Capítulo 0834
—¡Eh! ¡Ah!

Ximena, sintiendo dolor, frunció ligeramente el ceño al ser firmemente atada a una silla por Arturo. Las sillas de la casa abandonada estaban ya en mal estado, a punto de desarmarse con cualquier movimiento brusco. Ximena, con una mirada cautelosa y una voz temblorosa, dijo:

—¿No crees en
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