Capítulo 1112
El corazón de Ximena se inundaba de dulzura, como si estuviera sumergido en miel. Sus brazos blancos como el loto se enredaban alrededor de la robusta espalda del hombre, mientras de sus labios brotaban palabras entrecortadas.

—Tú solo debes tenerme a mí en tu corazón, no puede haber otra mujer, —di
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