de curiosidad y a la vez con incredulidad, ¿cómo podría esa cosa darme algún tipo de placer?