—Olivia, primero tienes que tranquilizarte y explicarnos lo que sucedió con calma, si hablas muy rápido no te vamos a entender —habló Eric, tomando a la muchacha de los hombros.Olivia contrajo el entrecejo y miró a su jefe con impotencia y tristeza al mismo tiempo, pero hizo caso a sus palabras y respiró hondo hasta buscar la calma, aunque era obvio que le costaba si su celular tenía cosas importantes como el de la mayoría.—De acuerdo —suspiró, con pesadez—. No encuentro mi celular.—¿Y por qué crees que te lo robaron? —cuestionó el castaño, ya soltando el agarre que tenía sobre ella.—Espera —intervino, caminó hacia la puerta para cerrarla y asegurarse de que nadie estuviera escuchando—. ¿Puedo sentarme? —preguntó, las arrugas en su frente eran presentes.—Por supuesto —dijo Eric, señalándole su propia silla, la del escritorio—. Cuéntanos con calma cada detalle y por qué crees que te robaron. Luego verificamos las cámaras.Yo aproveché en tomar dos sillas de de plástico que estaban
Carajo.Sentí que el pecho se me apretujo de lo mucho que estaba pensando. Agatha me miraba con angustia, entendía lo que yo estaba sintiendo, seguro ella también se llevaba bien con Jeanniel, aunque todavía no le había explicado la situación.Ella sabía que el hecho de que Jeanniel siguiera afuera, significaba algo malo por mi simple expresión de horror.—¿Pero qué tiene de malo que salgan? —preguntó.Iba a responder, pero la puerta principal fue abierta y venía un Jeanniel caminando con normalidad y su café en mano. Estaba relajado, mirándonos con una sonrisa que no demostraba nada extraño.Noté que había cortado su cabello, esa mañana no lo había visto hasta ese momento. Llegó a mi posición.—¡Jeanniel, carajo! ¿Por qué sales con normalidad? —cuestioné, exaltada.—¿De qué hablas, Ximena? No es la primera vez que salgo por un café y lo sabes mejor que nadie —Bebió un sorbo, con tranquilidad.—Sucedió algo terrible... Puede que quedes como sospechoso por haber salido si no encuentran
Con el inconveniente del robo ya resuelto, los días siguieron pasando y la boda estaba cada vez más cerca. Le pedí a Eric que fuera algo íntimo y ya estaba preparada para mudarme de casa de mis padres, no sin antes agradecerles por la acogida que me dieron después de que me advirtieron sobre Dante y yo no les hice caso.—No tienes que preocuparte por nosotros, sabes que podemos arreglárnosla con nuestros trabajos, hija —comentó mamá, con la palma de su mano en mi mejilla.—Pero me gustaría enviarles dinero cada que pueda, así se dan sus lujitos, como secretaria gano mucho más de lo que ganaba siendo recepcionista, o de lo que incluso llegué a ganar siendo ama de casa... Que era una miseria —expresé, cabizbaja.Mi viejo me miró con ternura, su sonrisa era visible a pesar del bigote que se había dejado crecer. Me colocó una mano en el hombro.—Todavía no estamos tan ancianos para necesitar que nos mantengas, sabes que todo lo que te dimos es porque te amamos. No tienes ninguna deuda que
Estábamos ya en la habitación, después de haber enterrado a Rocky en el patio a petición de Eric. Quedó en prepararle una tumba más elaborada para que se mantuviera en el recuerdo. El castaño juró no volver a mudarse sin importar lo que triunfe.Él había llorado muchísimo, estaba acostado en la cama y su aura se veía apagada, no como era costumbre verlo. Por más que le pidiera que compartiera su dolor conmigo, prefirió permanecer en silencio y pasar por su pérdida a su manera, aunque no me alejé de él en ningún momento.Tenía que demostrarle mi apoyo a como diera lugar, por lo menos con estar a su lado me bastaba.Mi corazón se sentía dañado al ver que Eric seguía con los ojos aguados, pero era algo que yo no podía solucionar así de fácil, sino dejarlo en las manos del tiempo.—Lamento que hayas tenido que ver mi peor versión... —murmuró, coa la voz ronca—. Estaré bien.Me acomodé a su lado para abrazarlo con mi brazo, ambos encima de la cama. Me puse de cucharita en su dirección para
Estaba en el comedor, almorzando junto a Jeanniel, Agatha y Olivia. Eric me había pedido que invitara a alguno de ellos o a todos para que me hicieran compañía en la compra del vestido, a pesar de que él anhelaba estar presente en la compra, le mencioné que podía ser de mala suerte que lo viera antes de la boda, así fuera una reunión pequeña.Se quedó tranquilo porque le pidió a Jeanniel que estuviera conmigo sí o sí. Habían pasado tres días desde la muerte de Rocky, y Eric se esforzaba para mostrarme una sonrisa, aunque solía dejarle flores en el patio que cambiaba todos los días. También colocó varios cuadros de fotos en las paredes.—¿A quiénes vas a llevar? Porque yo digo que vayamos todos los que estamos en esta mesa —sugirió Jeanniel, refiriéndose a la compra del vestido—. Yo soy el principal, por supuesto, no importa que sea hombre, seré como tu guardaespaldas —añadió, con una mano en su pecho.Reí.—Me encantaría mucho poder ir, pero si es mañana, no creo que pueda... —se quej
—Muy bien, damas, ya llegamos a nuestro destino. Es el mismo lugar en donde le compré el vestido a mi querida Amanda, se lo recomendé a Eric —habló Jeanniel.Estábamos los tres frente a las amplias puertas de vidrio de un local. Arriba había un enorme letrero floreado y con el nombre de: Tu ideal. Detallé que habían unas ventanas en donde mostraban algunos vestidos blancos puestos sobre un maniquí.Eran preciosos, me quedé con la boca entre abierta al verlos, no me imaginaba qué más podían tener adentro. Agatha también estaba sorprendida, aunque se mostraba algo tímida, supuse que era porque no se esperaba acudir a la compra del vestido de bodas que usaría la futura esposa de su jefe.—Entremos, entonces —dictaminé, abriendo la puerta.La campanilla sonó, alertado a las chicas que estaban dentro. Todas con el mismo uniforme, aunque solo una se acercó a nosotros.Era una joven, me recordó mucho a Rebeca por su piel perfecta y su rubio cabello, el cual estaba atado en una cebolla. Hizo
—¡Te estoy hablando! —Ella alzó la voz, impaciente por mi respuesta.Su pie derecho se empezó a mover repetidas veces y yo solo la veía estupefacta por no entender el motivo de su reacción. Parpadeé para poder entrar en razón y responderle.—L-lo siento, es que se me cayó y no era mi intención revisar tus pertenencias —respondí, en mi defensa.—¡No debiste ni tomarla, Ximena! ¿Tus padres no te enseñaron a respetar la privacidad de otros? —cuestionó, con ambas manos en la cintura.Esa Agatha se estaba saliendo de sus casillas, no era la misma de siempre y me dio hasta un poco de miedo seguir la conversación. Tragué saliva, sintiendo su fría mirada sobre mí.—Solo la tomé para devolvértela —respondí.—¿En serio? —bufó, sin poder creerlo—. A la próxima, ni la toques.—Pero no entiendo, ¿por qué tienes la identificación de otra persona en tu cartera? —cuestioné, frunciendo el ceño.Tenía que saber la verdad porque todo lo que la rodeaba era muy confuso, cada vez había más misterio en ella
—¡Ximena! Lamento haber tardado, se presentaron unos problemas en la caja —habló Jeanniel, acercándose a mí—. ¿Y Agatha?Mi vista estaba enfocada en el suelo, perdida y preocupada por lo que podía suceder. Yo no quería callar, pero si no lo hacía, Eric iba a perder sus logros por mi culpa.Por los rumores que se creen sobre mí... Mi cabeza estaba dando vueltas, sentía una presión en la misma por no llegar a una conclusión que me salvara el culo.—Se fue.—¿Y por qué? ¿Le pasó algo? —cuestionó el moreno, cargando la caja con el vestido.—Jeanniel, no estoy de ánimos... —respondí.—Ximena Foster —se sentó a mi lado y me tomó de los hombros—. Dime qué te sucede, porque es obvio que pasó algo aquí. ¿Tiene que ver con Agatha? ¿Se pelearon? Hace unos momentos estabas chillando de alegría por tu boda y ahora parece que viste un muerto.Lo miré, angustiada porque el nudo en mi garganta no se iba. La presión en mi pecho y cabeza tampoco, a parte de que sentía que me faltaba el aire.Estaba aho