Ximena sabía lo que preocupaba a Lisandro. Nadie desea que su hijo nazca con problemas de salud. Aún era temprano para determinar el sexo del bebé. Había oído que en la familia Mendoza, si una nuera embarazada llevaba una niña, se interrumpía el embarazo.Lorenzo, tras su metedura de pata, se sintió
Si había un error, parecía que ninguno lo había cometido. Todos estaban atrapados en sus propias obsesiones, incapaces de liberarse, y con sus acciones, forjaron el destino de toda una generación.—Lisandro, ¿qué quieres decir? —preguntó Ximena, extrañada.—Nada, —respondió Lisandro, mirando el vien
—Jamás imaginé que Lluvia se arriesgaría así para protegerte, es realmente sorprendente, —dijo Mariana mientras acomodaba la manta de Ximena y ajustaba la cabecera de la cama para que ella estuviera más cómoda.—¡Yo tampoco lo esperaba! Quizás no sea tan maquinadora como pensábamos. Todos la hemos m
—¡José, sal! ¡Sal, cobarde, no te escondas! ¡Si eres hombre, enfrenta esto! —Sofía gritaba tan fuerte que los vecinos estaban molestos. Pero siendo la hija de la poderosa familia Mendoza, ¿quién se atrevería a enfrentarla? Solo podían llamar a los Montenegro para que resolvieran la situación.Despué
—¡Dijiste que solo era un teatro para impresionarte! ¡Que seguramente me fui a disfrutar por ahí!Carina, el tío, se quedó sin palabras por un momento, balbuceando una excusa.—Tras la muerte de Griselda, te confiamos la empresa. ¿Acaso no te tratamos como a uno más de la familia? ¿Por qué no te con
Fausto no logró alcanzar a José, fue detenido por Carina, quien lo arrastró de vuelta a la habitación.—¡Él cambió, él cambió! ¡No! ¡Es que se escondía muy bien! ¡Hay algo muy mal en su mirada! —Ella caminaba de un lado a otro, claramente inquieta.Sentado en una silla, apoyándose en su bastón, Faus
Se preguntaba si él y su hermana eran una broma, si realmente no era hijo de su padre. ¿Era verdad lo que decían? ¿Quién era su verdadero padre? Héctor, al escuchar pasos, abrió lentamente los ojos y, bajo la tenue luz de la lámpara nocturna, vio el rostro amable y sonriente de José.—¡Papá!Exclamó
Después de dos días de descanso, Ximena se sintió mucho mejor. El dolor en su bajo vientre había disminuido notablemente, y aunque aún sentía una sensación de opresión y malestar, sabía que había logrado salvar a su bebé. Lisandro, empujando la silla de ruedas, acompañó a Ximena a la planta baja par