—¡Ahora mismo me estás molestando! —Ximena, devolviendo el gesto, le pellizcó la oreja.Después de un rato jugando, el ánimo de Lisandro mejoró notablemente. Abrazando a Ximena en sus brazos, tomó el control remoto para abrir las cortinas, mirando las estrellas en el cielo.—Ximena, ¿recuerdas cuand
Con un agudo grito de dolor, Ximena se retorcía de dolor, sosteniendo su codo, incapaz de levantarse por un momento. Dax, que había seguido a Ximena al funeral, se encontraba fuera, junto a los demás guardaespaldas, cerca del auto. Al percatarse del desorden, corrió hacia el lugar, pero la multitud
—Si yo no hubiera respondido, todos pensarían que está bien que la esposa legítima castigue a la amante. Sería humillada y ridiculizada, obligada a irme en vergüenza.—¿Y si respondo? Entonces dirán que soy prepotente por atreverme a golpear a la esposa legítima de Lisandro en público. Mi reputación
—¿La familia Ponce te ha invitado a su velorio? —preguntó Inés, notando la incomodidad de Ximena.Ximena asintió con la cabeza.—Yo también debería haber visitado a la familia Ponce, para ver a la pareja Ponce. ¡Estrella y yo éramos compañeras de clase y nos llevábamos bastante bien! Pero hoy todo h
Soraya, cada vez más enfadada, se llevó la mano al corazón, respirando con dificultad. Todos los presentes corrieron hacia ella. Soraya fue llevada al hospital y la celebración terminó abruptamente.Vicente se quedó para despedir a los invitados y no acompañó a su madre al hospital. Al despedir a Xi
—Me opuse con todas mis fuerzas, ¡tengo a alguien a quien amo! Aunque es unos años menor que yo y todavía está en la universidad, realmente lo amo mucho. Pero mi oposición fue inútil, mi padre me encerró en casa, prohibiéndome salir. Hasta el día de la boda, vistiéndome con el vestido de novia y sub
—Inés... —Ximena apretó más fuerte su mano—. ¡Debes dejar a ese hombre! ¿Quieres que te torture hasta la muerte?—¿Qué puedo hacer? Después de la muerte de Estrella, ¡me golpeaba aún más fuerte! Sollozo... sollozo... —Inés bajó la cabeza, las lágrimas cayendo una a una por su nariz—. Ya no me atrevo
Viendo la reacción de Inés, Ximena sonrió ligeramente, ya con una respuesta en mente. Pero al hablar de los rumores, su ánimo decayó un poco. Se recostó en la silla y acomodó un mechón de cabello detrás de su oreja.—Decir que no me importa sería mentir. Pero tampoco es que me importe mucho. La gent