Amigos así valen la pena.
La noche transcurrió lenta, nos fuimos cuando cerraron el local como a las 1:00 de la madrugada. Cada uno se fue a su hogar, le insistí a Oscar para que fuera a mi casa, pero quiere estar con su mamá y lo entiendo. Su mamá no la está pasando bien, se pasa llorando y él teme por ella. Me di un baño, estoy en bóxer y enciendo el aire acondicionado. Tengo un poco de frío, pero es mejor a dormir con calor. Envié un texto a mi Sirena, es tarde, pero tal vez esté viendo películas. KEN: Llegué a casa, ¡te amo! Mis ojos buscan el cuadro de nuestro beso, mi sonrisa se me escapó y suena mi celular. Es un mensaje de mi Sirena.TIARA: Estoy ahora mismo acostándome, te llamé con el pensamiento. Mi Sirena me saca sonrisas y escribo. KEN: Es bueno estar en tus pensamientos, tú siempre eres la protagonista de los míos. TIARA:¡Awe! Por eso te amo mi amor. Tengo sueño, no puedo, los ojos se cierran y siento pesas encima.A bostezo, estoy cómodo en la cama arropado y voy escribiendo. KEN: Sirena d
Nuestras miradas tan distintas se encuentran y esas palabras me golpean fuerte. Sinceramente no tengo idea. Me mantuve al margen por no incomodar a Oscar y me hice de la vista larga. Pero se siente feo, saber que pude ayudar y me hice el loco. —No pensé que estuviera tan mal —dije avergonzado y mi papá se ha quedado serio—. Además, ¿cómo sabes? —Voy hacia la estufa y veo que se sube un poco la leche.Levanté la olla y se derramó un poco de leche en la hornilla. Si mi mamá estuviera se molestaría, odia que la ensucien y eché el café. Lo dejo que se mezcle y me quedé mirando la olla. —Esta mañana, al no contestar la llamada —la voz de López me hace tensarme—. Necesitaba ir con una persona interesada en Oliver, se me ocurrió comunicarme con tu padre y aunque no sabía nada fue a mi encuentro —odio haber sucumbido al sueño—. Le conté por el camino y fuimos juntos —terminó de contar López y apagué la estufa. Sirvo el café en las tazas, siento que me tocan la espalda y al voltearme por en
Tiara Nunca imaginé que saldría agarrada de la mano de la oficina de la endocrinóloga. Menos de la mano de mi Ken, me acompañó a la cita y nunca había sentido tanta alegría por ir al médico. Me sentí apoyada por primera vez. El miedo a que estuviera todo mal se esfumó y todo porque sé que me apoyaría Ken. Con él me siento amada, protegida y bendecida. Esperar a su lado fue lindo, siempre me sostuvo la mano y en la consulta se informó. Mi corazón se me quería salir de tanta alegría. Vi la sorpresa de la doctora al verme con él y no con la Leona, pero fue profesional, disimuló y contestó a todo feliz. Creo que en parte fue un alivio, tanto para mí como para la doctora no tener a mi madre presente. Era tan insolente, volvía, preguntaba lo usual y la consulta era interminable. Sentía lástima por la doctora y por los pacientes afuera. Pero le doy gracias a Dios porque mis análisis fueron buenos, la pastilla seguirá igual y tengo que venir en tres meses. Me siento orgullosa, puedo cuidarme
Ken se queda lelo y me mira esperando que suelte mi idea. —Le contaré todo, sabes que mi madre inventa cosas y tu papá es muy bueno, cederá. Ya pasó el plazo y le debo a mi hermano que conozca la verdad. Mi odioso me agarra la cara, sus ojos buscando arrepentimiento, pero no lo conseguirá. Estoy decidida, mi hermano tal vez me odie, pero si fuera mi situación agradecería la información. Somos distintos, pero al menos seré su hermana y acabaré esta falsa. —¿Estás segura? —Ken dudo y asentí—. Nena, esto es asunto de mayores y nos meteremos de sopetón. —No cambiaré de opinión, iré contigo o sin ti —hice muecas y él levantó una ceja—. Ellos se están tardando en actuar, seré una metiche, pero es nuestro hermano al fin y al cabo.Al decir que somos hermanos Kendrick se tensa, cierra sus ojos y mis ojos lo reciben al abrirlos. —Vamos, pero si se sobrepasa contigo mi puño encontrará el camino a su cara —soltó mi cara y mostró su amigo puño—. Te protegeré de él y de quien se interponga.
Encontré a Kendrick recostado en su jeep, está con los brazos cruzados en su pecho y se ve tranquilo desde los ojos de cualquiera. Sin embargo, por su mandíbula tensa está muy preocupado. Me acerqué, abre sus brazos y me arrojé. —Llamé a papá y le conté —su voz es apenada—. Se molestó bastante, pero sé que siente alivio de que explotara el asunto. Algo me grita que Rodrigo irá a casa, mi abuela está y la llamé para que no se asuste.Siento miedo, tengo el presentimiento de que algo malo sucederá. Sé que no es mi culpa. Solo ayudé, aceleré las cosas que tarde o temprano iban a salir a la luz.—Llamé a Fabi, irá por Rodrigo —susurré, debemos movernos—. Vamos a tu casa, necesito ver que está bien.Me aparta de su pecho, mira a mis ojos y ve mi miedo. Me pierdo en sus ojos que amo, mi refugio y besa mi frente. —Nena, todo pasará. No es tu culpa, esto tenía que suceder y también fui parte de esto. Juntos, nena, le quitamos la ignorancia de su pasado.Asentí y respiré profundo. Me aferré
Fabian Estoy amarrando la bata de hospital, dan tantas cosas por las bacterias y sostengo la máscara para la boca. Parece que voy al espacio, en cambio, el camino es hacia el cuarto de mi mamá y estoy angustiado. Siento tanto dolor, rabia y odio con la vida. Abro la puerta con manos nerviosas, tengo miedo de perderla y contengo las lágrimas que están luchando por salir. He aguantado tanto y me duele esconder toda esta ira. Entro suave, cierro la puerta sin hacer ruido y al voltearme me impacta su estado. Está con oxígeno, tiene muchas máquinas y cables. La máscara que he usado se rompe, las lágrimas ganan la batalla y cierro los puños por fallar. Por llorar en frente de ella, por ser débil y no guardar este dolor. Ella es valiente y ha soportado toda esta m****a sonriente. ¿Quién soy para llorar y traer dolor? Ella merece vivir, disfrutar y no estar en esta fría habitación. Tiene su cabeza con poco cabello, le estaba creciendo, ya que había pasado la quimio. Mi madre está pálida, con
Me rompo en llanto de nuevo, es imposible aguantar y me acompaña mi mamá.—Una cosa te diré —dice entre lágrimas y soltó una espiración—, si tengo que vagar como alma en pena por ti, lo hago —me señala con su dedo índice. —No mamá, no quiero que estés vagando —negué vehemente—. Tú odias a las almas en pena, irás al cielo y serás el ángel más envidiado —sonreí con lágrimas al imaginarla—. Tendrás a muchos ángeles detrás de ti y serás mi guardiana hermosa. Consigo su sonrisa hermosa con lágrimas, pero valiosa. Ella jamás podrá ser un alma en pena porque ella es un ángel.—Por ti soy lo que odio con tal de verte feliz. Puedo aparecer como fantasma y patearte el trasero. Nos sonreímos, ella es la única que me saca sonrisas en medio del dolor, al igual que Tati y Dorian. Son mis ángeles las tres y sé que ninguna me soltará. Mi mamá seguirá guiándome aunque no la vea y su mano me sostendrá por siempre.—Estaré bien, lo sé —sorbí por la nariz—. No tienes que arrastrarme, pero si apareces
Tiara Por no poner atención, estoy perdida y no recuerdo en qué parte está ubicada. Tengo puesta la bata y la mascarilla en la mano. Entré a una habitación, el frío es insoportable y se encuentra en la cama de hospital una anciana. Me pongo roja de la vergüenza, la señora me mira como si supiera que estoy perdida y disfruta de mi visita. Su pelo canoso está desordenado, sus ojos son marrones y luce una mellada, la muestra orgullosa. —Disculpe, me equivoqué de habitación —muevo mis manos y me vuelvo un lío. Me pasa por despistada, por no atender a mi primo y la señora sonrió abiertamente. —No te preocupes, linda, me viene bien una visita por equivocación. Su sonrisa no se va de su rostro maduro, es triste estar sola en un hospital frío y me conmuevo. —Pues fue el destino —me siento menos mal por ser despistada—, deseo que salga pronto de aquí. ¡Dios la bendiga! —Eres un ángel, pero espero irme pronto a morar —habló demasiado alto—. Cuando se está viejo, ahí es que uno ve l