Luis también se levantó, caminando lentamente hacia ella Yazmin, su actitud seguía siendo de respeto hacia una maestra, pero sus palabras tenían un frío cortante.—Señora Soto, no haré nada que perjudique a otros y menos a mí mismo, y mucho menos algo que lastime a Ximena. Si la señora Soto me busca
Luis se volvió con una mirada de confusión, frunciendo el ceño.—Nunca he buscado obtener nada.Lo que él deseaba, lo que siempre había anhelado, era que si Ximena estuviera bien, para él sería un día soleado.Isabella observaba los rasgos distinguidos de Luis.Su mirada era clara y penetrante, libr
Sofía en realidad tampoco creía en el amor ni en el matrimonio, pero cada vez que veía a Lisandro y Ximena, volvía a creer y sentía envidia. Ella y Mariana continuaron discutiendo acaloradamente, cada una aferrada a su punto de vista.Ximena, concentrada en el tráfico, presionó el claxon, frustrada.
Víctor bajó la mirada y sonrió levemente.Una sonrisa pálida, mezcla de compasión y decepción.Era la desilusión que surge al romperse las expectativas excesivas hacia algo bello.—Qué hermosa persona, como una joya pura, lástima que no sea perfecta —suspiró Víctor, mirando por la ventana, perdido e
—Después de graduarme, entré en una editorial, vagando como un zombie. Luego escuché que ella había terminado con el señor Armando, que él se había comprometido con otra mujer.—Ella me escribió una carta en ese momento...Víctor de repente se angustió, sus ojos se humedecieron.—Debí haberle respon
Víctor soltó lentamente a Ximena y, con la cabeza gacha, dijo:—Tu abuelo nos prohibió hablar de esto con nadie. Solo llegué a entender lo sucedido a través de las confusas palabras de tus tíos, tu tía y tu abuelo cuando perdían la lucidez.—Tu madre quedó embarazada antes de casarse, lo que devastó
—Señorita Castillo, —Hilda, con voz entrecortada, dijo—, a don Guillermo le gustas mucho. Cuando puedas, ven a visitarlo más seguido.Ximena echó un vistazo a la criada, Hilda. Recordaba que, en su primera visita a la familia Soto, fue precisamente Hilda quien, con una mirada despectiva, insinuó que
Guillermo emitió un par de sonidos incomprensibles, nadie sabía qué estaba diciendo.Hilda, al ver a Ximena ayudando a don Guillermo a levantarse y a vestirse, se apresuró a intervenir.—¡Señorita Castillo, esto no está bien! ¡La señora Soto se enfadará cuando regrese!—Además, ya estás casada, ¿cóm