Capítulo 18
Después de buscar por todos lados, encontré a Mateo en el dormitorio del segundo piso.

Apestaba a alcohol y estaba desplomado junto a la cama, con una botella de vino tinto en la mano y un portarretratos en el regazo. Tenía la mitad de los botones de la camisa desabrochados, dejando al descubierto su pecho pálido y fornido.

Extendí la mano para coger la botella de vino y él la soltó. Pero cuando intenté tomar el portarretratos, abrió los ojos de inmediato. Sus ojos oscuros y profundos me miraron fijamente, con una mirada algo confusa por la embriaguez.

—No lo toques —dijo con voz ronca.

Su reacción despertó mi curiosidad y le pregunté sonriendo:

—¿Me dejas verlo?

—No —respondió tajante.

Al ver que era tan terco, no insistí más. Lo ayudé a ponerse de pie y lo tumbé en la cama. Le quité los zapatos y salí a buscarle un vaso de agua.

Mientras bebía, aproveché para echar un vistazo al portarretratos.

Era una foto del momento en que lo besé.

¿Por qué la atesoraba tanto?

—Mateo, ¿por qué has
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