—Inés... —Ximena apretó más fuerte su mano—. ¡Debes dejar a ese hombre! ¿Quieres que te torture hasta la muerte?—¿Qué puedo hacer? Después de la muerte de Estrella, ¡me golpeaba aún más fuerte! Sollozo... sollozo... —Inés bajó la cabeza, las lágrimas cayendo una a una por su nariz—. Ya no me atrevo
Viendo la reacción de Inés, Ximena sonrió ligeramente, ya con una respuesta en mente. Pero al hablar de los rumores, su ánimo decayó un poco. Se recostó en la silla y acomodó un mechón de cabello detrás de su oreja.—Decir que no me importa sería mentir. Pero tampoco es que me importe mucho. La gent
Ximena no quería seguir con ese tema. Como mujer casada, no deseaba atraer problemas innecesarios. Tocó su teléfono.—Inés, unas cuantas fotos no son suficiente evidencia. Sería mejor si tuvieras registros médicos anteriores, recetas, y si tuvieras videos sería aún mejor.—¿Cómo sabes tanto de esto?
Ximena llevó personalmente a Inés a casa. Enrique esperaba en la puerta y, al ver a Inés bajar del coche, rápidamente pidió a los sirvientes que la ayudaran. Inés había bebido demasiado y apenas podía mantenerse en pie con la ayuda de dos sirvientes. Enrique se acercó a la ventanilla del coche para
—Definitivamente no, —murmuró Enrique, bajando la cabeza con voz apagada.—Siempre has sabido medirte, hijo, —Raúl gruñó suavemente, su tono se suavizó un poco—. Papá confía en ti.*Inés yacía en la cama, el mundo girando a su alrededor. No quería bañarse ni cambiarse de ropa, solo quería dormir ha
Inés sabía bien que tenía que enfrentar una noche de insomnio. Su esposo, Ernesto, humillado en el cementerio por Gabriel, descargaba su ira en ella. Durante estos años, cualquier contratiempo que Ernesto enfrentara, terminaba siendo culpa de Inés.Él creía que la familia Lugo era la responsable de
—Al principio, Estrella odiaba a Inés, y yo también dudaba de su carácter. —Gabriel sonrió amargamente—. Pero después, cuando la familia Lugo tuvo problemas, entendimos que Ernesto solo se había casado con ellos por un proyecto. Inés fue solo una víctima de la alianza entre las dos familias. ¡No tuv
Encendió el coche y, pisando a fondo el acelerador, salió disparada. Mariana, en silencio, se apresuró a abrocharse el cinturón de seguridad.*En la casa de la familia Ramírez. Octavio llegó al estudio para informar a Agustín sobre los resultados del seguimiento del día. Al abrir la puerta, escuchó