Durante años, Octavio había servido a la familia Ramírez, obedeciendo a Elena en todo, incluso dispuesto a dar su vida por ella. Pero al final, ¿Elena lo recordaría? ¿Pensaría en él ocasionalmente? ¿Tendría algún significado especial en su corazón, o simplemente sería un personaje insignificante, cu
—¿Embarazada? —exclamó Teresa, sorprendida—. ¿Ximena está esperando un bebé?La noticia también tomó por sorpresa a Ximena. Se hundió en la silla mientras el dolor en su abdomen se intensificaba y su rostro palidecía. Agarrando la mano del médico, preguntó con voz temblorosa:—¿En serio... estoy emb
—¿Yo inocente? ¿Y señor Ramírez? En este juego de vida o muerte, ¿cuántas artimañas ha usado señor Ramírez en secreto? Tanto tú como yo lo sabemos, ¿por qué discutir sobre quién tiene la razón? ¿Quién está en lo correcto o en lo incorrecto?Lisandro, con una postura digna, se recostó en el sofá. Hab
Lisandro, con un brillo de asesina frialdad en sus ojos, provocaba escalofríos en cualquiera. La venganza por su abuelo, por Sofía, por los niños, y por Ximena, no olvidaría ninguna. Siempre las llevaba consigo, grabadas en su corazón. Deseaba hacer polvo a aquellos culpables, pero ahora, siendo pad
—¿Escuchaste? ¡La paciente de esa habitación es la esposa del presidente de la Corporación Mendoza!—¡Sí, esa Ximena! ¡Ayer salió en la televisión!—En la conferencia de prensa, ¡el señor Mendoza se arrodilló para proponerle matrimonio!—El anillo de bodas es del tamaño de un huevo de paloma, dicen
Ximena sabía lo que preocupaba a Lisandro. Nadie desea que su hijo nazca con problemas de salud. Aún era temprano para determinar el sexo del bebé. Había oído que en la familia Mendoza, si una nuera embarazada llevaba una niña, se interrumpía el embarazo.Lorenzo, tras su metedura de pata, se sintió
Si había un error, parecía que ninguno lo había cometido. Todos estaban atrapados en sus propias obsesiones, incapaces de liberarse, y con sus acciones, forjaron el destino de toda una generación.—Lisandro, ¿qué quieres decir? —preguntó Ximena, extrañada.—Nada, —respondió Lisandro, mirando el vien
—Jamás imaginé que Lluvia se arriesgaría así para protegerte, es realmente sorprendente, —dijo Mariana mientras acomodaba la manta de Ximena y ajustaba la cabecera de la cama para que ella estuviera más cómoda.—¡Yo tampoco lo esperaba! Quizás no sea tan maquinadora como pensábamos. Todos la hemos m