Lluvia se sintió tan conmocionada que casi pierde el equilibrio, preguntando apresuradamente.—¿Y... los niños, dónde están ahora?Clarisa sonrió.—¡Eso ya no lo sé! Han pasado muchos años desde que ella y sus tres hijos nos visitaron. Solo tengo un vago recuerdo de ellas.—¿Pero... cómo se llama es
En la lápida había una foto antigua, desgastada por el tiempo, casi irreconocible.Ximena, sosteniendo la mano de Lisandro, sonrió y le presentó a su madre.—Mamá, este es mi esposo, él es muy bueno conmigo. En poco tiempo, traeré a mis tres hijos para que te conozcan.—Ahora soy muy feliz y tengo u
Rebeca golpeaba sin cesar la ventana del coche, llorando y suplicando que Ximena bajara para verla. Ximena se aferraba a sus manos con fuerza. Solo había regresado hace tres días, y Rebeca ya estaba sorprendentemente bien informada. Lisandro le echó un vistazo a Ximena, arrancó el coche y se dirigió
—Todo fue idea de mi madre... no era mi verdadera intención... no quería engañar a Andrés.Rebeca, agarrando el brazo de Ximena, sollozaba y suplicaba que le diera la dirección de Andrés para poder disculparse con él en persona.Ximena apartó lentamente la mano de Rebeca.—¡Basta ya! Una mentirosa e
Víctor, con su cabello desordenado y canoso, se quitó los lentes que colgaban en su nariz y se frotó los ojos para despertar. Era evidente que había pasado varias noches en vela, estrujándose el cerebro por su guion. Se decía que la nueva serie de Víctor ya estaba en producción. Yazmin había estado
En el corazón de Víctor, Serena siempre había sido intocable, tan inalcanzable como las nubes en el cielo. Aunque más tarde ella tuvo problemas mentales y ya no era digna de una familia distinguida, debería haber elegido a alguien de buena familia y carácter noble, no a un simple rufián de las calle
—¡Imposible! Rocío no tiene esa astucia. Si tuviera algo de cerebro, no habría arruinado una mano tan buena en el juego. Ella simplemente creerá que escondimos a Mari.—Mejor no vayamos a Nubiazura por ahora, para evitar que sospeche algo.Sofía, asintiendo con la razón de Ximena, apretó los puños y
Pero Rocío, si hubiera tenido la calma para hablar, no se habría desviado tanto del camino sin mirar atrás. Tenía dos asuntos pendientes: el primero, encontrarse con Samuel para disculparse cara a cara. El segundo, confrontar a Mariana y preguntarle directamente por qué había seducido a su prometido